Padre Gael Moya Despierto nuevamente tardisimo como ayer. Después de mi encuentro no tan agradable de anoche con Danna, me costó horrores conciliar el sueño, tanto que solo conseguí dormir un poco más de una hora. No me gustó su semblante cuando salió del pasillo, se veía demasiado afectada y muy pálida, aunque eso no la absuelve para nada de lo que hizo. Mi hermano es demasiado importante para mi como para callarme ante lo que le sucede entre ellos y si tengo la posibilidad de interferir, lo haré. — Mi vida, buenos días – mi madre me saluda dulcemente al verme bajar y con un abrazo que me reconforta a los pocos segundos. – Te estás volviendo muy dormilón ehh... – se burla apretujando mis cachetes como siempre lo hace. — Buenos días, madre – contesto bostezando – Creo que me hace mal