Pilar.
Hay una sensación indescriptible en el aire cuando tomas una decisión que sabes que a nadie le va a gustar. No es miedo exactamente, pero hay una especie de expectación, como si todo el mundo estuviera esperando para saltar sobre ti en el momento en que les sueltes la bomba.
En mi caso, esa decisión fue estudiar periodismo. Nadie lo sabía y no había cómo, mientras mi hermano y parte de la familia —que no tenían hijos menores —se dedicaban a jugar al póker hice algo que tal vez no fuese bueno.
Pero vamos, era buena metiéndome en la vida de las personas, siempre que podía lo hacía y si nos ponemos estrictos fue mi padre quién me dio la brillante idea.
Es curioso, ¿no? Una familia donde todos han tenido éxito en caminos más tradicionales: medicina, derecho, finanzas… llega la oveja negra.
Siempre fui diferente. Siempre supe que quería algo más. Algo que no se pudiera medir con un título prestigioso o con un cheque lleno de ceros.
Quería una historia que contar. Quería verdad. Y el periodismo parecía la manera perfecta de conseguir ambas cosas. También escribir un libro, algo que hacía, pero no debían saber de eso, no todavía.
Esta mañana, cuando me desperté en el departamento de Brandon, sabía que había llegado el momento de decirlo, pero no me anime, algo en mí no me dejaba abrir los labios.
Desayunamos, pasamos el día en familia y cuando Brandon se fue a esa juntada con su amigo, no puede evitar entrar en la página de la carrera, mis manos se movieron solas, pasando por cada una de las páginas, llenando datos, buscando todo lo que necesitaba para inscribirme, lo único que faltaba hacer era llevar los papeles a la universidad, presentar todo y ver cuantas materias me daban por mis otras carreras.
— ¿Todo bien? —papá me saco de mis pensamientos.
— Sí, todo bien —sonreí —, solo pensaba en que iba a hacer en estos días —mordí mi labio —, quiero ir ver universidades.
— Eso es bueno, tal vez necesitas salir de casa —mamá apareció —, cuando estas allá tratas de quedar bien con todos —acomodó su cabello —, eso no es algo que puedas hacer.
— No trato de quedar bien con todos —cruzaron los brazos.
— Cuando no podían las niñeras cuidabas a los chicos —dijo papá.
— La paga es grande —no mentía, los demonios dejan buena ganancia.
— Las campañas de la empresa —remarco mamá.
— Me veo bien en lencería —mi padre cerró los ojos.
— Pilar —hice una mueca.
— Lo que queremos decir que son cosas que no te gustan, pero las haces por lo demás, ve, busca lo que quieras y se feliz.
Las palabras de mi madre me hicieron pensar un poco, la observé en silencio antes de levantar un dedo, estaba por hablar, pero necesitaba información específica.
— ¿Lo que sea? —afirmaron —¿Cualquier cosa? —de nuevo.
— Sí.
— ¿Pintora?
— Sí, comprare todos tus cuadros —mamá sonrió.
— Acróbata de riesgo —afirmaron.
— Sufriremos micro infartos como Oliver con Aarón, pero podemos con ello.
— ¿Estafadora?
— No.
— ¿Mafia? —negaron.
— No es honesto —dijo mamá.
— Cualquier cosa que sea dentro de lo legal —simplifico papá.
— Okay, lo capto.
Observé como Brandon cruzaba por el balcón a la casa de Kathy y mire a mis padres.
— La sinfonía de gemidos esta a punto de empezar —hice una mueca.
— Vamos, no necesariamente tiene que hacer algo con ella.
Todavía no saldría de casa, lo haría mañana, cuando me enviaran los papeles de mi ultima universidad con las materias aprobadas.
La casa se fue llenando de personas, mis primos aparecieron, tíos, cada uno de ellos. Brandon seguía al lado con Kathy y por supuesto algunos ruidos se escucharon.
— ¿Qué paso por el vecino de enfrente?
— ¿Joshua? —consultó Aarón —, es programador.
— Eres un mentiroso —Hannah hablo.
— Iré a comprar algo de beber —miré a todos —¿Quién quiere alcohol?
Levantaron la mano y sonreí, teníamos que pasar el día y Brandon no compraba alcohol, al menos no para los que éramos, solo un poco para alguna cosa especifica.
— Necesitamos una casa más grande —Hilary se quejó.
Salí tranquila y cerré la puerta para encontrarme con un sujeto en la puerta de Kathy, llamó por teléfono y luego golpeo de nuevo.
— La vecina no está
Observó el idiota que sigue golpeando insistentemente y llamándola. Resultaba interesante que mi hermano hubiese encontrado a la chica que lo volvía loco y roto todo tipo de reglas.
Él literalmente estaba con la hermana de quien era uno de sus mejores amigos.
¿El problema? Ella estaba saliendo con este idiota. Porque nos dijo que tenia novio, pero ahora la estaba haciendo cosas que no estaban permitidas.
— ¿Quién eres tú, bonita? —subí mi ceja y negué.
— No es de tu importancia —intente pasar y me interrumpió el camino.
— Es de mala educación no saludar —subí mi rostro para observar el suyo.
— No te conozco —dije lo obvio.
— Pero podemos conocernos —sonrió —¿Quién eres? —miró la puerta de mi hermano.
Claramente sabía quién vivía ahí porque un deje de asco asomo por su rostro.
— La mujer que puede patearte el trasero si quiere —sonreí ladina —. Por lo que, yo que tú, cambio la sonrisita —se me acercó.
