Holly despertó esa mañana muy temprano, para ser exactos a las 5:10 a.m. con la misma calma de siempre, se encontraba preparándose un café con doble ración de azúcar y crema, una ensalada de frutas y dos panqueques de proteína sabor vainilla que siempre llevaba con ella. Amaba la comida en todas las presentaciones, por ello, tenía mil recetas siempre en la cabeza.
Su cabello pelirrojo con tonalidades oscuras brillantes como rubíes, se hallaba en un moño que pretendía ser una cola de caballo, pero se quedó a medio hacer. Tenía el mismo sweater con el que había dormido y estaba en paz por no escuchar los quejidos de sus compañeros, había descansado como nunca.
Un bostezo le sacó de sus pensamientos, los rayos de sol apenas visibles le acompañaron, aunque comenzó a notar un hedor proveniente de algún lugar, debía ser basura o algo parecido, seguro Heather había estado comiendo frituras la noche anterior y se olvidó, como siempre, de tirar los envoltorios. Ya le daría una reprimenda cuando volviera de trotar, como todas las mañanas.
Mientras intentaba hallar el origen de dicho olor pútrido, salió al pequeño balcón de la habitación, observando el cielo que en algún punto empezaba a teñir de rosa, aunque seguía oscuro. Sacó un cigarrillo de uno de los bolsillos del sweater junto a un encendedor y dio dos caladas profundas. Un vicio que había sido obtenido de pasar tanto tiempo con Jaden, pero lo cierto, era que le relajaba.
Volteó hacia su izquierda, donde tenía la vista de los demás balcones de las habitaciones contiguas, pero se detuvo en un detalle específico, el balcón más cercano a ella, el de Arth, el cual tenía las puertas transparentes abiertas de par en par, traqueteando con el viento, y si algo sabía de él es que no se levantaría a esas horas ni por que le pagasen. Lo inusual, es que no solo estaban abiertas, sino que para terminar de alarmarla, estaban rotas, estrelladas y las cortinas corridas de un modo extraño ¿Qué habría pasado?
Tocaría a su puerta para verificar que estuviera bien, aunque se ganara una mala cara y quejas durante todo el día.
Con paso decidido, salió de su habitación, yendo por el largo pasillo hacia la puerta más cercana a su izquierda. Llegando a esta, cayó en cuenta de que estaba abierta y había un olor insoportable que cubría todo el ambiente y parecía que de allí venía, abrió la puerta poco a poco, con una lentitud digna de suspenso, se fue develando una escena horrorosa.
Por lo que lograba distinguir en base a la lámpara de noche que estaba encendida, la cual brindaba una luz tenue amarillenta, había una persona extendida boca arriba en el suelo, en un charco enorme de lo que parecía ser su propia sangre oscura y espesa, tenía algo insertado en la garganta, que dedujo, se trataba de un cuchillo mediano, desde donde brotaba dicho chorro que manchaba la alfombra. A su lado estaba Arth, quien estaba inconsciente y manchado del mismo líquido putrefacto.
Sus ojos se abrieron tanto que no pudo con la impresión y soltó un grito ahogado. Sacaría a su compañero de allí cuanto antes.
...
La brisa le golpeaba el rostro con maña, la almohada no estaba siendo de ayuda, era tan incómoda como una roca para su cuello. Se removió varias veces en busca de una posición cómoda, hasta que su cara dio contra una superficie húmeda y fría. Se despertó del tiro, sin entender absolutamente nada, descubriendo de inmediato que no estaba en su cama de hotel, como había pensado.
La vista de Jaden se adaptó rápidamente al oscuro lugar, estaba frente a un ventilador de tamaño industrial y había mojado su rostro con agua de las goteras que caían del techo de concreto. Supuso que estaría en una especie de almacén o fábrica.
Se levantó del duro suelo sin hacer mucho ruido, pues no sabía quién podía estar cerca, aunque, en realidad, parecía abandonado, pero prefería no arriesgarse, no quería que le arrestaran o le multaran el primer día de viaje.
Bajó por unas escaleras que estaban dispuestas a pocos metros de donde se encontraba, y estas generaron un sonido metálico con cada paso que dio. Al llegar a la parte de abajo, se encontró con varias hileras de automóviles aparcados, que aparentaban estar en desuso.
Su confusión aumentó mucho más ¿Cómo había llegado hasta ese lugar? Sabía que sufría de sonambulismo, pero no había tenido un episodio desde hacía más de tres años. Lo creía superado, hasta ese momento.
Sus pasos eran algo torpes por haberse despertado hacía poco, sin embargo, le causó curiosidad el contenido de los autos, por lo que pasó entre dos hileras de estos, observando por sus ventanillas cubiertas de una leve capa de polvo. Algunos tenían cajas, otros estaban vacíos.
En medio de su expedición, cuando intentó abrir una de las puertas para inspeccionar con detenimiento una mochila de golf, su deporte favorito, que parecía tener varios artículos dentro, el auto activó la alarma de emergencia, sonando demasiado fuerte en el espacio tan amplio y vacío que tenía una acústica perfecta.
