Capítulo Diecisiete: Alas.

1817 Words
En el suelo de la tienda de comestibles, podía observarse a una pelirroja en el suelo, acompañada de un cachorro, acostado a sus pies.  El ambiente que había era pesado, con un aura de desgracia absoluta, el lugar estaba oscuro, todo indicaba la tragedia. Aquello tenía una razón de magnitud detrás. Tristemente, ese monstruo moribundo acabó con la prometedora vida de Peter Rahal. Una eminencia, un chico que siempre intentó dar lo mejor de sí, y sobre todo, un ser extraordinario.  Holly no paraba de llorar, aunque no era consciente de siquiera estar derramando lágrimas, solo tenía la mirada perdida en algún punto de la habitación, perdida en la oscuridad no solo de sus pensamientos, sino de la propia realidad. No quería aceptar que uno de los mejores amigos que había tenido en la vida se había ido del plano terrenal, así sin previo aviso. En el momento intentó reanimarlo, pero había llegado demasiado tarde, aquél caminante ya había arrebatado la felicidad de los días que solían compartir juntos.  Tuvo que huir en compañía del cachorro, y es que a raíz de que lograron olfatear la sangre del chico, llegaron muchos más de esos seres a consumir de él.  Eso, aunque sonara cruel, le había dado el tiempo exacto para lograr huir de donde estaba. Aún cuando el chico estaba sin vida, pudo ayudarle, así era Peter.  Los sollozos sorprendieron a la pelirroja, la cual no había caído en cuenta de que estaba llorando sino hasta ese momento en específico, por lo que secó sus lágrimas, las mismas que habían llegado hasta su cuello. El cachorro a sus pies parecía comprender su sufrimiento, intentando animarla con pequeñas caricias que le brindaba con su hocico y lamidas que planeaban ser calmante para su herida, que estaba segura de que nunca podría sanar. No quiso siquiera pensar en que eso podría sucederle a cualquiera de sus allegados, en especial a su melliza y al resto de su grupo. No podía soportar lo que había visto minutos, quizá horas antes. Ni siquiera se dio cuenta de cuando Arth regresó a su lado con lo que creía era lo adecuado para tratar su herida. Teryon al mirarle, comenzó a gruñir y luego a ladrar, lo que alertó a la pelirroja de que algo ocurría, así que al encender las luces se halló con un chico castaño que se hallaba detrás de la puerta con el rostro tan pálido que llegó a asustar verdaderamente a la chica. Esta se acercó a él de inmediato, con la preocupación brillando en sus ojos. ─Arth ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?─ dijo ella, comenzando a zarandear el cuerpo del más alto ─Responde, por favor─ suplicó, comenzando a llorar de nuevo. El castaño pareció reaccionar y darse cuenta del estado en el que se encontraba la pelirroja, así que tomó su rostro con la palma de la mano, asintiendo. ─Estoy... Bien...─ dijo, casi sin poder pronunciar palabra, parecía que estuviera en un shock muy agudo. La melliza le ofreció agua de la que había embotellada allí, por lo que este aceptó y en cuanto acabó dos recipientes enteros, fue que pudo volver a ser él mismo. Se sentó correctamente y respiró varias veces hasta normalizar sus latidos. Teryon para ese momento se había calmado, debido a que la chica le había dado una salchicha de las que habían en los freezers. El perro se hallaba muy concentrado en eso, cuando Arth cayó en cuenta de lo que era. ─¡¿Qué haces con un perro?! ¿Acaso saliste sin que lo supiera?─ formuló alterado, el chico ─¡No sabes si puede estar infectado!─ advirtió, comenzando de nuevo a estar agitado. Antes no había notado sus ladridos por el estado de shock en el que se encontraba. ─¡Arth, no es así! ¡Está sano!─ le respondió de la misma manera la pelirroja, quien comenzaba a desmoronarse ─Y la manera en la que lo encontré... No te va a gustar...─. ─Saliste ¿Cierto?─ preguntó de nuevo el chico, solo queriendo saber esa única cosa. ─Sí, lo hice─ aceptó, mirando las orbes ajenas, las cuales le devolvieron la mirada con resentimiento ─¡Pero fue para ayudarte en la búsqueda! No vas a creer con lo que me topé...─. ─Sabes bien que salir en tu estado es un riesgo tremendo ¿Por qué lo hiciste?─ insistió el chico, lleno de preocupación, tomando a la chica por los hombros ─¿Qué fue lo que encontraste?─. ─Joder ¡Lo sé, no soy estúpida!─ gritó con frustración la chica, saliéndose del agarre del más alto sin delicadeza alguna ─Peter está muerto, ahí tienes tu respuesta─ le hizo saber a lo último, con odio reprimido y un dolor en el alma que la consumía entera. Arth se quedó sin habla, inmóvil en su sitio. En su mente no cabía tal posibilidad. ─¿Có-Cómo lo sabes...?─ preguntó tartamudeando un poco. ─Porque lo vi ¡Maldita sea! ¡Vi cómo uno de esos hijos de puta acabó con su vida!─ expresó la chica, colocándose de pie allí, caminando de un lado al otro ─¿Puedes creerme al menos por una vez en tu vida?