El agua seguía cayendo sobre ambos, sus pieles resplandecían bajo la luz tenue del baño, y los suspiros entremezclados llenaban el aire. Cada toque, cada caricia, parecía acercarlos más, como si el resto del mundo desapareciera. Nate no dejó de mirarla ni un solo segundo, y cuando finalmente hicieron el amor, lo hicieron con una conexión y un deseo indescriptible. El tiempo pasó de manera indefinida, y cuando todo terminó, Nate la envolvió entre sus brazos, dejando que el agua los limpiara de cualquier duda o preocupación. Sheyla estaba exhausta, pero una sensación de felicidad plena la envolvía. Después de que la pasión se calmara, Sheyla miró hacia el suelo, donde la ropa mojada yacía en un charco de agua. —No sé cómo me iré de aquí, toda mi ropa está mojada —dijo con una sonrisa