Capítulo 13

1344 Words
—Una amiga, hacía algún tiempo, me estaba hablando de Valencia. En ese entonces vivía en la capital: Caracas, mi amiga me convenció de irme con ella de la casa. Yo estaba muy convencida de que todo iría bien, me dijo que tenía contactos con unos amigos, donde entraría a una escuela de modelaje de Paris con sede en esta ciudad Valencia. Y si, cuando llegamos los hombres eran procedentes de Francia, lo supe de inmediato por el acento. Ellos con sus encantos nos envolvieron a mi amiga y a mí. Nos compraron prendas lujosas, las cuales nos hacían modelarles a diario. Muchas veces entraban al vestidor, cuando estábamos desnudas, diciendo que debíamos estar acostumbradas que era parte de la vida del modelaje, siempre debíamos estar propensas a que nos vieran desnudas. Luego que empezamos a sentirnos cómodas con ellos, trajeron otros amigos, los cuales, nos veían desnudas; ellos les daban dinero a nuestros amigos franceses. Con el tiempo llegaron más chicas, ya esto no parecía en nada una escuela de modelaje: pues las únicas clases que recibíamos era de una mujer, la cual parecía estríper, nos enseñó un par de movimientos que debíamos hacer en tarima; pero todo consistía en ir quitándonos las prendas, mientras bailábamos. Mi amiga aceptó encantada, pero yo no estaba cómoda con esto ya. El francés; así le llamaban, me llamó aparte, después de yo armar un show en el camerino. —Femme —lo que significa mujer al español— Si no quieres ser parte del espectáculo, allí está la puerta amour, pero no hables así delante de las demás femme, porque estarás en problemas; allí esta la puerta —me dijo señalando la puerta, al rato llegaron dos hombres con armas en sus cinturas, con los brazos cruzados, bloqueando mi camino hacía el vestidor, o hacía mi habitación —si entras calladita —dijo con el dedo índice en los labios —y si te vas no pasa nada, no pasa nada —dijo acariciando mi cabello. En ese momento mis pies estaban sobre la tierra, había vivido en un mundo rodeada de mafiosos, y no me había dado cuenta, solo por llevar ropa costosa, y beber hasta no saber de mí. Mi amiga estaba allí, yo quería llevarla conmigo. —Pero Arianna… El francés solo negó con la cabeza. Debía tomar una decisión en ese momento. estaba segura que si entraba en ese momento, no podía convencer a mi amigo ¿o quizás sí? Ese día solo me di la vuelta, buscando la salida, mientras el francés solo dijo —Ya saben qué hacer. Al escuchar esas palabras corrí como nunca, conocía muy bien la casa, salté desde una ventana y caí sobre la piscina sumergiéndome, la piscina era muy lujosa, estaba diseñada en caracol, gracias a que mi padre me había inscrito en natación desde niña, soy muy ágil, nadé muy rápido, quizás dispararon, quizás no. Salté la cerca y me encontré en la calle, una mujer venía en un vehículo pequeño, recuerdo me dijo que entrara, me llevó a su casa, me preparó un té y dormí allí en la noche. Al llegar la mañana cuando estaba a punto de irme, llegó el hijo de la señora Rodríguez, fue un flechazo de inmediato o eso pensé, mi corazón aún no estaba completamente dañado del todo. El me dijo que me quedara unos días, luego de contarle mi vida pasada, me llevo al bosque a ver el lago, y allí trató de abusar de mí, quizás me hubiese acostado con él ese día, si me lo hubiese propuesto de otra forma, sin embargo, no fue así. Le di un golpe en la cabeza con una roca, pensé que había quedado inconsciente, llegué a la casa corriendo temblando. —¿Dónde está Jacob? —me preguntó su madre. Le conté lo que había pasado, pero obviamente era su hijo. Al rato escuché unas sirenas, yo seguí huyendo, al parecer mi vida sería así, yo lo había decidido. A los días caminando por la calle, me paré en un kiosko, no tenía ni para comprar un periódico, llevaba tres días sin comer, estaba débil, mi corazón se paralizó al saber que mi retrato estaba en el periódico, Jacob había muerto desangrado a causa del golpe por el objeto. Yo solo me había defendido, era la peor injusticia de la historia, su madre se había encargado de contar la historia a su modo, y claro, solo quería calumniarme y vengarse de alguien, seguramente maldijo el momento en el que me conoció. Tenía mucha hambre, creo que pasaron un par de días más, sentía que me desmayaría, cuando algo me trajo de nuevo a la realidad, al encontrarme de nuevo con Arianna, estaba en una esquina, vestida como prostituta; ella al verme, se le salieron un par de lagrimas y me llevó a un callejón con mucha agilidad. —Pensé que habías muerto —me dijo. —¿Qué haces así? —Ya ves, las cosas cambiaron —me dijo mientras apretaba los labios —las reglas del juego son otras. —Vente conmigo. —No creo amiga —al menos yo tengo comida en la mesa todos los días —además me pagan —toma —dijo sacando de sus tetas trescientos bolívares entregándomelos —solo huye. —Ven conmigo —le volví a repetir. —Ya es tarde, mi vida ya no es la misma —dijo agachando su cabeza —aprovecha de irte que tu corazón aún es algo puro. —No quiero el dinero, te quiero a ti. —Lo vas a necesitar, además de donde salió esto, hay más, solo cierro los ojos, y pienso como habría sido mi vida de actriz o modelo, y luego cuando todo ha pasado, tengo dinero encima. —Lo siento, debí devolverme por ti. —No, así esta bien, al menos tú, tienes una vida por delante, sino seriamos dos. La voz de un hombre retumbó, y me paralizó. Era el otro francés, cuando me vio. —Mirra tuuu —me dijo señalándome con el dedo. Pero Arianna se le paro al frente, la cual la cachetearon como si fuera una mosca, el hombre venía directo a mí, pero ella se subió en su espalda, agarrándolo por el cuello, ahorcándolo fuertemente, mientras gritó: —Solo huye. Salí corriendo, gire hacía atrás en varias ocasiones, el hombre logró librarse, y a lo lejos vi como ella, recibió muchas patadas en su abdomen, quise regresarme, pero que podía hacer yo, una mujer débil, la cual llevaba varios días sin comer. Corrí tanto, que al otro día amanecí en un callejón, tenía el cabello completamente húmedo y mi ropa, pues una señora del quinto piso, me había lanzado una cubeta de agua, la cual no se inmuto en lo absoluto cuando levanté el rostro, aún aferraba en mi mano los trescientos bolívares, el puño lo tenía completamente cerrado. Fui de tienda en tienda, pero me iban cerrando la puerta, pues mi atuendo no era el más adecuado en ese momento, hasta que un hombre al entrar en una me dijo:  —¿Tiene dinero? —mirándome a los ojos. —Yo abrí mi puño mostrándole. —Adelante señorita —me dijo —Ana por favor atiéndeme a la señorita y llévala atrás para que tome un baño.  La mujer me miró —ven conmigo por favor —lo dijo tan normal, como si todos los días los clientes se bañaran en su tienda. Yo seguí a la mujer, que me llevo a un baño, el cual tenía jabón y unas toallas. —Le traeré algún tipo de prendas y tu elijes ¿Qué tipo de ropa quieres? —La más costosa. Algo había aprendido de todo esto, los hombres le gustaban mi cuerpo y mi belleza, y conseguiría lo me propusiera, recuerdo ese día, solo compré un vestido, y unos zapatos de tacón alto blancos, unos zarcillos y una cartera, y gaste doscientos noventa bolívares, solo me quedaron diez en la cartera. Le di las gracias al dueño de la tienda. 
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