─ dijo ya sin fuerzas, llorando, con una mano que cubría su rostro. El chico se sintió en extremo mal por el poco tacto que había tenido al referirse a la chica sin antes preguntarle sin estaba bien o qué había pasado en su ausencia. Lo único que pudo hacer fue levantarse también y abrazarla, ninguno de los dos sentía que podía llegar a obtener el consuelo que deseaban, pero al menos se tenían el uno al otro para evitar desmoronarse completamente. Aún no podía creer que uno de los mejores chicos que había conocido en su vida hubiera muerto, no lo asimilaría hasta poder confirmarlo por sí mismo, hasta no poder verle más. Luego le haría saber a la pelirroja de los peligros con los que se topó estando en la casa donde buscó provisiones, pero justo en ese momento, no había comentario adecuado que hacer. El silencio les envolvía, y eso estaba más que bien. El castaño la acompañó en su dolor, también derramando una que otra lágrima, pues era demasiada desesperanza para el poco tiempo que llevaban allí.  Así tal cual era su mundo a partir de ese instante, uno nuevo y sin ningún tipo de piedad. Debían aprender a vivir con ello. ... A Jaden jamás le agradó que le dijeran débil, por eso siempre intentaba demostrar lo contrario, ganar fuerza, ya sea mental o física, era un chico bastante decidido. Aparte de decidido era inquieto, así que no se le hacía difícil estar en constante movimiento y estímulo, sin embargo, llevaba un tiempo de sedentarismo cuando le tocó ser camarógrafo de las producciones que hacía son su equipo para los vlogs. Supuso que debido a ello era que los entrenamientos de Odis le habían pegado tanto, como nunca solía hacerlo ninguna actividad física. Sabía que tenía demasiada energía retenida, así que haría lo posible por volverse fuerte antes de regresar con su familia y con sus amigos, por supuesto, quería garantizarles seguridad verdadera, y en el estado actual no podía ofrecer demasiado. Pasado ese entrenamiento que lo dejó muy cansado, prácticamente en el suelo, sus compañeros centinelas le hicieron saber que era mucho mejor si se tomaba la noche para reponerse, ya que no querían errores. El rubio aceptó cabizbajo, pues quería ser una ayuda, pero en ese momento no parecía serlo. Sin más, estuvo caminando por los alrededores observando el paisaje para estirar las piernas y liberar su mente de tantos pensamientos caóticos. Lo ocurrido con el lobo le había afectado muchísimo, así que decidió ir a ver cómo se encontraba la criatura, la cual habían dejado en extrema supervisión.  Segundos después, llegó hasta donde se hallaban los animales que criaban en la aldea. Allí había una pequeña construcción de madera que se utilizaba a modo de clínica veterinaria y era atendida por profesionales del área. Profesionales porque habían convivido con dichas criaturas toda su vida y sabían las maneras adecuadas de sanarlos. Eran curanderos, ya que la mayoría de las cosas en ese lugar funcionaban de forma natural y en contacto con la naturaleza, eso era todo un privilegio. Nunca había probado comidas más sabrosas que las que le habían servido en su estadía ahí, cosa que agradecía profundamente a todos los colaboradores y a todas las personas que le habían tratado bien de alguna forma. La amabilidad no costaba nada, y lo había aprendido en el poco tiempo que había convivido con casi todos los pobladores. Al llegar a la entrada del lugar, le recibió la curandera, la cual le hizo pasar al reconocerle como el héroe que había salvado el alma del lobo, cosa que consideraban bastante sagrada, cualquier elemental o criatura de la naturaleza tenía una valía inmensa para ellos. Cuando pudo por fin divisar la figura del animal al cual le había salvado la vida, se encontró con un animal mucho más repuesto, que casi parecía sonreír. Lo curioso de todo, fue que cuando se le acercó, parecía estar bastante cariñoso con él, acercándose hacia su regazo, en donde tomó asiento bastante cómodo. El chico no se quejó en absoluto, solo comenzó a acariciar el pelaje de la criatura con cierta devoción, debido a que el patrón y los colores que tenía dicha piel era increíblemente suave. La curandera le hizo saber que su animal espiritual era un lobo y que por eso era que había hecho hasta lo imposible por salvarlo, para que viviera a como diera lugar. El de cabellos claros se sorprendió un poco y comenzó a preguntarle el cómo podía saber cuál era su animal. La mujer le contestó que ella podía leer su aura, y que por algo Odis lo había elegido para luchar con ellos, que no se equivocaba al decir que tenía una fuerza interior superior a muchas de las que había visto nunca. Le hizo saber que el color de su aura era amarillo con tonalidades naranjas, lo que significaba fuerza y energía vital bastante sana, cosa que tenía muchísima importancia a la hora de elegir a sus guerreros, estos tenían que tener empatía a más no poder, tener un corazón generoso y una fuerza de voluntad tremenda. Eso era bastante difícil de hallar en las personas promedio. Defendía que las habilidades de cada persona eran sagradas, así que ningún ser en el mundo podía reemplazar el lugar del otro aunque lo intentara con todas sus fuerzas. Allí se quedó Jaden por mucho más de dos horas, escuchando atentamente a la mujer, hasta que sin saber cómo ni porqué, cayó rendido con la luz del fuego que iluminaba la oscuridad, la dulce tonalidad de la voz de la mujer y la compañía de su amigo lobuno. Deseaba tener muchos momentos así de ahí en más.
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