—¿Qué ocurre Tuerto? —interrogó Michael Mancuso cuando uno de sus hombres de confianza irrumpió sin aviso en su despacho. —¡Jefe! Es Melissa. Al parecer esa noche que te salvo guardaron las placas de su auto y ahora seis autos negros sin placa la están siguiendo en la ciudad. De seguro son perros sabuesos del Sagrado castigo. —Michael dejo todo lo que estaba haciendo para ver un vídeo de vigilancia que el tuerto empezó a reproducir en su teléfono. La angustia empezó a apoderarse de él: —Pero, ¿qué estamos haciendo aquí? Es evidente que la están asechando, envía a nuestros hombres para que enfrenten a estos bandidos. ¡Ya! Los quiero ante mí, yo mismo los enviaré al infierno. —De inmediato el tuerto le dio instrucciones a sus guardaespaldas sobre el procedimiento. Michael no iba a tolera