Capitulo Tres

1425 Words
Le corté las alas al ángel más hermoso y no le dejé volar, la llevé a vivir en mi infierno y se quemó con el fuego de mi condena.  Stuart No le desactivo el GPS al auto para poder distraerlos, necesito que su atención se dirija hacia otra parte, por lo que me voy directo al aeropuerto y compro un billete bajo otra identidad, un vuelo interno, por lo que no necesito de mayor documentación. Realizo todo el recorrido hasta la puerta de abordaje, pero al estar dentro del avión voy a la zona de carga, escabulléndome sin que las aeromozas se den cuenta de mi presencia; en poco tiempo llego a donde está todo el equipaje y salgo antes de que la compuerta se cierre. El tipo del montacargas que se aleja de la nave me observa con curiosidad, pienso ignorarlo, pero si los chicos vienen por mí, es muy probable que diga algo, por lo que al final decido acercarme y ofrecerle el dinero que llevo en la billetera, todo con tal de que no hable. Le aseguro que no tiene nada de que preocuparse con respecto al vuelo, y a pesar de mostrarse algo dudoso, al final termina aceptando el par de billetes, no sin antes advertirme que si llega a suceder algo no se quedará callado. Asiento comprensivo y le aseguro que no sucederá nada, al menos no por mí. No entro de nuevo al edificio del aeropuerto, sino que salgo a través de la reja que separa la pista de la carretera, donde ya me espera mi auto. Max no conoce la existencia de este vehículo y es muy probable que, aun pasando a su lado, no logre identificar que es un arma de guerra. Es uno de mis pasatiempos favoritos: hacerle modificaciones a los vehículos que utilizamos para hacerlos pasar desapercibidos cuando circulan dentro la ciudad. Este, por ejemplo, es una camioneta Jeep de cauchos perfil alto, y nadie imagina que en su interior hay un arsenal de armas, las personas creen que solo es un auto preparado para competencias en barro. Me subo a la camioneta y verifico que todos los vidrios estén arriba antes de arrancar en dirección a una guarida secreta, no me gusta tener secretos con mis amigos, sobre todo con Max, que siempre está a mi lado, pero a veces necesito tener un espacio para estar solo y pensar en todo lo que ha significado tomar la decisión de vivir este tipo de vida; tal vez estaría mejor viviendo con mi hermana, nunca habría conocido a Andrea y ella seguiría con vida. Pero si miro atrás me doy cuenta de que cada una de las situaciones que he vivido me han hecho el hombre que ahora soy, y el arrepentimiento desaparece. Necesito un trago. Las manos me empiezan a temblar más fuerte a medida que la ansiedad por beber aumenta. Si lo último que haré en esta vida es vengar su muerte, entonces saldré de este maldito vicio y acabaré con los responsables, luego, si ella viene por mí para hacerme descansar a su lado, entonces moriré feliz porque habré visto su rostro por última vez. Piso el acelerador para llegar lo más rápido que pueda, estoy seguro de que guardé una parte del suero que Max usó con Mary, apuesto a que eso es lo único que podrá ayudarme a controlar la necesidad de ingerir licor. Llego a la guarida y me aseguro de que todo esté tal como lo dejé la última vez que estuve aquí. Andrea era la única que tenía conocimiento de este lugar, a ella la traje y le mostré muchas de las cosas que hago, aquí le prometí protegerla con mi vida… y le fallé. Entro y voy directo al contenedor, algunas sustancias se mantienen a una temperatura agradable, tomo el suero y lleno una jeringa, limpio con alcohol mi brazo y me inyecto, luego espero a que la naturaleza tome su decisión sobre mí. Esta solución no es como las que colocan en los hospitales, que es básicamente para tratar la sobredosis, esta fórmula contiene una serie de componentes que ayudan a reprogramar el sistema y las células, de ese modo se desecha rápidamente la necesidad de ingerir bebidas alcohólicas o drogas; fue