Lucía, llegó a la clínica estaba muy enfadada, con aquella secretaria qué la había amenazado si ella no se presentaba llamaría a la policía,
en aquella clínica habló con él médico y dijo:
— El quiere la alta voluntaria; así será como él diga.
—Señora, usted tendrá qué firmar antes y será responsable de todo lo qué a él le pase.
Lucia firmó, llamó a su chofer para qué le ayudara a llevar a Héctor su esposo, él tenía un gran orgullo no quería qué nadie le ayudara se creía capaz y con fuerza, pero su cuerpo estaba débil solo no podía.
Héctor, otra vez volvió a sentirse bien, comenzó a viajar con su ayudante y la enfermera, en helicóptero aquella vez él iba demasiado feliz, entró a una de las oficinas y saludó a todos los trabajadores, secretarias, encargados ayudantes, incluso entró un poco hacia las minas, solo qué no deberia haberlo hecho, luego se despidió de todos y otra vez subió al helicóptero volvió a su casa feliz.
Lucía lo esperaba con un café, aquella noche estaba frío, la chimenea encendida, su hijo Danilo jugaba al metegol, su sobrino se lo pasaba en la computadora, Clarisa la cocinera era la qué quien lo cuidaba de las comidas, Blanca, la enfermera se dedicaba a controlar su presión y darle a horario la medicación.