Capítulo 16

1974 Words
Brindaban y se besaban. Se miraban y decían lo mucho que se amaban. ¿Se podía ser más feliz? Creía que no, que era imposible albergar más felicidad en su pecho. María Elena miró su dedo, quedándose prendada del anillo que ahora lo adornaba y para ser sincera, ella se hubiese casado con él, aunque no le hubiese puesto ninguno. —Mi amor, el anillo es precioso, pero hasta con un anillo de juguete me casaría contigo. Marco Antonio sonrió. —Era de mi abuela y me dijo que se lo entregara a la mujer que le iba a dar mi corazón y esa eres tú. Soy tuyo desde el día en que te vi en aquella habitación de hotel cantando. —Eres el mejor. Sus labios se juntaron de nuevo, prometiéndose la felicidad eterna a partir de ahora. Elizabeth caminó hasta ellos para llenarle de nuevo las copas y brindar con ellos, pues estaba también muy feliz. Justo en ese momento, un nuevo mensaje llegó al teléfono móvil de María Elena y al abrirlo, se paralizó. Marco Antonio la agarró fuerte de la cintura, ya que estuvo a punto de desfallecer. Miró el móvil y sintió exactamente lo mismo que ella. Esto no podía estar pasando, había que arreglar de una vez por todas, antes de que acabara mal. María Elena no podía respirar, el miedo entró de nuevo en su cuerpo. Cuando recuperó el sentido, corrió hasta la habitación donde Frank y Aslhy estaban, alguien les había hecho una foto desde la ventana y ya se imaginaba quién. Solo esperaba que la perra de Jannet no se acercara a ellos porque era capaz de matarla. Entró en la habitación y ellos dormían plácidamente, fue directa a la ventana junto con Marco Antonio, que al ver a donde iba, la siguió. Se asomaron, pero no había nadie, seguramente ya se fue o se escondió. —Tenemos que llamar a la policía ya, Marco Antonio. No quiero que les hagan daño a los niños… tengo miedo. Pidió en un susurro casi audible. —No te preocupes, ahora mismo los voy a llamar. Tranquilízate, ¿Si?. No quiero que te vuelvas a sentir mal como esta tarde. Asintió. Marco Antonio tomo el teléfono móvil y llamó a la policía. Decidieron quedarse en la habitación con los niños hasta que llegaran, puso a su pequeña en la cuna, ya que se había dormido al fin. Media hora después, la policía llegó, le explicaron todo lo sucedido, enseñando también los mensajes y la foto. Marco Antonio les habló de Juan y su fuga. Algo o le decía que ese hombre no solo le haría daño a María Elena y que él era el que mandaba los mensajes. Además, Jannet amenazó a María Elena. —Cariño ¿Crees que Juan tiene algo que ver en esto? —Preguntó ella dándose cuenta al instante de lo estúpido de la pregunta. — Claro, como no va a tener que ver. —Amor, hay algo que no me he atrevido a contarte. —Frunció el ceño—. Hace unos días recibimos información sobre una alianza entre Jannet y Juan, creemos que fue ella quien lo ayudó a escapar. —No puede ser. ¿Qué estarán tramando?. Titubeó. —Que no toquen a los niños. Pronunció agitada. —Tranquila, Mari, no pasará nada… no lo permitiré. Antes tendrán que matarme a mí. María Elena palideció en cuanto Marco Antonio dijo esas palabras, solo pensar en ello, temblaba como una hoja. —Tony, no puedo respirar. Murmuró sin poder hablar apenas. Él se acercó a ella, María Elena, estaba demasiado mal, incluso peor que antes. Entonces, sus ojos se cerraron y cayó en un terrible sueño. Tony la cogió en brazos y le pidió a pleno grito a su hermana que llamase al doctor. No podía estar pasando esto y temió por la vida de su mujer. El miedo lo invadió y solo quería que abriera los ojos. La llevó a la habitación y la dejó sobre la cama mientras le decía cosas para que despertara. —Maria Elena, amor… abre