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La Tercera Esposa De Un Millonario

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Blurb

Dos veces se había casado, no por qué él las había elegido, las dos veces se enamoró, entregó su corazón, y las dos veces no había sido correspondido, o tal vez no de la forma que él había querido.

Pero cuando ella abre sus ojos, no solo entra en su vida, también en su corazón. Ellyün, llegó a la vida de Edson Rossetti para quedarse.

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Uno
Salgo del aeropuerto y subo al auto, el chofer enciende el coche y nos dirigimos a casa, muero por ver a mis hijos y esposa. «Una semana después de haberme divorciado de Maca; mi primer esposa y madre de mi hija Emma, me casé con Amira, cuatro meses después empezamos con el proceso de inseminación, al año logró embarazarse, y dentro de nueve meses nació mi hijo», el cual ya tiene tres meses, y mi pequeña acaba de cumplir un año nueve meses. «Emma tenía un año y medio con dos semanas cuando nació su hermano», ambos se están criando con mucho amor de parte de Amira y mía, ella no hace diferencia entre los dos, «desde que se convirtió en mi esposa demostró un cariño especial por mi hija, la cuidó y protegió como una madre, algo que Maca no hizo, y eso fue lo que me hizo amar a Amira de la forma en que la amo. Al llegar a casa agradezco a mi chofer, salgo del auto y a toda prisa ingreso a casa, al abrir la puerta encuentro unas maletas al pie de las gradas, frunzo el ceño por lo que estoy viendo, pienso que tal vez tenemos visitas, quizás papá llegó de su viaje, pero me habría llamado o dicho, estoy absorto en los pensamientos cuando escucho la voz de la empleada. —Señor—, pronuncia mientras cuelgo mi esmoquin en el colgante, le regreso a ver —La señora le espera en el despacho. —¿Papá llegó? —, pregunto mientras retiro mis zapatos, mueve la cabeza en negación —¿Entonces?, ¿de quién son esas maletas? —Mías—, al escuchar su voz, mi cuerpo se congela, mi respiración se detiene y mi garganta es atacada por un nudo —Me voy Edson—, lo dice sin más, sonrío porque creo que está bromeando ya que hace dos días que salí de casa estábamos bien, somos una familia feliz, no tiene caso que quiera irse, soy un buen esposo, padre, jefe, yo no trato mal a nadie, porque mi padre me enseñó que a las personas se las trata a todas por igual, que tener unos centavos de más no te hacen ni mejor ni peor. Ignorando lo dicho por ella me acerco, le doy un beso el cual no es correspondido, tengo atrapado entre mis manos su rostro, ella coloca las suyas sobre las mías y las aparta. Paso gruesa saliva al verla seria, pero sigo creyendo que es solo una broma porque ella me quiere al igual que yo, lo sé, lo siento en sus caricias y muchas veces se le escapa en un susurro —Es broma, ¿verdad? —No es broma, Edson—, lo dice tan seria que empiezo a creerle —Tenemos un trato, y acaba de cumplirse. —Amira—… susurro —No hagas esto, no tú, no me abandones como ella—, le digo en súplicas, me refiero a mi madre, pues ella se fue cuando era un niño y nunca más volvió. Ella está seria, sin decir nada se da la vuelta y camina hasta el despacho, la sigo y cierro la puerta, dejo mi frente afirmada en ella, y cuando escucho su voz me giro. —Tenemos un contrato, Edson—. Tiene la carpeta en la mano, camina hasta mí y me la entrega —Aquí dice que apenas nazca nuestro hijo podré irme. —¡Sé perfectamente lo que dice ahí!, yo mismo lo elaboré—, lanzo la carpeta a un lado y la miro con los ojos iluminados —Pero se supone que eso quedó anulado hace tiempo, desde el día que decidimos estar juntos como parejas. —No Edson, quedó anulado lo de no intimidar, menos que me iría apenas obtuvieras el heredero que necesitabas—, suspiro y presiono mis labios, intento agarrar su rostro, pero ella se hace hacia atrás —Cumplí, me casé contigo, te di el hijo que necesitabas, durante todo este tiempo ayudé a cuidar