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Novia prometida

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Blurb

Paolo Dupont y Giorgia Ruggiero han criado con dedicación a dos hijas adoptivas en las que han puesto sus esperanzas para heredar las importantes empresas de su familia, esta herencia debe ser asumida antes de lo planeado puesto que Paolo y Georgia mueren en un accidente de tránsito, dejando como único requisito que su hija Melissa, la mayor, sea quien lidere y administre los bienes, siempre y cuando contraiga matrimonio con un hombre designado por ellos. Por su parte el mundo del protagonista es oscuro y misterioso, es un jefe de la mafia que ha sido persuadido por su abuelo para que acepte un matrimonio por contrato con una joven desconocida para él, por quien no siente ningún interés para conocerla pues presume que debe ser una mujer vanidosa, fea y poco inteligente.

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Amor concertado...
Melissa Dupont, es una chica de mal carácter. Pero siempre lleva una sonrisa en su rostro, aparentando ser débil e ingenua. Tiene una vida envidiable donde los autos de lujo, las joyas, zapatos y la ropa de marca… ya no la impresionan. ¡Lo tiene todo! Al menos en el aspecto material; porque hay dudas que han estado clavadas en su corazón desde que era una niña. Intenta mantener un bajo perfil a donde va porque no le agrada ser objeto de conversación entre sus compañeras universitarias. Estudia psicología, solo para contradecir a sus padres adoptivos, quienes son dueños de grandes empresas y le sugerían que seleccionará algo relacionado con la administración o la contaduría para que se hiciera cargo del negocio familiar. No le interesaba la propuesta, por eso había elegido una carrera que no tuviese nada relacionado con los negocios, aunque al principio se inscribió en psicología por descarte, pero cuando empezó a conocer a fondo sobre las conductas humanas y los sentimientos o pensamientos que hacen actuar a las personas de determinadas formas, supo que había encontrado algo que amaría para siempre. Ese siempre era un tema de discusión, la señora Giorgia no perdía la esperanza de convencerla para qué hiciera cambio de carrera. —Mamá, te amo, pero no te puedo complacer. No quiero nada relacionado con las empresas Dupont. No deseo convertirme en un autómata. ¡Déjame vivir la vida a mi antojo! —gruñó Melissa ya agobiada de ser atormentada a diario para persuadirla de sus planes. —Los antojos no pagan tus gastos. Paolo, oblígala. ¡Ayúdame esta vez por amor de Dios! —El señor Dupont solo se reía de las batallas que se organizaban ese par. —¡Ya deja en paz a esa chica! Es más terca que una mula, me recuerda a ti cuando te conocí. No llegaran nunca a algún acuerdo porque tiene el mismo carácter, solo conseguirán enojarse y lastimar su corazón. —Gracias papi. —Lo beso en la frente, tomó su mochila y salió sin determinar a la Señora Giorgia—. ¡Adiós! —¡No sé en qué fallé con esa chica! Siempre consigue salirse con la suya, eres tan débil que nunca puedes imponerle una orden —reclama la señora Giorgia recibiendo la taza de té que le ofrece su esposo—. Si tan solo nunca hubiéramos… Paolo se acercó y la interrumpió: —No te atrevas a decir nada, son solo etapas, jamás renegaría por haberlas traído a esta casa, por ahora quiero que vayas a ponerte tu mejor ropa, recuerda que hoy estamos de aniversario y no dejaremos de ir a ese restaurante cerca de la playa que tanto te encanta. —Desde que se casaron eran la pareja perfecta, cuando uno se enojaba el otro lo apaciguaba, a pesar de tener todo el dinero del mundo, no pudieron concebir un hijo propio, por eso adoptaron a Melissa y a su hermana Hannah. *** Horas más tarde, mientras Melissa estaba aplicando un test de autoestima a varios voluntarios. Recibió una llamada entrante del número de teléfono de su madre y decidió rechazarla. Supuso que la estaba llamando para disculparse por haber sido tan dura. Siempre ocurría lo mismo, pero hoy había decidido ignorarla por ahora, pero al regresar a casa tal vez la buscaría para arreglar las cosas. Luego entró una llamada de un número desconocido y también la rechazó, pero insistió tantas veces que solo para decirle a esa persona lo inoportuna que era aceptó. —¡Aló! —dijo preparando en su mente los mejores insultos. —¿Es usted Melissa Dupont Ruggiero? —Ante tal especificación solo afirmó—. Necesito con urgencia que se traslade a la Clínica los Samanes, ubicada a tres cuadras de la iglesia principal, sus padres han sufrido un grave accidente de tránsito. Sintió que su cuerpo se paralizó y de nuevo imágenes sangrientas regresaron a su cabeza. —¿Qué sucede Melissa? Te has quedado tiesa y has perdido el color de tus mejillas. —dijo su mejor