Padre Gael Moya — ¿Qué haces aquí? – la voz de Elian me sacude de repente. Ya es de tarde y estoy sentado en uno de los banquillos que da de pleno a un pequeño lago que se encuentra fuera de la propiedad a más de cuatro kilómetros de la casona. Después de la conversación con mi madre y con los ánimos por el suelo, empecé a caminar sin darme cuenta que había llegado hasta aquí. No visitaba este lugar desde que terminé la preparatoria y decidí ir a buscar mi destino; y cuando llegué, me sentí incapaz de volver a casa tan pronto al ver tanta belleza frente mío sin sentarme a disfrutarlo por un rato. — Recordando viejos tiempos – digo con una mueca de diversión. – Hace mucho no venía acá. Elian solo sonríe ante lo que le digo. Sabe a lo que me refiero. — ¿Te gustaría volver a esa época?