de tu hija, pero ya es tiempo de que me vaya. Ahora te toca a ti cumplir y dejarme ir. —Mi amor, por qué haces esto, por qué irte si estamos bien, somos felices, tú, los niños y yo. —No soy completamente feliz Edson, no lo soy. Te dije que no quería casarme, menos ser madre, yo solo quiero ser libre, y tú me prometiste la libertad si te daba ese hijo, ese fue el trato—, sus palabras eran tan secas que parecía que en verdad no me quería, o tal vez así era, Amira nunca me quiso y yo como estúpido creyendo que si me amaba como yo a ella. —¿No me quieres? —, mueve la cabeza, cierro mis ojos y dejo escapar unas lágrimas, porque si, yo no soy de los hombres que dicen no llorar por amor, es la segunda vez que me rompen el corazón y puedo decir que es la segunda vez que lloro por una mujer. —Existe una atracción, y muy fuerte, pero no lo suficiente para quedarme y seguir siendo la señora de Rossetti—, su suave mano la coloca en mi mejilla derecha y se atreve a limpiarme las lágrimas —Lo siento Edson, pero no puedo quedarme a tu lado. Recobrando las fuerzas que he perdido, y armándome del mismo valor que tuve cuando descubrí que Maca estaba enamorada de mi mejor amigo, le aparto la mano y balbuceo —Está bien, lárgate—, mi forma de dirigirme a ella ha cambiado por completo —Vete, pero eso sí, si sales no vuelves a entrar por esa puerta—, me inclino a recoger el papel, lo sacudo delante de ella —Recuerda que aquí también está estipulado que no tendrás ningún derecho sobre mí hijo. —Lo sé, se todo lo que dice ahí y nada evitará que me vaya. Desde que lo llevaba en mi vientre sabía que no era mío, que solo sería mi pase para la libertad—, un nudo se forma en mi garganta, escucharla decir eso es como si se reviviera el momento en que mi madre se marchó —No pelearé por él. —Entonces, ¡vete! —, bramo y ella sigue mirándome, se acerca, tanto como si fuera a besarme, más bien esas son sus intenciones, y ni siquiera sé porque lo hace, ¿acaso está jugando?, ¿me está viendo la cara o que? Por un momento me emociono y tengo las esperanzas de que ha recapacitado, pero al recordar cada una de las palabras que acabó de decir, y que no se inmutó en decirlas, mis esperanzas se ven desvanecidas, la ira me invade, agarro ambas manos que se direccionaban a mi rostro y hago presión en las muñecas —¿¡Qué esperas para irte!? —, me alejo, camino hasta la botella de alcohol, me sirvo una copa y la bebo, al darme la vuelta sigue ahí —¿¡Por qué no te largas de una vez!? —, bufo al lanzar la copa contra la pared —¿¡Qué quieres!?, ¿¡Dinero!?, ¿es eso?, ¿verdad? —, camino hasta el escritorio y saco la chequera —¿Cuándo? —Nada, no quiero nada, tengo dinero suficiente para irme y empezar una nueva vida lejos, tengo el dote. —Entonces ¡vete!, ¡vete!, ¡vete! —, la saco del despacho. —No quería que esto terminara así, quería que quedáramos en buenos términos—, me acerco, le hablo mirándole fijamente. —Me enamoré de ti, estaba feliz porque tenía una esposa, una familia, una madre para mis hijos, acabas de romperme el corazón y todos los sueños, metas que tenía junto a ti, y crees que podríamos terminar en buenos términos, ¡no! —, grito casi escupiendo su cara —No puedo, ahora agarra tus maletas y lárgate—, doy media vuelta y regreso al despacho, cierro la puerta y lanzo todo lo que se encuentra en el escritorio, incluida la fotografía familiar que tenemos, al romper el cristal agarro la fotografía y quito la parte de su cabeza porque sostiene a nuestro hijo en los brazos y no quiero sacarlo a él. La parte que retiro de la fotografía la hago pedazos y las migajas las aprieto en mi mano al mismo tiempo que clavo la cabeza en el escritorio. Otra vez, otra vez me han destrozado el corazón, pero en esta vez duele más, en esta vez siento que me ahogo, que me falta la respiración sin ella, ¿por qué?, ¿por qué dios santo?, ¿por qué cuando das todo de ti te rompen así?

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