Era una mañana demasiado tranquila, Héctor se había puesto a hacer algo en la cochera, se sentía aburrido era hiperactivo; de pronto no pudo mover más su brazo derecho, culpó a la medicación qué estaba tomando. Blanca la enfermera se preocupó
— Señor, Héctor pase por acá por favor.
De pronto apareció Lucía, su esposa ese día realmente estaban todos preocupados, Héctor no podía mover su brazo derecho, igual siguió no estando quieto, salió otra vez a la cochera, de pronto no pudo caminar era un hombre orgulloso, no tenía fuerzas para moverse y llegar al cuarto de baño, Lucia su esposa, y Blanca la enfermera lo ayudaron hasta llegar al lugar.
Lucia, estaba desesperada llamó a Elizabeth que se encontraba, ejerciendo sus estudios en Nueva York.
—Hola, ¿Cómo estás querida hija? lamento informarte, qué tu padre se ha puesto muy mal, no puede mover él brazo ni las piernas a quedado postrado en cama.
Elizabeth, se despidió de su madre esta vez fué peor qué la vez anterior ella lloró sin consuelo por su padre a quien amaba con él alma, él le había dado todo él cariño todo él amor, su niñez fué muy feliz, llena de amor y de Unión.
Elizabeth lloró sin consuelo, se encontraba sola en él cuarto de la habitación para estudiantes.