Capítulo Veintitrés: La punta del iceberg.

1798 Words
A Holly aún le molestaba mucho el brazo, le ardía de una manera poco usual, cosa que la mantenía de mal humor, como casi nunca solía estar. Arth intentaba por todos los medios ayudarla en eso, pero no podían hacer mucho estando en la situación en la que se encontraban, en un lugar desconocido con una nueva criatura queriendo devorarles afuera. Una criatura que más allá de estar infectada, era nada más y nada menos que uno de ellos, Peter, para ser más específicos. El observar dicha escena había sido un reto enorme, pues a ambos les afectó, incluyendo al canino, el cual huyó luego de caer en cuenta de en lo que se había convertido quien fuera su dueño y compañero temporal. Era triste pensar que un ser tan inocente como lo era un animal de su tipo estuviera solitario por los rincones, sabiendo o no que dos de sus dueños habían pasado por lo mismo, esa cosa llamada muerte, de la cual nadie estaba ileso. Justo cuando había encontrado una pareja que parecía quererlo, sucedía aquello para separarlos nuevamente. El par solo podía esperar que Teryon sobreviviera bien por su cuenta hasta que pudieran hallar la manera de encontrarse de nuevo. No permitirían que se escapara de tal manera, no cuando había significado tanto para el m*****o de la familia Rahal.  A esta familia siempre le envolvió un aura pesada, no porque fueran malas personas, pero todo el mundo sabía que nunca dejaban que su hijo saliera a divertirse, ni cuando era pequeño, ni mucho menos cuando creció. Solo que el grupo de amigos pensó que en realidad solo eran ellos quienes lo notaban debido a que eran inmaduros, pequeños o algo por el estilo.  Se supo que ese era el pensamiento de todo el pueblo cuando en las votaciones para la familia que fuera ejemplar de turismo en el área, ninguno escogió a los Rahal, y no porque fueran mal ejemplo, pues cualquiera podría jurar con los ojos cerrados que la mejor casa del condado era esa, siempre adornada con lujos, teniendo un local tan famoso y próspero en la planta baja y viviendo en un vecindario tan prestigioso. Aún así, la realidad fue otra, ninguno los eligió, y desde entonces, comenzaron a esparcirse rumores acerca de los ya mencionados, los cuales decían que era una familia extraña, que tantos lujos eran raros de ver, mucho más allí, donde la economía no parecía moverse muy activamente, mucho menos en comprar alfombras o decorar interiores. La gente que allí habitaba era simple, no se complicaban por cosas tan superficiales como la decoración. Mucho era que se encargaran de que los jardines lucieran presentables, solo por "el turismo". Aunque los visitantes iban bajando en cantidad con cada año que pasaba, era una realidad, y ya casi nadie se esforzaba en la estética, razón por la cual era incluso más sospechoso que el negocio siguiera viento en popa. Aquella familia parecía no salir muy a menudo, al único que se le veía siempre por los alrededores era al jefe de familia, quien se encargaba del local, pero este siempre andaba acompañado por agentes de seguridad, y esto lo hacía ver incluso más terrorífico. Casi nadie les dirigía la palabra, aparte de tener cierto repelús por los extranjeros, la gente de allí, encontraba a los Rahal más que simples seres humanos, los tenían tachados de monstruos, y mucho era que a Peter no le hicieran tanto bullying en el colegio, mucho había sido que hubiera conseguido un grupo de amigos. La mayoría se alegró cuando se enteró de que el chico había abandonado el lugar, pero no lo demostrarían, ya que un movimiento en falso y podrían acabar fácilmente con sus vidas. Nadie parecía querer eso, pero de alguna forma, siempre terminaban hablando mal de ellos a sus espaldas. No era que la familia no lo supiera, en especial el dueño de la casa, pero mientras no se metieran con el negocio ni directamente con sus allegados, no habría problema. Cada persona vivía una realidad distinta, y eso nadie podía negarlo. A pesar de todo, el tipo tenía sentimientos, y le dolió cuando su hijo se fue sin explicación, diciendo que no quería su asqueroso negocio ni nada que tuviera que ver con él. De todos modos, no perdía la esperanza de que algún día volviera. También por esa razón, llegaron a pensar lo pesado que sería informarles a los padres de que su adorado Peter había fallecido. Cuando ni siquiera tenían un modo claro de saber dónde podrían contactarlos, puesto que habían mudado de sitio el local. Siempre supieron que Peter escondía algún secreto, vivía huyendo de algo, ansioso y a veces nostálgico, pero ellos no se habían enterado por completo de lo que sucedía en su vida. No porque no fueran cercanos, pero era cierto que él se la llevaba mejor con Heather, quien había sido una muy buena amiga con él, siempre atenta y dispuesta a todo por defender lo justo. Se sabía que sentía resentimiento por su padre, incluso les había confesado que formaba parte de un negocio ilegal, pero no quiso dar detalles acerca de nada. Todos pensaban que lo que tuviera que esconder se lo habría contado a Heather, la cosa era encontrarla y esperar que la noticia de su muerte no le afectara tanto, y eso parecía ser mucho pedir. No solo por el hecho de encontrar a la chica, sino el que no le afectara la muerte de quien había sido su mejor amigo en el mundo.  