Termino de bañarme con rapidez y golpeo la puerta con todas mis fuerzas. Es frustrante volver al pasado y no poder hacer algo para no permitir que los dolores del pasado lleguen a nuestro presente. Una pregunta se forma en mí mente, pero a quien debo realizarla no se encuentra presente. Desesperada, corro hacia el teléfono de mi hermano y busco su número con la intención de detener esto. Una llamada, dos llamadas y es a la tercera llamada que mi madre finalmente decide contestar. En la llamada ¿Hijo? ¿Sucede algo? — pregunta mi madre. ¿Por qué? — digo teniendo de melodía los gritos y golpes que se producen del otro lado de la puerta — ¿Por qué nos entregas a él si sabes lo maligno que es? Nena… ¡¿Por qué tienes que condenarnos al infierno que anteriormente vivimos juntos?! — Le re