lo que usamos con Mary cuando fue expuesta a la heroína, aunque con ella funcionó mucho más rápido porque su exposición no fue tan prolongada como la mía. Andrea estaría avergonzada, no sé en qué momento me perdí y me dejé controlar por la frustración de haberla perdido, pero me voy a levantar, no voy a descansar hasta ver a los culpables destruidos. Caigo de rodillas, apoyándome sobre mis manos, porque un dolor intenso y profundo me atraviesa el pecho. Convulsiono y de mi boca empieza a salir una especie de espuma. Me mantengo consciente mientras que por mi cabeza pasa la idea de la muerte. De pronto siento que alguien me sujeta por las axilas y me arrastra hasta la cama, me deja sobre esta y se retira. Escucho que revisan y rebuscan con desespero, hasta que siento un piquete en el cuello que me hace sumirme en un sueño tranquilo y profundo. Me parece haber regresado al pasado, cuando la conocí, siempre detrás de ese abogado petulante que ahora forma parte de mis amigos, seria y distante, cumpliendo con prontitud las órdenes que Richard Mobasseri le daba. También recuerdo el día que la seguí y me subí a un avión sin que ella se diera cuenta de que yo estaba varios asientos detrás, espiando cada uno de sus movimientos, detallando la belleza de su rostro, grabando en mi mente el sonido de su voz para siempre. No fue casualidad que yo llegara a su casa con la excusa de ayudar a su amigo. No, en realidad quería volver a sentir el calor y la suavidad de sus labios. Max se había dado cuenta de mis intenciones y no me detuvo, a pesar de que muchas veces me dijo que ella merecía sinceridad y mucho más que una noche, pero solo fue hasta que entendí que la amaba y que no podía darle lo que ella se merecía cuando entre los dos surgió la oportunidad para intentarlo. De pronto escucho sus gritos, me pide que salgamos del medio de ese maldito ataque, uno que surgió de la nada. La desesperación me invade cuando me veo fuera del auto sin ella, la desolación me ataca por el sonido de la explosión, uno que eclipsa todo el lugar. Max y yo huimos para tratar de salvarnos. Llegamos con vida a casa de nuestros amigos, pero por dentro, yo ya había dejado de existir… Despierto de golpe, sintiendo la mente despejada y más clara, no siento la misma pesadez que he tenido los últimos meses y que me había mantenido sometido. Me incorporo y compruebo que efectivamente estoy en la cama donde tantas veces ella y yo soñamos despiertos, pero no veo a nadie a mí alrededor y estoy seguro de que yo no llegué hasta aquí por voluntad propia. Me levanto y cojo el arma, me preparo para disparar mientras salgo despacio, cuidando que no me tomen por sorpresa. Miro a todas partes antes de avanzar, sin embargo, al llegar a la cocina casi me caigo de culo al ver a Max, que ha entrado sin ser invitado. Más que un amigo o un hermano parece la esposa fastidiosa a la cual no se le puede ocultar nada. —¿De verdad piensas que puedes engañarme? Olvidaste borrar las imágenes de vídeo del aeropuerto, asumo que fue culpa del alcohol que nubló tu cerebro —bufa arrogante—, sabía que vendrías a este lugar y sé lo que significa para ti, nada más quería comprobar que estuvieras bien, pero ya que estoy seguro de que no continuarás acabando con tu vida, me voy, necesitas estar solo contigo mismo y volver a ser tú. Yo vendré en el momento que me necesites —añade mientras se pone de pie para irse—. Por cierto, dejé las inyecciones preparadas con las dosis correctas. —Se gira en dirección a la salida. —Gracias, dale un abrazo a Mary de mi parte, dile que estaré bien, en cuanto acabe con esto la veré —Asiente y se marcha. No sé si les pida ayuda, la verdad es que esta vez prefiero trabajar solo, aprovecharme de mí mismo y explotar mi conocimiento al máximo para encontrar a los culpables de mi desgracia. Sé que puedo lograrlo solo.
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