Nate y Sheyla llegaron juntos a la empresa esa mañana, pero antes de entrar, acordaron separarse.
Querían evitar levantar sospechas o generar rumores, aunque era difícil ignorar la creciente cercanía entre ellos.
—Subiré por las escaleras —dijo Sheyla con una pequeña sonrisa, queriendo mantener cierta distancia pública.
—No, tú tomas el ascensor. Yo iré por las escaleras —insistió Nate, con una mirada tierna que le dejó claro que se preocupaba por ella.
Sheyla dudó un segundo, pero al final accedió. Caminó hacia el ascensor, sintiendo los ojos de Nate sobre ella.
Antes de que las puertas se cerraran, ambos se miraron discretamente, como si esa conexión silenciosa entre ellos fuera imposible de ocultar, incluso en los momentos más mundanos.
Una vez dentro de la empresa, cada uno fue
