Capítulo 18

1016 Words
—¿Cuál es tu nombre? —le dijo Mario al décimo hombre que había entrevistado en el día. Mario aún no encontraba la musa que buscaba dentro de todas estas personas, aún su carpeta de borradores, solo permanecía con una hoja, en la que se encontraba plasmada una línea. —Tengo muchos nombres dijo un hombre con ojos saltones que no había accedido a sentarse, sino que caminaba de aquí para allá: era muy inquieto. —Bueno con uno me basta —dijo Mario no dándole mucha importancia al comportamiento de este hombre. Mario estaba sereno allí sentado en su silla, muy relajado anotando en sus hojas, a simple vista, parecía más bien un psicólogo, que un escritor en busca de alguna buena historia. —Me llamó Tony —dijo el hombre cambiando el tono de su voz, a una voz apacible y sumisa, la voz sonaba algo nerviosa y entrecortada. —Muy bien Tony ¿A qué te dedicas? —Soy conta…dor. —¿Cuál es tus hobbies? —No, tengo ninguno. —¿Tienes alguna película favorita o libro? —No. —¿Estas casado? —Si. —¿Cómo se llama tu esposa? —Carolina. —Muy bien. —¿Cómo es tu relación con ella? —Es muy buena. —¿Cómo se conocieron tus padres? —¡NO TENGO PADRES! La voz de Tony había aumentado dramáticamente, y se había movido muy veloz, a tal punto que había quedado frente a Mario, matándolo con su gran aliento. Mario solo se limitó a escribir. —Muy bien Tony entonces, eres huérfano. —No me llamó Tony —dijo su furiosa voz, que golpeó el suelo con sus pies, e hizo temblar un poco el apartamento. —Me acabas de decir que te llamas Tony —dijo Mario mirándolo a los ojos —los ojos de este hombre habían cambiado de castaños a amarillo. Mario miró el bombillo que guindaba en el techo, y lo vio algo más opado, restregándose un poco los ojos, pues el cansancio lo estaba venciendo en ese momento. —¡Me llamo Binard! —Entonces te llamaré Binard ¿Podrías contarme? Ya sabes lo de que no tienes padres. La respiración de Binard había aumentado dramáticamente y Mario no quería darle más razones para que se molestara. Binard se tocó la cabeza, dando unos pasos hacia atrás, agarrándose de unos libros, los cuales cayeron al suelo, parecía que Binard, había perdido el equilibrio. Mario corrió rápidamente a recoger los libros del suelo, sacudiéndolos rápidamente los colocó de nuevo en su sitio. —Hace mucho tiempo, antes de que el mundo existiera, nosotros las criaturas del mal nos apoderamos de la tierra, habíamos viajados miles de años luz, hasta que llegamos a este mundo fértil y próspero. Nos apoderamos de cada recurso mineral, pero luego Milican comenzó a poblar la tierra, creando humanos destructores. Lo primero que aprendieron las bestias fue a crear el Kamael, lo que hoy se conoce como fuego. El mundo comenzó su cuenta regresiva consumiendo en llamas hermosos bosques —Binard aspiró un poco, hacía la pila de libros que Mario tenía allí —así como tú, que usas arboles en tus manos, destructor —Binard corrió hacía Mario en ese momento; Mario se quedó quieto en su silla. —¿Quién eres tú? —le dijo Mario a Binard. —Soy teresa —dijo haciendo una reverencia agachándose levemente y subiéndose unos pocos centímetros una falda imaginaria. —Muy bien Teresa, por favor toma asiento. —Claro —dijo, su tono de voz había bajado, por lo cual parecía un soprano, sonaba como la voz de una mujer. —¿Conoces a los otros? —Si, a esos desadaptados sí, es difícil lidiar con todos. —¿Cuántos son? Teresa comenzó a contar con los dedos mirando hacía el techo, apretando un poco los labios, con las cejas un poco arqueadas. —Somos doce sin contar a la voz. —¿La voz? —dijo Mario no entendiendo nada. —Si la voz, es algo que solo escuchamos, nunca está presente. —Mario no pudo imaginarse algo así. —¿Podrías explicarme mejor? —Todos vivimos en una habitación, solo se deja salir uno solo a la vez, por turnos, todos vemos y escuchamos, yo por ejemplo soy la que siempre pone orden —dijo pestañeándole un poco a Mario —lo cual resultó algo raro a los ojos de Mario, pues el solo veía a un hombre —pero de vez en cuando escuchamos una voz que no tiene cuerpo visible. —¡Esta bien! ya entendí ¿y esa voz puede oírme ahora? —No creo que sea buena idea —dijo Teresa, sus ojos se llenaron de miedo justo en ese instante. —¿Por qué le tienes miedo? ¿No es solo una voz? —Nunca dije que no pudiera hacer nada, antes éramos veinte, pero cuando la voz se enoja, vamos muriendo uno a uno. Ella solo se enoja, con las personas que le empiezan hablar, —Veamos ¡Voz estas allí! —¡NO! ¡por favor! Unas lagrimas empezaron a salir de ese hombre, mientras sus ojos se colocaron completamente blancos, sus manos empezaron a temblar nuevamente. El rostro del hombre comenzó a cambiar, Mario se levantó de la silla casi de inmediato, el bombillo comenzó a parpadear, el suelo temblaba ligeramente, los libros cayeron uno a uno, pero eso a Mario no pareció importarle en ese instante. —¿Qué está pasando? —gritó Mario. Cuando todo esto pasó, un hombre con el mismo aspecto de Mario estaba frente a él, era como verse a un espejo. —¿Quién eres? —Mario caminó alrededor de este hombre, viéndolo de pies a cabeza. —Sabes que soy tú. Mario despertó de su cama rápidamente, al parecer había tenido una terrible pesadilla, Mario se levantó descalzo como todas las mañanas rascando su trasero peludo, iba caminando en calzoncillos, fue al baño viéndose al espejo, recordando lo que había vivido; aún su corazón estaba un poco acelerado.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD