-Señorita Mendez, puede pasar- me levanté de las incómodas sillas a donde había sido desechada luego de que los presentes se reunieran para deliberar entre ellos que no y que sí hacer conmigo. Estaba nerviosa pero no podía demostrárselo a nadie, entré de nuevo en la sala y estaban las mismas personas, sólo que esta vez, la petulante cara de la psicóloga Luisa no enfocaba mis ojos, no miraba más allá que de sus archivos, quise reírme, sólo un poquito. -¿Y bien?- dije sin sentarme, el coronel estiró el brazo invitándome a sentar donde antes estaba y caminé hasta ahí para hacerlo, miré frente a frente al detective Malor quién no me quitaba los ojos de encima ni un segundo. -Señorita... Creemos fielmente en su versión de los hechos. Aún cuando se ha negado a declararse culpable del homicid