Pilar. La adrenalina recorría a tope todo mi cuerpo, mi piel erizada me mantenía en ese lugar que era ajeno para mí, porque siendo honesta nunca había querido hacer algo como esto. — ¿Fiebre? —volví a chupar. — Ajam —carraspeo —, me siento un poco mal —tomó aire —, si veo a tu hermana la envió a tu casa —comenzó a cerrar la puerta —. Chau. Cerró la puerta y me observó molesto, sus ojos no se despegan de mi rostro, puedo ver la excitación que hay en ellos, como su cuerpo parece llevar la situación en este momento. — ¿En serio? —sonreí. — ¿Qué? —relamí mis labios. — Tú… Camine al otro lado de la casa, mis ojos volvieron a ver el lugar. Me detuve en la mesa observando las carpetas, al menos trate de hacerlo, porque sus manos terminaron en mis caderas y su boca en mi cuello.