Vanessa había entrado a la tienda de vestidos de novia con paso seguro, sus ojos recorrieron el espacio hasta detenerse en Sheyla, quien aún llevaba puesto el vestido de novia.
La mirada de Vanessa fue de incredulidad, como si no pudiera procesar lo que estaba viendo.
—¿Qué haces con un vestido de novia puesto? —preguntó con una mezcla de burla y confusión.
Antes de que Sheyla pudiera responder, Nate intervino desde su asiento en el sofá, sin perder la compostura.
—Le pedí que lo hiciera, Vanessa. Pensé que no regresarías y necesitaba que alguien lo probara para ti.
Vanessa lo miró con una sonrisa burlona, luego volvió su atención a Sheyla.
—Qué raro, ese vestido no te queda bien. No va con tu figura, pero por suerte no eres tú la que se va a casar, ¿verdad?
Sheyla sintió la sangre