amiga Rebeca. No fue capaz de decirle nada y salió corriendo en busca de su auto, ante tal situación Rebeca la siguió y cuando supo lo que estaba ocurriendo ella se ofreció a conducir. Llegaron al hospital y el panorama que se veía era agitado. Solicitaron información y les pidieron que esperarán un poco, cerca de diez minutos salió el médico de guardia. —¡Familiares de Paolo Dupont y Giorgia Ruggiero! —Con el credo en la boca, Melissa se acercó y escucho lo que el especialista tenía para decirle—. Sus padres sufrieron un aparatoso accidente automovilístico, cuando les rescataron aún tenían signos vitales, pero desafortunadamente era muy tarde… ¡Lo siento mucho! Se volteó para ubicar algo de donde se pudiese sostener, la fuerza en sus piernas se desvanecía, no podía llorar, no le salía ninguna lágrima, estaba en shock. Por segunda vez en la vida, la desgracia llegaba a tocar a su puerta. Fue doloroso para Melissa y para Hannah asumir esta pérdida, no habían finalizado los actos fúnebres cuando un grupo de accionistas mayoritarios se reunieron y uno de ellos habló: —Es doloroso pasar por una situación semejante, entendemos su dolor y queremos apoyarlas. Nos haremos cargo de los negocios porque requieren un nuevo líder. Solo tendrían que firmar algunos documentos para que nos autoricen a administrar Empresas Dupont. —Melissa, por ser la mayor, era quien tenía la decisión en sus manos de aceptar la ayuda o rechazarla. Pero estaba agobiada y pensaba que firmar sería la salida más conveniente. Por suerte, el abogado llegó a tiempo y pudo evitar que cometiera el peor error de su vida al entregar la empresa a personas inescrupulosas. —Procedo a denegar cualquier artimaña perniciosa por parte de los accionistas, hay un testamento que claramente dictamina el curso de las Empresas Dupont. —Los accionistas quedaron en evidencia de querer sacar ventaja. El abogado cuidadosamente leyó cada condición que establecía el contrato, finalmente Giorgia se saldría con la suya, exigía tener al menos nociones básicas de administración. Y la condición más importante la imponía Paolo Dupont era que debía contraer matrimonio con un importante empresario llamado Michael Mancuso. —¿Cómo puede papá disponer de mi vida de una forma tan fácil? No tengo idea de quién sea ese hombre. Es evidente que no aceptaré. —Los accionistas volvieron a respirar viendo una posibilidad en la rebeldía de la chica. Pero el abogado la tomó del brazo y la apartó del grupo explicándole que, si no aceptaba, los años de trabajo de sus padres terminarían en el bolsillo de los demás. Reflexionó y como agradecimiento a tanta dedicación y esmero por parte de sus padres adoptivos en su crianza y la de su hermana aceptó. *** De inmediato, el abogado se encargó de proceder a contactar al hombre seleccionado para asumir junto con Melissa la dirección de la empresa. —No me pienso casar con nadie bajo ningunas condiciones. ¡Maldita sea! Es la mayor insensatez que se les ha podido ocurrir a esas personas. ¡No negociaré mi libertad! —mencionó y a pesar de que el abogado corría detrás de él explicándole los beneficios, no sentía ningún interés —Es un acuerdo que está firmado, si tiene alguna duda consulte con su abuelo, sabrá que no me he inventado nada. —Mancuso se detuvo porque ese hombre le había colmado la paciencia, lo tomo del cuello de la camisa y lo levanto con sus potentes brazos elevándolo por el aire. —Abogaducho de medio pelo, ¡ocupe su tiempo en algo que de verdad le favorezca! ¡No me moleste! —dijo irritado. —Michael Mancuso, estás sobrepasando los límites de mi paciencia. ¡Suelta al abogado de la familia Dupont! Aceptarás casarte con la chica, de lo contrario seré yo mismo quien te ponga tres balas directamente en el cráneo… sabes que nunca he dudado en cumplir mi palabra. —Había visto al abuelo deshacerse sin temor alguno de familiares que le habían fallado. No aceptar aquella horrible petición, sería firmar la sentencia a muerte. —Por lo visto no tengo escapatoria. Me casaré con esa asquerosa mujer desconocida. —El abogado Wilson sonrió y procedió a explicarle las condiciones para agilizar el proceso. —Solo exijo algo realmente ostentoso que esté a la altura de mi apellido. Soy un hombre de negocios y no aceptaré actos mediocres o mal organizados. De una vez advierto que no pondré ni un solo dólar para los gastos que todo eso atribuye —mencionó con altanería. Todo se organizó como lo había exigido, invitaron a la prensa, incluso a autoridades civiles y militares. La novia llevaba orgullosa en su pecho la última joya diseñada por su padre, pero no estaba feliz. —Melissa, ¿no tienes miedo de aceptar ésta locura? ¿Te imaginas que tu esposo sea viejo y arrugado? Peor aún, que le falten todos dientes y sea calvo —se burló su hermana