Episodio 3

1305 Words
El resto del día me la paso con desazón, almuerzo un sándwich y una malteada en mi oficina porque no tenía ánimos de salir y me paso el resto de la tarde remodelando el catálogo colores de unos clientes nuevos sin mucho entusiasmo. A las tres suena el teléfono fijo y lo levanto distraída pensando que es Grace, que quiere cuchichear conmigo. -          Este es el peor sándwich que me han traído de Alessandro – me quejo ya que ella fue quien hizo el pedido. -          Lamento mucho escuchar eso, estoy seguro que podemos remediarlo – dice esa voz varonil que hace que me sonroje una vez más, hasta por teléfono. Casi me atraganto con la malteada a la que le he dado un sorbo y es imposible no distinguirlo. -          ¿Señor Randal? – pregunto con voz nerviosa. -          Pensé que ya habíamos pasado la etapa del usted – me dice con coquetería. Siento que miles de mariposas han escapado de su jaula y revolotean todas en mi vientre. Sigo preguntándome, cómo es que este hombre logra alterarme tanto y ni siquiera está aquí. -          Joe, no sabía que eras tú. Disculpa que te haya respondido de tal forma. -          No pasa nada – y siento que en sus labios hay una sonrisa. Sonrío yo también y no comprendo por qué estoy pensando en sus labios. Me reprendo a mí misma mientras me enfoco en él una vez más. -          Te llamo porque no acordamos qué haremos con tu viejo honda – dice con soltura y me desanimo al instante. -          Ah, por eso me llamas – digo con desgana, mientras se explota la burbuja en la que me había metido creyendo que llamaba solo por saber de mí – no sé lo que convenga más, pero puedes deshacerte de él como gustes. -          ¿Segura? Podrías obtener algo de efectivo si lo vendes como hojalata. -          ¿En serio crees que alguien pueda ofrecerme algo por ese pedazo de chatarra? -          Estoy cien por ciento seguro de ello, tengo un amigo que compra autos de ese tipo. Como sé que no tienes auto, si gustas, puedo recogerte más tarde y te llevo. Me quedo en silencio unos segundos y pienso, ¿será que realmente solo quiere ayudarme o habrá algún interés en mí por parte de este galán? -          No quisiera causarte molestias, ya mucho has hecho con traerme esta mañana. -          No son molestias. Estoy encantando de ayudar. -          Salgo a las cinco de trabajar – digo extrañamente ansiosa porque termine mi jornada. -          A las cinco estaré allí – cuelga. Yo me quedo mirando el teléfono y una vez más dudo de que esto sea un trámite más del mecánico de mi auto o si es un estilo de cita, a la que he sido arrastrada sin darme cuenta. -          Vamos Lauren, ¿cómo puede ser esto una cita? Si solo te está ayudando porque sabes que no tienes auto – me subconsciente se encarga de que aterrice, mejor así. De todos modos, no tengo tiempo para perder en amoríos. Ahora más que nunca debo iniciar desde cero para lograr mi sueño de ser socia en la empresa de marketing. El toque de mi puerta me distrae de mis ensoñaciones, es el señor Patrick quien ha entrado en mi oficina. Después del infortunio de la mañana no hemos vuelto a hablar, así que no sé qué podrá decirme y deducir su expresión es tarea imposible dada su semblante neutro, que le hace imposible leerlo. -          Me ha llamado la asistente de Roland. -          ¿Qué ha dicho? – digo yo con el corazón latiendo a mil por hora. -          Se quedará con la campaña nuestra, lo has convencido. Salto de la silla y abrazo a mi jefe por primera vez en mi vida, lo he logrado, lo he logrado. Finalmente voy a ser socia dentro de la empresa. Cuando me doy cuenta que llevo apretándolo más de lo usual, lo suelto inmediatamente y recobro la compostura. -          Discúlpeme, señor Taylor. Es que la emoción me ha podido y no me pude contener. -          Yo también estoy muy contento. -          Entonces, ¿eso quiere decir que pasaré a ser socia y podré ser parte de la junta? -          Efectivamente, señorita Hugs, usted ha pasado a ser parte del comité y cuenta con el cinco por ciento de las acciones. Aunque eso no significa que su trabajo ha de disminuir, por el contrario, sabe que las cuentas importantes quedarán bajo su tutoría. -          ¡Por supuesto, señor! No sabe lo que eso significa para mí. -          Estoy seguro de que harás un gran trabajo, es necesario que concretemos algunas cosas con el departamento de legales, pero puedes estar segura de que a partir de mañana tu salario ya no será el mismo. Se marcha con una sonrisa de satisfacción porque las ganancias serán en un mayor porcentaje para él, pero no me importa. Estoy en un nivel de alegría que si me pinchan creo que no voy a sangrar. Por horas creí que no lo lograría, sin embargo, la suerte me ha sonreído y finalmente he logrado mi objetivo, siento que estoy en la cima del mundo. Tomo el teléfono para llamar a la única persona que tengo como familia, mi tía Alice que vive en Florida. Me responde y su voz me reconforta, haciéndome saber cuánto la echo de menos. -          ¡Tía Alice, lo he logrado! -          ¡Lauren, mi dulce niña! No sabes cómo me alegra escucharte y saber que has alcanzado tu sueño, sabía que podías hacerlo. Sonrío y le cuento con lujo de detalles todo lo que ha pasado y ella escucha intrigada disfrutando mi anécdota. -          Ahora que tu sueño está cumplido, creo que es tiempo que te des la oportunidad de conocer a alguien. -          Ja, ja, ja. ¿todavía sigues con eso? El amor no es para mí y lo sabes. -          No digas eso, seguro que encontrarás a algún chico guapo y amable que logre conquistarte. -          El amor no es para mí, tía. Alcanzar el éxito en mi carrera, sí que lo es. -          ¿No has conocido a nadie todavía? – Inevitablemente Joe Randal llega a mi mente y no me reconozco pensando tanto en él- -          No creo que haya nadie para mí, tía. Debo irme ya, pero me alegra haber hablado contigo. -          Está bien, cariño, sabes que te amo y espero verte pronto. -          También te amo, tía. Miro el reloj y veo que son las cinco menos cinco. Tremendo día de trabajo el mío. No me importa nada, hoy he alcanzado mi sueño. Recojo mis cosas y me dirijo hacia la puerta, en el camino me cruzo con Grace, quien se ha enterado de la noticia y me abraza con cariño. Bajamos juntas hasta el lobby, nos despedimos y justo cuando salgo a la entrada, lo veo aparcado en el frente. Ahí está Joe, apoyado en su auto lujoso y me tomo la libertad de contemplarlo. Ancho de hombros, mandíbula fuerte, alto y con una mirada que destella fuerza. Con los últimos rayos del sol posándose a sus espaldas, es una imagen capaz de deshacer bragas. Este hombre me excita de la manera que nadie lo había hecho antes. Me acero hacia él y le saludo tímida. -          Lauren, qué placer verte de nuevo. -          El placer es todo mío, Joe – le respondo yo, mientras le contemplo embobada. -          Vamos, vamos – me apresura entonces – un largo camino nos aguarda. Me abre la puerta una vez más y me apresuro a entrar, por un instante no me reconozco, a penas lo he conocido hoy y ya soy capaz de irme hasta la luna con él. Le sonrío cuando se sube y salimos disparados por la ciudad.    
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD