17.- PERDÍA.

1921 Words
Al escuchar la palabra ·kauitl· y entender lo que significaba, todos debían escapar, escabulléndose entre los guardias de cenital rápidamente, al saber Emma y Tamara que el tiempo estaba medido, debían moverse tan rápido como pudieran tanto ellas, Alejandro y los lobos que en escena se muestran moviéndose con velocidad, que en cambio se ven moviéndose en cámara lenta siguiendo a su amiga pelirroja, al ver que los minutos se están desvaneciendo poco a poco al detenerse, siendo que la vista de todos se nubla a tal forma que parecieran escuchar el ruido de un televisor que no tiene señal, es como se detienen al quedarse solo ahí esperando a que se detenga, terminando el tiempo que había pedido Tamara. Mientras vuelven los sentidos de todos ellos, Emma decide pestañar al acostumbrarse de nuevo a los colores y del lugar donde ellas y los demás se encuentran, lo primero que mira es a dos chicos desnudos totalmente, gira la mirada para no seguir mirándolos encontrando que Tamara está a su lado. —Tamara. —le dice Emma algo incomoda. Al ver Tamara lo que ve su amiga. —Lo siento, tomé la brújula equivocada, no debí usar la afinco.   Se da cuenta Alejandro también a lo que solo les lanza a ambos sus mochilas camperas, a lo que Julio y Alejandro deciden retirarse para ir y ponerse la ropa, al estar un poco lejos de las chicas y tomar ambos su ropa interior, unos pantalones, camisas, chamarras y cada uno con sus botas, al estar listos, solo vuelven a donde están las chicas que se encuentran platicando con Alejandro. —Qué bueno que estén aquí. —dice Emma.  A lo que Tamara dice rápido: —Lo siento muchachos es que mi brújula afinco al tomar el tiempo solo acepta a personas, es por eso que se volvieron humanos tan rápido, debí usar la brújula temió, bueno le contaba a Emma que mientras estaban discutiendo con Nicolás yo miré la luz, claro que en el trayecto de ·kauitl· se desvaneció, solo hay que volver a buscarla. Deciden caminar por un sendero quebradizo y rocosa. —Veo que Nicolás no quiso hablarnos de la profecía. —dijo Alejandro. —Si lo se Alejandro, pero sé que mi madre nos dirá todo, ella no me mentiría. —¿Cómo lo sabes? —pregunta Julio. Ambos hermanos la miran. —Descubrí que mi mamá no podía contarme nada a causa del concejo y la orden, e imagino también de los Walker es una de las razones, que, si no podía contarme y hablar de ello conmigo, es como me dio el sí de vivir una vida humana que agradezco mucho a verla tenido y que, aunque sea una hibrida, mantendré aun mis buenos recuerdos y los malos si quizás recuerde uno ya al ser trasformada.  A lo que pregunta su amigo Alejandro. —¿Cómo sabes que podrás conservar tus memorias? Emma. —Porque solo lo sé.  Escuchar a Emma decir eso nadie dice más, solo siguen el camino cambiando el tema de conversación. —Sabes nadar Alejandro. —dice Alejandro. —Si. —le responde Alejandro. —Cuando éramos solo unos chamacos nosotros competíamos quien nadaba más rápido, — comienza a contar Alejandro mientras los demás lo escuchan. —Mayormente nos ganaba Salomón o a veces Pablo. —Acaso todos no estaban. —Le dice Emma. —No, solo Gustavo, Salomón, Pablo, Miguel y yo, ya después Julio y Jonathan llegaron. —Entonces tu Julio y Jonathan no eran de la misma tribu. —Exacto Emma. —¿Cómo fue que se conocieron? —pregunto Emma. —Existió un tiempo en que los vampiros atacaban las tribus, en ese entonces nosotros cazábamos y en una mañana el padre y jefe de la tribu de Salomón con algunos más de la aldea, hallaron a ambos ocultos, pues sus tribus habían sido atacadas, es como supimos el nombre de quien estaba atacando a los lobos, todo porque el jefe de nuestra tribu era amigo de un vampiro quien nos dio toda esa información. —No sabía que lobos se hicieran amigos de vampiros, creía que se odiaban en esos tiempos. —Pues en ese tiempo así lo vivíamos y nuestros enemigos eran mayormente vampiros, pero al conocernos y convivir confiando uno del otro, es como se creó nuestra profecía que nos dio la gran madre. —dijo Alejandro. Iban a continuar Emma haciendo preguntas, cuando en eso se detienen al ver a la distancia y divisar todos dos grandes árboles de un repleto color grisáceo hermoso, unidos por un arco con un diseño tipo ventanitas y la puerta grande y gris, como esos dos árboles que muestra esa lámpara antigua que continúa volando en el aire. —Es la puerta de piedra. —dice Tamara. Todos se dirigen hacia ella al darse cuenta que la luz que trasmite la lámpara está parpadeando debilitándose poco a poco, ellos se apresuran a llegar, al ya estar más cerca y ver aquella puerta de piedra rustica y en un estado muy conservadora sin ningún daño, solo muy antigua, decide Emma a abrir la puerta, al tomar el herraje de hierro que cuelga como una forma de lagrima, en eso ella abre, todos miran hacia el interior, antes de entrar se muestra algo oscuro y no muy seguro. —Alejandro pásame la lámpara de mano. —dice Emma. Él lo hace, Emma la toma y es como alumbra hacia adentro, pero pareciera que la luz que trasmite la lámpara de Emma hacía en el interior no es recibida, al parpadear la luz quedando apagada. —Lo siento chicos, tendremos que entrar sin luces, solo guiarnos a través del tacto o mantener nuestros instintos muy despiertos. —No abra alguna otra forma que tengamos luz. —dice Alejandro (ojos verdes). —No lo creo. —responde Tamara. En eso deciden alzar la vista al descubrir que la lámpara ya no se encuentra, reconociendo que desapareció. —Bueno si queremos llegar al bosque Carago y salir de Plean debemos tomar este camino, solo no se separen y confiemos de no perdernos. —dijo Emma. —Confirmo que hubiera sido bueno a ver viajado con appa. —dijo Alejandro. —Estoy de acuerdo. —contesta el otro Alejandro. Deciden entrar. La primera en entrar es Emma de ahí detrás de ella Alejandro, para seguir Tamara, después Julio y al final Alejandro, aunque continua la oscuridad de ese pasillo, al ser que las palmas de las manos de cada uno se encuentran en ese momento pegadas a la pared, Emma no sabe cómo, pero noto que eran anchas y en ocasiones algo rasposas, el miedo de todos era si en una de esas apareciera sintiendo a algún tipo de insecto sobre sus manos, solo pensarlo Tamara le causaba desagrado, al solo sentirlo. Todos van caminando lento sin prisa, realmente utilizar ese tipo de atajo era algo nuevo, algo que hizo pensar a los muchachos lobos recordar un poco Coraline, al ser que ella ha utilizado demasiado la puerta de piedra sola o con amigos, pero esta vez no saben qué sucederá al estar previniendo toda cosa que aparezca, sin saber en realidad si se toparan en algún agujero, pozo o si se encontraran con alguien, aunque sería una buena ayuda. En ese momento comienza una breve y corta platica en aquella oscuridad que era repleta sin detenerse, ni tener un final, cuanto más debían soportar esa noche que en vez de sumergirse continuaba creciendo. —Emma dices que fuiste encontrada en una cueva, debes, aunque sea recordar algo aun siendo un bebe o a ver ido a ver en la cueva que te hallaron. —le dice su amigo Alejandro. —Nunca lo he pensado, la verdad nunca tuve la necesidad de conocer la cueva en la que me encontraron, aunque quizás una vez quise irla a ver, creo que Nicolás nunca quiso llevarme, siempre me cambiaba el tema al hablarme de otras cosas para que olvidara ver la cueva. —dice Emma. Mientras, continúa caminando, pero ya no con ayuda de las manos pegadas a la pared, de algún modo desaparecieron las paredes y todos se encontraban caminando sobre esos pasillos, hablar ayudaba a ser guiados por la voz de Emma al igual que las demás voces. —Emma de algún modo deberías saber y conocer esa cueva, sería más seguro, aclararía algunas cosas porque si te diste cuenta, Nicolás se encontraba intranquilo al ver a los chicos, más descubriendo que eran lobos. —le dice Tamara. Su amiga se escuchaba muy bien en ese silencio absoluto. —Tamara es una buena idea, quizás después de estar en Kisla y antes de ir a Goem deberíamos ir a Walker he ir de incognitos y de ahí ir a ver a mi mamá, están de acuerdo muchachos. A lo que responden ellos al unísono al mismo tiempo. —Si. Al escucharse ese sí que fue claro y fuerte comenzaron a sentir en esa oscuridad negra como si las paredes se vinieran hacia ellos, dejándolos en un pequeño espacio, al ser que ambas paredes se contraen entre sí, los chicos escuchan que las chicas no se encuentran bien, desean irlas a ayudar, pero no es posible, los cinco están atrapados y de algún modo las paredes los tienen atrapados sin moverse, evitando a que griten, el chico lobo de Alejandro se encuentra en un espacio reducido, al encontrarse su espalda cargando su mochila campera pegada a la pared y sus brazos alzados, evitando a que la pared de su lado se contraiga nuevamente, evitando con fuerza a que suceda de nuevo. Es de la misma forma que se encuentra Julio evitado de que vuelvan a contraerse. En cambio Tamara se encuentra con sus piernas alzadas con los botas sobre la pared y su espalda sobre la otra pared, intentando que no se contraigan, intenta sacar alguna de sus brújulas que tienen guardada, pero no alcanza a sacar ninguna, al ser que las paredes continúan moviéndose sin detenerse, Alejandro el amigo de Emma se encuentra de la misma forma que sus amigos lobos con la mochila pegada a la pared y sus brazos y manos evitando a que las paredes continúen, en eso Emma se encuentra de forma similar a su amiga Tamara, al ser que la joven humana había sido porrista y gimnasta está evitando que las paredes continúen, piensa en sacar alguna de sus amúria pero las paredes se lo impiden al moverse más de lo común. —¿Emma? Escucha ella a lo que responde: —Si hola ¿Quién eres? —Me llamo Perdía el guardián. —Por favor ayúdanos solo queremos llegar al bosque Carago. Sin darse cuenta esta en brazos de ese caballero guardián de armadura y de brazaletes en un color plateado, sonriendo al ver que su rostro tiene un tatuaje del número veintiuno y otro más por el cuello, y de ojos tan claro que Emma no cree que sea un vampiro, de algún modo presiente sea un ángel caído, en ese momento él dice con esa voz suave y tranquila aun cargando a Emma. —Pierda paute. Todo vuelve, al retirase las paredes y dejar libres a los amigos de Emma, al ver al hombre que aún continúa cargando a Emma. —Perdía puedo bajar. —Así claro lo siento. Tamara se da cuenta que el chico de ojos verdes, no confía en el desconocido, aunque se está presentando como Perdía el guardián.
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