Hannah ayudándole a poner el blanco velo para cubrirle el rostro. —Papá me amaba, jamás haría algo semejante. Confió en haber tomado la mejor decisión para mantener nuestro imperio y preservar el apellido Dupont en alto. —De nuevo Hannah volvió a reírse de su inocencia. Como desconocía al hombre quiso llegar a la iglesia media hora antes de la programada. Se sorprendió cuando la marcha nupcial empezó a sonar y las personas le animaban para que entrara y así poder iniciar la boda. Su pequeña hermana sentía curiosidad y le dijo que la llevaría de la mano hasta el altar. Justo a mitad de la iglesia estalló en carcajadas. No podía creer que, en el altar, estuviese esperándola un hombre calvo y con una enorme panza. —¡Mira el hombre que papá te ha elegido! Es más feo de lo que yo presentía. —Melissa frunció el ceño y siguió caminando más lento. Una vez que estuvo frente a ese hombre, mantuvo la respiración imaginándose como sería la vida de casada al lado de un personaje tan particular y se frustró en segundos. Pero las primeras palabras que susurró le devolvieron su tranquilidad. —Tu prometido se ha encontrado indispuesto, por eso he asistido en su representación con este acuerdo prenupcial que tendrá una vigencia de tres años, debes firmarlo. —Melissa dejó caer el bouquet de flores porque estaba absorta ante tanta desfachatez—. Describe los aspectos relacionados con la convivencia y la división de los bienes. —¡Esto es una burla! Qué falta de hombría, dile a tu jefe que es un insolente desconsiderado —gritó Melissa arrancándose el tocado y lanzándolo al piso. —Cálmese señorita Dupont. No todo está perdido, firme el documento y el matrimonio quedará consolidado, es todo lo que necesitas para salvar la empresa —menciono William, su abogado. Después de unos minutos, aún con la furia hirviendo en los poros de su piel, accedió y firmó en contra de su voluntad. Tomó con ambas manos el pesado vestido para poder dar largas zancadas y salir corriendo de la iglesia con dirección desconocida… lo primero que se cruzó en su camino fue un bar y aunque no estaba acostumbrada a tomar, se bebió dos tequilas para tomar valor e ir a buscar al hombre con él que se había casado. —¡Ha llegado tu esposa! ¿Por qué no has salido a recibirla? —mencionó el abuelo Joseph a Michael Mancuso. —No, sé… no tengo nada que ver con esa señora. Ya se cumplió tu voluntad, no puedes atentar contra mi vida —dijo con mal humor mientras hacía una serie de levantamiento de pesas. —Ahora mismo saldrás y te ocuparas de ella, la llevaras a tu apartamento y la harás tu mujer. ¡Sin reproches! Te lo ordeno. —El espejo se hizo añicos porque Michael no pudo aguantar la ira y lanzó directamente una mancuerna. «Lo que me faltaba, ahora debo compartir mi apartamento con una tonta mujer» pensó mientras se ponía un buzo con capucha y una mascarilla para ocultar su rostro. Además, estaba seguro de que la familia de esa usurpadora había ejercido su poder para obligar al abuelo a tomar semejante decisión. Como no deseaba contradecir a su abuelo, recibió a la chica y de inmediato la llevo hasta su apartamento. —¡Aleja de mí ese asqueroso vestido! —murmuro entre dientes cuando una parte de la falda le rozaba la pierna—. Si el abuelo Joseph te pregunta si hemos tenido intimidad, le dirás que sí, además agregaras que soy un toro en la cama. Melissa lo miró con desprecio, pero valía la pena porque eso significaba salvar la empresa. Además, tampoco quería tener contacto íntimo con ese desconocido que no se había atrevido a mirarla a los ojos, cosa que agradeció porque llevaba todo el maquillaje chorreado, había llorado de amargura el día que se suponía debía ser el más feliz de su vida. Se mudó al apartamento, era un lugar oscuro decorado con réplicas de armas, cuadros de caballos y pistolas. Algo que la impresionó fue que en la entrada había un gran mural, en la pared principal con la frase “El verdugo Tenebroso” nunca se habría imaginado que existieran decoradores de interiores con ese estilo. Algún tiempo después Melissa decidió comprar un apartamento que estuviera cerca de su universidad, a medida que avanzaba en los semestres aumentaba la dificultad y requería más tiempo, por eso estar cerca le permitía tener tiempo libre para dirigir la empresa. Pasaron tres años y Michael Mancuso había desaparecido. Así que no le quedó más opción que acudir al abuelo Joseph para qué le ayudará a ubicarlo. —No quiero que mi nieto desaproveche la oportunidad de hacer vida con una buena mujer. ¡Deseo que seas feliz! Así que en definitiva no apoyo su ruptura. —Melissa supo que sería imposible hacerlo cambiar de parecer, así que le envío un recado a Michael con una empleada doméstica de la familia Mancuso.

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