Capitulo 6

1180 Words
Padre Gael Moya Nos quedamos hablando durante horas con Elian sentados en el banquillo blanco de la capilla, igual como lo hacíamos de niños cuando queríamos contarnos algo que no deseábamos que nuestros padres se enteraran. Hablamos de nada y todo al mismo tiempo; yo comentándole sobre mí monótona vida en el Orfanato y él asuntos de la comandancia donde trabaja como investigador, como lo era mí padre, y del cuál, tiene un permiso especial a causa de su enfermedad. De lo que ha sido sus días después de esa recaída repentina que tuvo y en cómo afectó enormemente a su calidad de vida, de los dolores articulares y musculares que le aquejan de manera constante y sin razón aparente, y que según los médicos nada tiene que ver con su enfermedad cardíaca. En como cambio su vida dando un giro de trescientos sesenta grados de un día para otro. Eso explica lo de la Fisioterapia que había mencionado su esposa hace rato . Sus ojos se dulcifican al máximo cuando empieza a relatar estos cuatro años de casados con Danna. De quien se nota está muy enamorado. Anteriormente ya me había dicho que se conocieron en la comandancia, pero nunca antes había mencionado los detalles de aquel día, que ahora que me lo cuenta, me parece bastante terrible. Jamás me hubiera imaginado que sus padres fueron brutalmente asesinados en un asalto a un banco hace cinco años atrás, donde se encontraban casualmente abriendo una cuenta para los gastos universitarios de su hija, mientras Danna se encontraba aprobando los exámenes de ingreso para medicina. Sin duda un final terrorífico que no se le desea a nadie y me da muchisimo pesar que ella haya pasado por eso. Me comenta cómo es su apoyo incondicional en estos momentos y que apesar de que no pueden por a o b motivos llevar una vida normal de casados, ha estado ahí al pie del cañón junto con él todo el tiempo sin decaer ni desesperarse. De un momento a otro parece recordar algo y se calla; su mirada está fija en un punto lejano que no logro distinguir. Emite un hondo suspiro y se pasa las manos por la cara varias veces sin decir nada. Está angustiado por algo que no es exactamente su salud. Lo conozco. Sus ojos lo delatan y sé que está triste por ese algo y me encantaría que me lo cuente para poder ayudarlo. Pero su silencio me dice que aún no está preparado para ello. Le aprieto el hombro en señal de apoyo a lo que el sólo corresponde con una sonrisa triste. Nos miramos por varios segundos sin decir nada y ahora más que nunca estoy convencido de que venir fue lo mejor que pude haber hecho. Nos dirigimos a la casa nuevamente, y sin duda más aligerados por nuestra larga charla. — ¡Vaya!... pensé que nunca terminarían – dice entre risas mí madre cuando nos ve entrar. — ¡Me muero de hambre, madre! – le contesta Elian frotando su estómago y mirando como cachorrito desvalido. – ¿Y Danna? Miro sonriendo la escena que hacen estos dos. Los extrañaba demasiado. — Danna subió a su habitación, mí vida – le contesta – Les estuvimos esperando un largo rato para almorzar, pero como tardaban, subió a hacer algunas anotaciones de su guardia. — Pues ya vinimos – interfiero en la conversación de pronto – Y también me muero de hambre, madre. Se acerca a mí y me da un suave beso en la mejilla y después a Elian para terminar abrazándonos a ambos a la vez. — Me hace tan feliz que estés aquí, hijo – su voz sale entrecortada y evidentemente emocionada. — Nos... – la corta en seco Elian – Nos hace muy feliz, hermano. Mí pecho se hincha por el inmenso amor que siento por ellos y el que sé que me tienen a la misma medida. — ¿Puedo unirme a ese abrazo? – su voz me sacude de pies a cabeza nuevamente como en la mañana. Elian se suelta rápidamente cuando la escucha y la toma por la cintura elevandola hasta su nivel para unir su frente con la de ella para depositar un casto beso en sus labios, la cuál ella corresponde de una manera dulce. De cierto modo me parece una hermosa escena de amor, pero que me deja un sabor agridulce en el estómago. "¿ Envidia?" – pregunta mí vocecita interna. " No" "¿Seguro?" – me insiste. Salgo de allí de manera presurosa para no seguir discutiendo con mí fastidiosa conciencia y me voy directamente a la cocina donde me dispongo a la lavar mis manos como si nada hubiese pasado. — ¿Está todo bien, Gael? – la voz de mí madre me hace dar un respingo de repente – ¿Que sucedió? — Nada – contesto de manera cortante, haciendo que ella frunza su ceño mirándome. — Sólo ya tengo mucha hambre, madre – continúo y ésta vez no miento. – Eso es todo. — Sentémonos entonces – me dice apretujando mí cachete con sus dedos como lo hacía cuando era niño. — Ya no soy un niño, madre – protesto haciendo que ella se ría. Y vuelve a hacerlo una y otra vez, consiguiendo sacar una sonrisa de mí cara y pequeñas burlas de los demás. Una vez sentados todos alrededor de la mesa y dar la bendición por la comida, nos disponemos todos a comer. Y cómo había predicho, devoré cuánta comida mí madre me ponía enfrente ganandome alguna que otra risita de mí hermano y mí cuñada por mí afán de probar todo y comer en exceso. Yo sólo continúo comiendo a mí antojo y encogiéndome de hombros cada tanto bajo la atenta mirada de ellos. Si tan sólo supieran las penurias que nos toca pasar en el Orfanato y de cuánto cuesta llevar un bocado decente en la boca, no se reirian como lo hacen. —Te sentirás mal del estómago si sigues así – me regaña Danna desde el otro lado de la mesa – La comida no se irá corriendo a ninguna parte. – emite esa risita que tanto me gusta – Tranquilo. — Mmmmm – contesto restándole importancia a lo que me dice. "Pero si te importa" – me ataca nuevamente la vocecita de mí conciencia. "No" "Yo creo que sí" "Si... pero no se lo diré" – termino la discusión con la fastidiosa. No puedo evitar mirar hacia Danna cada tanto y observarla. Hay algo en ella que llama mí atención y me hace desear verla. Por su parte, ella no parece indiferente a mi, ya que muchas veces nuestras miradas se encuentran por varios segundos para después dedicarme una dulce sonrisa antes de desviar nuevamente sus ojos hacia mí hermano. Mí corazón se acelera cuando hace eso. Su sonrisa tiene un efecto supremo en mí que aún no consigo entender muy bien por qué. Sus ojos celestes me cautivan de una manera extraña y cuando nos miramos hay un clic entre nosotros que antes no había sentido con nadie y que suena similar a lo que me dijo Elian que sintió cuando la conoció. Trago saliva ante lo que me pasa por la mente. Esto no me puede estar pasando. No aquí, no ahora, no con ella.
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