Epígrafe, Prefacio, Prologo
Es inevitable traer tus recuerdos a mi mente y no sentir cómo caen las lágrimas de mis ojos, me siento seco por dentro, muerto en vida, tal vez. Quiero pensar que todo ha sido una maldita pesadilla de la que pronto despertaré y estaremos juntos.
Por suerte todavía quedan sueños en los corazones vacíos.
Prefacio
Stuart se había convertido en una sombra que deambulaba sin rumbo fijo, se escondía de sus amigos, se hundía en el alcohol y se convertía en un mueble sucio y deforme cada vez que sus piernas ya no podían sostenerlo. Su atractivo había cambiado, ya no era el mismo hombre fuerte y arrogante que era capaz de someter al mundo entero solo con mover un dedo.
No, ahora era solo un fantasma que vagaba perdido y sin sentido en este mundo, que le huía al dolor, a la pena. Juró vengarla, sin embargo, su corazón se había quedado sin fuerzas para seguir sobrellevando su miserable vida. Se aislaba, les daba la espalda a sus amigos, se adentraba en recuerdos, en el sonido de su risa que coloreaba toda su existencia y en esa última mirada antes de perderla.
Se asomó a la ventana cuando el sonido de los neumáticos derrapando le hicieron apartar la mirada de la botella, entonces los vio a todos, a los ocho hombres que juraron nunca dejarlo solo y a la chica que una vez le prometió que siempre estaría para él, sin importar si tenía que sacrificar su propia vida.
Los únicos hermanos que tenía, la familia que había formado desde que decidió alejarse de su propia hermana para protegerla; sabía perfectamente que no había un solo rincón en el mundo en el que se pudiera esconder sin que ellos lo encontraran.
Se dejó caer en el piso con la espalda apoyada a la pared, desde ahí parecía que nada pasaba, sin embargo, su mirada estaba fija en un único punto, su arma cargada apuntaba hacia la puerta, no había un día en el que la bala que estaba por salir del cañón no estuviera lista para entrar en su cráneo, pero en su pensamiento todo se silenciaba cuando una luz de esperanza, un grito interno y egoísta, evitaba que se arrancara la vida para llegar hasta ella.
El disparo resonó cuando la puerta fue abierta, la bala impactó en el dintel, provocando que un poco de polvo cayera sobre la cabeza de su amigo Maxwell, que había sido el primero en entrar. Este le ofreció una mirada llena de pena, nadie podía comprender cuánto sufría, todos tenían a sus mujeres, en cambio, él había perdido a la suya y ninguno pudo evitarlo.
Stuart deseaba morir, pero la vida era tan injusta que pronto lo haría pelear una batalla más.
Prologo
Seis meses atrás…
E
Es hora de que empecemos a trabajar en la dulce Andrea. Casi ha perdido la razón por completo, así que no veo por qué no empezar a experimentar con ella, después de todo, se le ha sometido a distintos tipos de tortura para llegar hasta este momento. Es tiempo del tratamiento principal, con el que al fin lograré tener lo que deseo: el arma perfecta para acabar con el maldito que destruyó a mi hermano.
Lo haré sufrir de maneras inimaginables
―Sáquenla del agujero en el que está, báñenla y vístanla con ropa limpia ―ordeno a mis hombres―, y por favor, no se olviden de usar agua helada ―indico, antes de que se la lleven por la fuerza.
Mando a llamar al doctor encargado de convertir al animal mugroso que tengo encerrado desde hace seis meses en una mujer diferente.
La mujer que acabará con Stuart James por mí.
―Señor, ¿me mandó a llamar? ―pronuncia el doctor que hace un tiempo perdió su licencia por prácticas poco éticas, pero que a mí me sirve para llevar a cabo la manufactura de mis productos.
De más está decir que se ha ocupado de suministrarle diversos cocteles que inhiben el sueño, otorgándole alucinaciones prolongadas, en distintas ocasiones han tenido que hacerle un lavado estomacal porque se ha comido su propio excremento; esa maldita me obligó a instalar cámaras para tenerla monitoreada a cada segundo, no me conviene perder por un descuido a mi mejor arma en contra del asesino de Frank.
―Así es, quiero que inicie con el electrochoque ―anuncio, como si eso fuese algo normal y obvio, aunque he venido hablándolo durante algún tiempo con él.
Ese método de tortura consiste en la aplicación de descargas eléctricas en la totalidad del cuerpo, o bien, en zonas específicas, en este caso serán dirigidas directamente a su cerebro para ocasionar que su sistema nervioso se atrofie, de manera que los recuerdos que mantiene, si es que aún recuerda algo, desaparezcan al dañar el hipotálamo. Ese método se utilizó con prisioneros durante las guerras con el fin de sacar información, sin embargo, muchos morían antes de poder decir algo que delatara a su nación.
Pero yo no quiero que muera, solo quiero que su cerebro quede vacío para poder colocar en él la información que me dé la gana.
―¿Usaremos los cocteles? ―cuestiona.
―Por supuesto, quiero dejarla totalmente en blanco para luego convertirla en un arma de destrucción masiva ―contesto.
Una hora después nos encontramos en el laboratorio, donde una mujer desorientada y con evidente miedo, agita los ojos de un lado a otro sin poder moverse de la mesa de trabajo a la que está atada. Me quedo observando el procedimiento con un placer indecible.
Lo primero es colocar distintos cocteles de droga que al entrar en su sistema provocan enseguida que sus pupilas se dilaten y que empiece a gritar y a llorar como un animal salvaje porque está viendo cosas en su mente.
Se agita y se estremece con fuerza, pero todo es en vano, posteriormente el doctor toma dos pares de electrodos y los acomoda a un lado, para posteriormente fijar un par de los mismos a su cuero cabelludo y tomar el par restante y manipularlos con sus manos distribuyendo la descarga eléctrica por la cabeza de la mujer. El cuerpo de Andrea se despega de la plancha formando un arco con su espalda antes de que el monitor de aviso de que algo está ocurriendo en su cerebro, ella empieza a convulsionar con un ataque epiléptico.
Su cerebro se ha convertido en un lienzo en blanco y eso es perfecto.