Al llegar, todos están en las calles a la espera de la joven acusada, las noticias corren como agua en ese lugar. Jacqueline intenta esconder su cara en el pecho de Morgan. ―Tranquila, no permitiré que te lastimen ―le susurra el hombre en el oído. Morgan desciende de su caballo y ayuda a la mujer a bajar. Sin más preámbulos y con rapidez, la ingresa a la oficina del sheriff. ―No puedo creer que la hayas mandado a buscar como si fuese una delincuente cualquiera ―espeta el hombre al oficial. ―¿Qué quieres decir? ―La traían atada, Donovan. ―Yo no di esa orden. ―La di yo ―interviene Watson. ―¿Por qué hiciste eso? Solo queremos interrogar a la joven, nada más. Ni siquiera estamos en un proceso. Nada hay que implique a la señorita Smith en el asesinato ―indica condescendiente el