Héctor, padre de Elizabeth seguía tomando su medicación cómo de costumbre, permanecía en cuclilla, siempre en un ricón, desde ese lugar sentado atrás de uno de los sofás, ya no tocaba más él piano qué alegraba sus días.
Héctor seguía con las quimios en pastilla; endovenosa no podía su cuerpo estaba muy débil.
Cada tres días recibía, transfusión de sangre, colocando en su brazo a través de un catéter, dos o tres unidades.
Lucia su esposa, una mañana lo acompañó, estaba al lado de él y de pronto ya no la reconoce, lo sentaron en una silla de ruedas, enviándolo de urgencia a una tomografía.Lucía esperó afuera mientras, su esposo, lo mantenían adentro, la información qué le dieron a Lucía, fué que él presentaba tumores por todo partes del cuerpo, quedó internado, la situación de la pareja, se había vuelto complicada.
Lucia quiso acompañarlo en todo momento, apenas dejó la clínica, comenzaron a llamar de aquel lugar.
—Buenos días señora, su marido no quiere estar en la clínica, deberá venir, caso contrario nos veremos obligados a llamar a la policía.
Lucia, no le quedó otra qué volver a ir, había una persona cuidando lo, aún así él deseaba irse.