A medida en que la pareja se iba adentrando al edificio, el cual habían logrado penetrar con aparente facilidad, se sorprendían de la cantidad de oscuridad que les abrazaba, pura y total como si la luz nunca hubiera dado en ese lugar. Ya era bastante extraño de por sí. El olor que inundaba el ambiente parecía ser humedad mezclada con agua estancada y óxido en un estado avanzado. Se preguntaron si era sano respirar allí abajo, ya que habían escalones, por lo que iban bajando cada vez más hacía lo desconocido. La única razón lógica para que hubieran entrado allí era por medidas desesperadas, y no sentían que pudieran salir de nuevo en dado caso de no encontrar un lugar seguro dentro de esas paredes. De nuevo, el protagonista, había sido el encendedor de la chica, el que mantuvo abierto para iluminar lo que fuera que estuviera frente a ellos. Lo que vieron sus ojos les dejó bastante mal. Habían lo que se llamaban esporas dentro del lugar , Arth lo había aprendido en clases de biología, se trataban de una especie de aire contaminado que creaba grandes órganos que iban aumentando de tamaño, todo generado principalmente por un primer virus.  Lo curioso de estas esporas es que venían de la tierra, así que había al final del recorrido de las escaleras, un gran hoyo de tierra aparentemente excavada, de donde provenía claramente la infección del lugar. Así que no era un edificio por completo, se había desgastado debido al mencionado virus que afectaba la tierra de algún modo, extendiéndose de manera estrepitosa en lugares oscuros y húmedos, justo como crece el moho. Esas eran las conclusiones que podían extraer de lo que estaba sucediendo. Ambos se miraron con una expresión que denotaba severa sorpresa, pero no pudieron mencionar palabra, ya que de inmediato escucharon un ruido no tan lejano, en alguna de las salas que podían verse a lo lejos, pasando el gran hoyo. Cuando la chica alumbró hacia donde provenía el sonido, lo que observaron fueron pequeños ojos color rojo intenso, mirándoles desde una oscuridad total, esto fue acompañado por un gruñido, así que cuando sintieron que la criatura, fuera lo que fuera, dirigió todo su peso hacia ellos, no les quedó más opción que correr hacia dentro del hoyo, que parecía ser un túnel, extendiéndose hasta donde solo Dios sabía. La pelirroja se encontraba en un estado de miedo absoluto y shock total, era demasiada información para asimilar de un solo viaje, y no es que el castaño estuviera mejor, en realidad, no había manera de describir correctamente la manera en la que se sentían, sin embargo, no había momento para pensar en ello, lo importante era sobrevivir ante todo. Los sentimientos podían esperar. Ambos recorrieron las diferentes bifurcaciones que tenía el túnel gigante a toda prisa, con el corazón en la garganta, sintiendo los pasos de la criatura desconocida cerca de sí, por lo que sus latidos iban a mil por hora, casi cegándoles la visión. El aire allí dentro era tan denso que no se sabía cómo estaban logrando avanzar más rápido que la criatura que asumían vivía allí dentro. Holly comenzó a toser, y lagrimear, por lo que supo que el chico no tardaría en entrar en el mismo estado, pero sacó fuerzas de donde pudo y guió ella el camino, aunque tampoco lo conociera.  Minutos después, llegaron a lo que parecía ser una salida, tapada por algunas ramas, pero lograron liberarse de ellas y escapar. Al salir, se toparon directo con la luz del día, pero ya no se encontraban en el edificio, sino en un lugar un tanto apartado de la civilización, más hacia una especie de selva. Ambos se cegaron por la luz del día, pero comenzaron a toser incluso más fuerte. Después de unos segundos de haber sacado de su sistema lo que parecía ser una densa capa de moho que habían respirado, fue que Arth pudo observar todo a su alrededor. Le hizo saber a la chica que lo mejor sería irse de allí cuanto antes, pues no sabían si la criatura les seguiría aún afuera. La pelirroja accedió, así que cuando se levantaron y caminaron pocos pasos, una especie de trampa de animales cayó encima de ellos, se trataba de una jaula hecha de lo que parecía ser bambú, así que ambos se miraron entre sí, confundidos. El miedo les invadió cuando divisaron sombras desprenderse de las alturas de los árboles, como si se tratara de animales. Cuando tuvieron de cerca una de las sombras, cayeron en cuenta de que era una persona, y que no parecía estar contagiada.  Estas personas se hallaban vestidas únicamente con pocas telas que cubrían lo necesario. Tenían un color de piel bronceado y ojos rasgados, cabellos negros completamente lisos y llevaban la piel pintada con patrones en color rojo.  Al parecer, se trataba de una r**a autóctona de la isla.  Quien parecía ser el jefe, se acercó lo suficiente para comunicarse, pero no lo hizo con ellos, que en dado caso, tampoco podrían comprenderlos, ya que tenían su propio dialecto. Holly y Arth se tomaron de las manos, manteniendo fuerte la unión entre ambas. Fuera lo que fuera que desearan hacer con ellos, se mantendrían juntos.
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