¡Demonios! Lo habrían escuchado hasta en otras galaxias.
Rezó internamente para que nadie llamara a la policía si llegaban a verlo, pero decidió por el bien de todos, salir de allí de una vez.
Dobló en una esquina, rodeando uno de los autos, y lo que vieron sus ojos a continuación, lo dejó atónito. Una criatura fuera de sus cabales, con los ojos inyectados en sangre y sin consciencia clara, se dirigía a toda la velocidad que le permitían sus extremidades hacia él, tenía restos de prendas rasgadas, estaba sucio y desprendía un hedor imposible de describir. Su rostro estaba demacrado y en el hueso, con la piel grisácea y sus manos y boca cubiertas de un sospechoso líquido rojizo brillante.
Ante la escena, no pudo hacer más que correr disparado hacia afuera del almacén, pero se dio cuenta de que llamó la atención de al menos cinco criaturas más con el eco de sus pasos, ahora estaba en medio de una persecución en la que jamás pensó estar, una por salvar su vida.
Cuando creyó haberlos perdido de vista, se arrastró por el piso hasta quedar debajo de un auto bastante grande. En su mente solo pasaban pensamientos que ideaban cientos de planes, buscando una manera de salir ileso.
Pero, sobre todo ¿Qué eran esos seres? ¿Cómo habían llegado ahí? ¿Sabría alguien de su existencia?
El pensamiento de que nadie supiera le llenó de ansiedad, acelerando su pulso incluso más. Observó cómo las criaturas daban tambaleos cerca del auto, pero nunca se asomaron, por lo que no lo descubrieron. En vez de eso, le hicieron presenciar otra escena peor. Uno de ellos, arrastraba un cuerpo sin vida por uno de los brazos, esta persona tenía una gran herida en la cabeza, por donde brotaba su líquido vital.
Arrastró ese cuerpo hacia un grupo de seres de la misma índole, lo cuales empezaron a magullar su cuerpo, abrirle heridas por todas partes y desmembrarlo para acabar con los sesos y la carne. Un acto grotesco.
Aprovechó que estaban distraídos, para retirarse en el más silencioso escape posible. En cuclillas, se ayudó de los mismo autos para esconderse, logrando salir del lugar sin ninguna herida.
Cuando estuvo fuera, quiso correr, pero sabía que no podía, por si acaso habían más de esas criaturas cerca, razón por la cual siguió escondiéndose mientras llegaba cada vez más lejos de allí. Una vez pudo ponerse en pie, respiró profundamente, cerrando sus ojos, convenciéndose de que nada de eso era real.
Así mismo se encontraba cuando sintió un objeto duro y frío contra su sien. Un arma, lo sabía por la forma.
Abrió sus ojos y se encontró con tres personas que no parecían enfermas como las de antes. Tembló de terror al encontrarse de frente con un desconocido de casi dos metros y masa muscular prominente. Quien le apuntaba estaba a su derecha, una chica de aspecto albino, en el hueso, pero con una mirada tan filosa que no se atrevería a rebatirle.
Sabía que había alguien detrás, pero no lograba divisarle bien.
El muchacho con aspecto de torre lo miró amenazante.
—¿Te mordieron?— inquirió despectivo, y al no obtener respuesta frunció el ceño —¡Habla!—.
—N-No, juro que no ¡¿Quiénes son ustedes?!— estaba histérico a ese punto, no podía creer en la situación que se encontraba.
—Más te vale, nenita— dijo, y con esto, hizo señas al de atrás —Lo llevamos—.
...
Horas después, luego de un viaje en todo terreno, en el cual iba custodiado a ambos lados, llegaron a lo que parecía una aldea, con altos portones improvisados con todo tipo de material.
—¿Saben lo que son esos seres?— formuló Jaden a la chica a su derecha.
—Sin mente, así los llamamos—.
—Pero ¿Saben lo que son?—.
—Una extraña mutación, un virus que ha afectado a todo Härik por medio de las cosechas, parece una bacteria, pero no sabemos como combatirla. Si la gente consume alimentos infectados, no sobrevive al siguiente día... Empieza a tornarse en esa cosa sin cerebro...—.
Su mente quedó en blanco.
—¿Es posible que se haya extendido al resto del mundo?—.
—Es seguro, somos una isla que exporta alimentos exóticos... No sería extraño que ya haya otros continentes enfermos— ante las preguntas, la chica se veía un tanto asustada, más allá de su aura intimidante.
Asintió, como si pudiera sentir su terror, lo que les esperaba no era fácil.
Finalmente aparcaron y salieron de allí, empezando a caminar por los dominios. Habían pequeñas casas improvisadas, como carpas indígenas.
—¿A dónde me llevan?—.
—Con Odis, él sabrá qué hacer contigo— con eso dicho, atravesaron la entrada de la única vivienda bien estructurada, iluminada por antorchas.
Cualquiera que fuera su destino, lucharía hasta el final. Volvería a ver a su madre y a su hermana aunque le costara la vida.