Sus ojos cambiaron un poco, había algo más oscuro cuando me observaba y no me gustaba.
— ¿Por qué? —ladeo el rostro —. Nena, no hay porque estar a la defensiva —levantó su mano y la separe de un manotazo.
— No me toques —sisee y lo repase —, no tienes nada que me interese para que te permita hacerlo.
— ¿Segura? —otro paso —, creo que no te has cruzado con un hombre nunca, por eso estan tan desorientada —lo miré de arriba abajo —, si me dejas mostrarte como se hace.
— No veo ningún hombre —la puerta de enfrente se abrió.
Mordí mi labio cuando el vecino de mi hermano apareció. El sujeto estaba como quería, cuerpo marcado a niveles alucinantes, llevaba el cabello recto y la mirada inexpresiva, pero imaginaba que detrás de ese gesto serio algo se escondía.
Era más grande, de eso no tenía dudas, llevaba lentes de pasta negra que trataban de darle un aspecto más nerd o todo un profesor universitario.
Quería mostrarle lo mala alumna que podía ser.
Demonios, estaba fantaseando con el sujeto y había sido un idiota desde que lo conocí.
— Yo creo que deberías prestar más atención —puse los ojos en blanco.
— Tienes razón, acaba de salir —le guiñé un ojo al recién llegado —, tu das un poco de pena —sonreí —. Deberías irte, o puedo decirle a la chica como intentaste ligar conmigo —lleve la mano a mi mentón —, me imagino lo interesada que estará en saberlo.
Si antes parecía algo oscuro ahora daba la sensación de que era capaz de agredirme, su mirada se oscureció más. Mi piel se encrespo y quería correr, pero no le daría el gusto.
— Tu no vas a hacer nada como eso —se acercó a mi cuerpo.
— Será mejor que te vayas James o te la verás conmigo. —lo miro.
Sí, me portaría mal, porque esa voz era una locura. Él no podía hablar así de ronco y joder mi psiquis así. Más que Alexa versión hombre, era un locutor de contenido erótico.
— No me das miedo, idiota —James era osado o más idiota de lo que pensaba.
El cuerpo de Joshua se movió, su mano tocó mi vientre desnudo enviando descargas por todo mi cuerpo mientras me hacía a un lado y tomaba del cuello a James.
Abrí mis ojos cuando lo levanto del suelo. Maldición, era mi versión retorcida de mafioso malo. Joshua se lo acercó a su cuerpo para dejar su rostro a escasos centímetros del suyo.
— No te equivoques, imbécil —su voz salió baja —, no tengo problema en dejarte diez metros bajo tierra.
Me quedé observando la escena en silencio, no podía decir mucho, mi familia estaba del otro lado de la puerta y yo tenía que ir a comprar.
Para eso salía, buscar alcohol, me tocaba conseguir lo que le faltaba a mi hermano. El idiota no tenía nada.
Pero eso no era nada comparado con esto, acá hablábamos de otra cosa, una más sexy y agresiva. Claramente mejor que ir al supermercado.
James comenzó a tornarse más rojo, su mano peleo contra la de Joshua y me vi tentada a hablar, hasta que su voz llegó de nuevo.
— No tengo problema en matarte —lo bajo —, por lo que mejor te vas, si es que quieres seguir respirando —James comenzó a toser buscando aire cuando lo soltó.
— Estás enfermo, te denunciaré —subió sus hombros.
— No me importa —chasqueo los dedos —, largo.
Señaló las escaleras con la mano. James lo miró y trato de observarme, pero Joshua se colocó entre medio de los dos. El futuro ex de mi vecina se alejó.
Estaba tentada a decirle que mi hermano se encargaría de ella, pero me callé cuando recordé las consecuencias de eso.
Joshua por su parte no me miraba y necesitaba que lo hiciera, quería que me viera, porque maldición, yo necesitaba mirarlo a los ojos.
Aunque eso me iba a hacer ver desesperada y no podía quedar así con un hombre.
No esté hombre.
Necesitaba llamar su atención, al menos un poco.
— Vaya, interesante —pase por su lado —. Gracias, pero podía sola —toque el botón del ascensor.
— Me imagino que sí —escuche sus pasos.
No lo miré, pero podía sentir su mirada en mí. Seguramente repasando mi cuerpo. No estaba muy vestida, solo lo justo.
Además de dejar a la vista mi vientre —porque llevaba un top —tenía mi jean tiro alto que me hacía un trasero de muerte. Me había dejado suelto el cabello y estaba con mi perfume de la suerte.
— ¿Te dejan salir así? —cruce mis brazos y lo mire.
— A mí no me dice nadie como vestirme —le guiñe un ojo —, imbécil —balbucee y la puerta se abrió.
Acababa de matar todo rastro de emoción por él.
— Malcriada —hablo burlón.
— Pene pequeño —gruñí.
— ¿Quieres averiguar si lo tengo pequeño? —me reí y lo miré por encima de mi hombro mientras entraba.
— No tengo ganas de decepcionarme hoy —mi cuerpo fue empujado y mi espalda término contra la pared del ascensor.
Mi pecho subió y bajo en una respiración profunda, sus ojos oscuros se encontraban a escasos centímetros de los míos, podía sentir su perfume.
La mezcla amaderada con alguna flor, el calor que emanaba su piel. Apreté los labios evitando cualquier sonido y arquee una ceja para mirarlo directamente a los ojos.