— ¿Realmente tenemos que vivir con él? — Sí. — Lo prometiste. — me quejo. David detiene su andar ya en el segundo piso y voltea para enfrentarme. — No puedo hacer algo para cumplir mi promesa cuando la ley no está de mi lado. Ninguno de los dos tenemos la mayoría de edad y nuestra madre cedió la custodia a nuestro padre. Así que dime ¿Qué podemos hacer para evitar toda esta locura? — pregunta frustrado. Él no quiere esto, pero evidentemente no puede hacer algo para cambiarlo. — Algo se nos ocurrirá. Solo tenemos… — Entiende peque, no hay algo que podamos hacer. — Me niego a que no haya una salida. Siempre la hay y me encargaré de encontrarla.— aseguro subiendo las escaleras para llegar a mi dormitorio. — Peque — dice David tomándome del brazo en señal de súplica. — No, David. No p