Capitulo Cinco

1460 Words
La vida suele ser tan discordante e ilógica que su sentido se pierde al buscarlo, así como yo me he perdido miles de veces buscándote entre las sombras de la noche. Maxwell Me preocupa que Stuart se pierda definitivamente, aunque admito que ha dado un paso positivo gracias a las palabras de Mary, también acepto que necesita estar a solas y volver a ser el de antes, a su ritmo. Sé que nunca podrá superar lo que le pasó a Andrea, es que creo que ni yo podré olvidarlo alguna vez. Todo fue tan rápido, no tuvimos tiempo para reaccionar de ningún modo, íbamos prácticamente desarmados y fue un verdadero milagro que, tanto él como yo, lográramos salir con vida; aunque pienso que hubiese sido mejor para él morir a su lado. Antes de irme me aseguro de que su guarida secreta se encuentre bien protegida y enlazo el sistema de seguridad a mi celular, eso en caso de que quieran penetrar el sitio poder detectarlo a tiempo. No me importa si le dije que le daría su tiempo y espacio, es mi amigo y no pienso dejarlo solo bajo ninguna circunstancia. No me inmiscuiré en sus asuntos, pero tampoco me haré el ciego, si él me necesita estaré a su lado, sin importar que no me haya pedido ayuda, prefiero pelear con un hermano vivo que llorar a uno muerto. Al llegar a casa de Rogert me encuentro con Esteban, Tom y Zack también están allí, tratan de hacer lo posible por conseguir a Stuart, pero sin importar lo que hagan no darán con él, cuando quiere que lo encuentren deja un rastro solamente detectable para sus amigos, no obstante, esta vez no les dejó la información suficiente. Por suerte, hace tiempo, descubrí ese escondite por casualidad; Stuart y Andrea tomaron mi auto personal sin decirme y ese vehículo cuenta con sistema de navegación, además es fácil hackearlo. Le instalé un rastreador con sistema de audio y vídeo que guarda la bitácora de los lugares en los que ha estado, esto con el fin de poder tener en archivos cualquier detalle que se me escapara cuando me tocara entrar de infiltrado para recabar información antes de ejecutar un trabajo. En fin, de ese modo fue como me enteré del lugar al que iban cuando se desaparecían por horas, entiendo que necesitaban tener privacidad, y no le veía nada de malo, muchas veces me sentí culpable de obligarlos de algún modo a llegar a esos extremos. Si tan solo no me hubiese contagiado de la paz que Andrea desprendía, las cosas no serían como lo son ahora y ella estaría viva. Muy en el fondo anhelo tener esa vida tranquila y sin peligros, aunque no podría estar por mucho tiempo alejado de la acción… vuelvo a la realidad cuando escucho que Zack, dice una de sus típicas estupideces que me hace rodar los ojos. —Entonces, ¿vas a hablar o seguirás soñando despierta, princesa? —repite. —Solo vine a decirles que no sigan buscando a Stuart, él necesita estar solo y aclarar su mente —señalo con toda la seriedad que poseo—, él estará bien, nada más nos queda esperar el momento para actuar —añado. —¿Dices que vamos a cuidar su espalda sin acercarnos ni saber dónde está? —inquiere Zack. —Sabes que lo haremos, que vamos a estar para él, pero es muy difícil hacerlo sin saber dónde está, ni cómo, ni dónde, ni cuándo tenemos que estar, tienes que darnos más información —menciona Esteban. —No sería la primera vez que entramos en acción sin saber absolutamente nada —bufa Rogert—, todos tenemos que confiar en nuestro amigo y estar listos cuando llegue el momento —agrega, entendiendo la situación. Todos asienten. —Entonces vayamos por cervezas, ya me cansé de estar aquí perdiendo el tiempo —propone Zack de manera exasperante—, los que necesiten permiso tienen cinco minutos para ir con sus respectivas dueñas, luego regresen. —Como se nota que no ha llegado la que le ponga el collar que lo controle. —¡Cállate, imbécil! Sí, voy a ir con mi esposa, pero no a pedirle permiso, sino a informarle en dónde estaré —exclama Tom con cara de angelito obediente. —Yo iré por mi cuñado, por Fer y Richard, para que pidamos permiso los tres —alega Rogert sin ninguna vergüenza. —Yo ya le envié un texto a mi esposa y dijo que no había problema —anuncia Esteban mientras guarda el aparato en el bolsillo de su pantalón, al tiempo que todos se giran hacia mí, esperando a que diga algo, pero yo no tengo perro que me ladre. —Yo continúo soltero y sin compromisos —digo, y me encojo de hombros—, soy dueño absoluto de mi vida. No digo que no vaya a estar en la posición de ellos algún día, pero por lo pronto soy quien gobierna mi propia vida y no tengo por qué darle santo y seña a nadie de lo que hago o dejo de hacer. Observo cómo cada uno se retira a ejecutar lo que han dicho mientras Zack y yo nos quedamos esperando a que regresen. No sé cuál de los dos caiga primero, pero de lo que sí estoy seguro es, que quien quiera que sea la mujer ideal para él, le dará con todo y lo hará tragarse sus palabras; nada más espero estar presente cuando se ande arrastrando por amor. —Sé lo que piensas, pero no. No estoy dispuesto a tener la misma vida de esos tres, lo mío es la acción, derramar sangre a diestra y siniestra, asesinar y salir victorioso. No me da miedo morir algún día, es mi vida y no la cambiaría nunca por la vida doméstica y tranquila a la que se han acostumbrado nuestros amigos. Por esa razón es que sus mujeres siempre corren peligro y son el blanco fácil de todo —argumenta muy seguro de sus palabras, pero siento que hay un amargo motivo detrás de toda su fachada—, me hace feliz verlos felices, pero me aburro de no estar haciendo nada que encienda la adrenalina dentro de mis venas, algo que me haga sentir que camino al filo de la muerte. Creo que de algún modo también me estoy adaptando a esta pasividad segura y engañosa—añade, y deja caer los hombros en señal de insatisfacción. Niego con la cabeza y suelto un sonoro suspiro. —Yo que tú no escupiría hacia arriba, estoy seguro de que en alguna parte está esa mujer que te hará querer ir al infierno con tal de tener el poder de hacerla feliz cada día —aseguro con una sonrisa de medio lado. ―Tus ojos jamás verán semejante locura, así que mejor vete haciendo a la idea de que seré el único soltero del grupo, y quizás también sea quien se quede con todos los juguetes ―proclama seguro de sus palabras, pero la vida nunca es como queremos, ella tiene sus propios caprichos y a nosotros no nos queda más que someternos a su voluntad y aceptarla tal como venga. ―Bueno, vámonos, estamos listos ―anuncia Rogert, que aparece con los tres que fue a buscar. ―Les advierto que tengo permiso hasta las tres de la mañana ―suelta Fernando. ―Yo a hasta las dos ―menciona Richard. ―Los demás ni hablen, mejor nos quedamos a beber aquí ―sugiero aburrido. ―Yo no pienso quedarme a beber aquí, iré a un night club a mirar chicas, de esas que están como Diosito las envió al mundo ―advierte Zack mientras se encamina hacia la salida. Voy detrás de él mientras los demás se quedan mirándose las caras, decidiendo en silencio si vienen o no. ¡Por Dios, sus mujeres son tan…! Bueno, ellos las aman que es lo importante, pero ver no significa pecar. Además, en el camino podemos decidir ir a otro lugar en el que no hallan mujeres desnudas o con poca ropa, aunque no me agrade la idea no ir a ver uno de esos espectáculos que tanto bien le hacen a la vista. Al final deciden ir y partimos en tres autos. Debido a la situación preferimos no despegarnos de nuestras armas, por lo que cada uno lleva una pistola en la cintura, no sabemos dónde ni cuándo aparezca el enemigo. En este punto me parece que todas son injustas con sus esposos, unas descaradas e hipócritas, ellas suelen ir a ver hombres en ropa interior sin ningún remordimiento y no creo que se atrevan a negarlo en mi cara, no tienen como hacerlo.
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