«Ya tenía todo planificado para escapar, todos dormían, empleadas y guardias, incluso a los perros le había dado comida con mucha especie para dormir, solo esperaba que la puerta se abriera, mientras iba abriendo lentamente mi cuerpo entero temblaba, cuando se abrió me escabullí por el primer espacio que dejó.
Apenas había caminado unos metros cuando vi un auto venir, me quedé gélida al verlo detenerse, más cuando lo vi bajar. Di media vuelta y empecé a correr, tres hombres me seguían entre ellos él, lograron alcanzarme y cuando me tuvo en su poder, empuñó mi cabello y de ahí me llevó hasta la casa.
¡Vivir!, no quería, quería morirme, incluso se lo pedí, le supliqué que me asesinara de una vez, que acabara con mi vida.
—¿Ibas abandonarme? —, replicaba mientras me golpeaba.
Tirada en el suelo, con mi nariz sangrando musité —¡Si!, no quiero estar ni un día más a tu lado, ni uno más, ¡te odio!, ¡te aborrezco!, no sabes cuánto asco me das—, una patada me lanzó en el estómago dejándome sin aliento, me retorcí en el suelo, creí que pararía ahí, pero no, él me tomó de los cabellos y me levantó, lanzó mi cuerpo contra la pared, antes que cayera al suelo me sostuvo del cuello y sacó un arma, la colocó en mi garganta. Con el dolor que sentía, y con el caño de esa pistola apuntando mi gaznate creí que llegaría el fin, que por fin se acabaría mi calvario —Escucha bien Ellyün Bozkurt, tú eres mía, y nunca, pero nunca te irás de mi lado—, hablaba muy cerca, no estaba borracho, era la primera vez que me golpeaba en su sano juicio, o quizás siempre me golpeaba a conciencia, y nomás bebía varias copas para disimular que estaba borracho.
—¡Mátame cobarde! —, grité —Si no me matas ahora me mataré cuando tenga la oportunidad—, ¡paf!, una cachetada reversa me dio. Volvió afirmar su cuerpo y colocar su arma en mi vientre, pasé gruesa saliva al sentir el cañón ajustando mi estómago.
—En serio quieres morir esposa mía, pues bien, te complaceré, total, no serás la única que pide lo mismo—, su confesión me tomó por sorpresa, lo que quería decir que no era la primera esposa que había tenido, ni sería la última. Kerem afirmó más el arma que en serio sentí mis tripas moverse —¡PAM! —, gritó y cerré mis ojos, lo escuché reír como un maniático, lentamente fue retirando el arma —No te mataré, tú, eres la única que me ha gustado de verdad, eres tan hermosa que solo verte me produce tantas ganas de follarte—, me lanzó en la cama y se tiró, empezó a desnudarme, antes que lograra sacar mis pantalones le lancé un talonazo en las bolas, luego intenté agarrar el arma, pero cuando lo agarré él se me lanzó encima, forcejeamos y un disparo se escapó.
Me quedé observando el techo, en espera que mis pulmones se queden sin aire, pasaron unos segundos y seguía respirando, pero Kerem no, su cabeza cayó sobre mi hombro, en ese momento descubrí que estaba viva, que quien había sido herido era él, lo tiré a un lado, mi estómago estaba lleno de sangre, grité muy fuerte al ver mis manos ensangrentadas, esperaba que los dos hombres que llegaron con él se acercaran, que al escuchar mis gritos subieran para ayudar a Kerem, pero nadie apareció.
Me levanté y bajé a toda prisa, los encontré dormidos en la sala, habían probado de la comida que había realizado para todos. Mi cuerpo temblaba, mi corazón latía de forma rápida, miré la puerta, volví la mirada a las gradas, luego miré a esos dos durmiendo, Kerem estaba herido, o muerto, en verdad no lo sé, pero era mi momento de escapar.
Corrí, y corrí porque no vivíamos cerca de la ciudad, cuando encontré un riachuelo me lancé y quité la sangre de mi cuerpo, luego seguí caminando como si estuviera sonámbula, pensaba escapar, irme lejos, pero me preguntaba una y otra vez ¿para que escapar?, ¿para que seguir viviendo?
Había matado a un hombre, la policía no demoraría en dar conmigo, no tenía dónde ir, ni por quien vivir. La vida no valía nada para mí, por eso, cuando vi ese auto me lancé, sin pensarlo dos veces me lancé porque vivir no tenía sentido» Desde entonces no recuerdo nada, hasta ahora, que escucho una agradable voz leyendo.
—Y así hermosa, hemos terminado otro libro más, puedes llegar a imaginar la cantidad de libros que te he leído—, sonríe —Creo que he perdido la cuenta—, suspira —Sabes algo, venir aquí, hablar contigo me hace tan bien, logro olvidarme de ella, de su abandono, de su falta de amor—, vuelve a suspirar —Es inevitable no sufrir por amor—, se levanta, aún no se ha dado cuenta que tengo mis ojos medio abiertos, es alto, muy alto. Cuando veo su cabeza girarse en mi dirección cierro los ojos.