los ojos, por favor. Decía angustiado. Odiaba que estuviese pasando eso y no poder hacer nada. Odiaba el hecho de saber que ese desgraciado estaba en la calle y no poder ir a partirle la cara… Se odiaba a sí mismo porque solo por estar con él, estaba en esta situación. De no haber rechazado a Jannet, ella no hubiera ayudado a ese mal nacido. Media hora después, el doctor entró en la habitación y le tomó las constantes a María Elena mientras le preguntaba a Marco Antoni, todo lo que había pasado. No iba solo, llegó acompañado de otro chico un poco más joven que, tras sacarle sangre a María Elena, se fue de nuevo a la consulta para hacer los análisis mientras que ellos quedaban a la espera de los resultados. —¿Cómo está doctor?. Preguntó Marco Antonio sin dejar de mirarla. —Ella está bien, no he visto nada fuera de lo común. Aseguró. —Tranquilo Señor Rodríguez, pronto mi sobrino me llamará y me dirá los resultados. —Esta bien. Se quedó de nuevo solo con ella y se sentó a orillas de la cama mientras tomaba su mano y la besaba con dulzura. Era todo para él y perderla sería devastador. Estaba algo más tranquilo porque le dijo que estaba bien, pero ¿Entonces por qué se desmayó?. La espera cada vez era más angustiante y Marco Antonio estaba ya desesperado. Entonces, cuando se disponía a salir para buscar al doctor, este entraba en la habitación junto con su madre para decirle el motivo de ese desmayo. Tony no lo podía creer y no pudo evitar dibujar en sus labios una gran sonrisa, una que iba a tener reflejada para siempre. Volvió a sentarse al lado de ella y le habló. —Mari, despierta amor. Ya habían pasado dos horas desde que cerró sus ojos y, aunque el doctor le dijo que podría estar así más tiempo, no podía dejar de seguir hablándole. Ella comenzó a escuchar la voz de Marco Antonio, llamándole con ese amor tan grande que sentía por ella. Le costaba abrir los ojos, pero, poco a poco, fue abriéndolos hasta abrirlos del todo y clavar su mirada en él. Luego miró al médico que la atendió hace unas horas cuando le dio el ataque de ansiedad. —¿Qué me pasó?. Preguntó con voz pastosa. —Te has desmayado. Dijo Elizabeth. —Necesita descansar, Señora Rodríguez. El médico le dijo Señora Rodríguez y Marco Antonio le guiñó un ojo provocando en ella una sonrisa perfecta. —Yo me encargaré de eso. —Doctor, ¿Por qué he perdido el conocimiento?. El médico miró a Marco Antonio y él le asintió para que le contara. —Porque está usted embarazada. Se quedó paralizada, no esperaba que fuese por eso. —¿Dijo embarazada?. Preguntó incrédula. Marco Antonio tenía una sonrisa de oreja a oreja, se le veía feliz, pero ella no pensaba que fuera el mejor momento, no con todo lo que estaba pasando. El miedo volvió a su cuerpo, aunque en realidad, no se había ido. Empezó de nuevo a respirar con dificultad y Marco Antonio se acercó a ella y la abrazó para conseguir con eso que se tranquilizara. —Amor, sé lo que estás pensando y no te preocupes por nada… yo no dejaré que nada les pase. ¿De acuerdo?. Eres mi vida y no la concibo sin ustedes tres y el bebé que viene en camino. Decía en su oído con una dulzura que la mataba—. Volveremos a ser padres, por Dios Mari… Te amo. Los ojos se le llenaron de lágrimas, pues él tenía razón, era otro bebé de ambos y eso era algo maravilloso. Pero no dejaba de darle miedo la situación. —Te amo. Pronunció María Elena provocando que él se emocionara. Secó las lágrimas de él, que llenaron esos ojos tan bonitos que hacía que perdiese el rumbo de todo. Su suegra y su cuñada, cuando Marco Antonio se separó, se acercaron a ella para abrazarla e intentar entre las dos, tranquilizarla, pues no estaba sola y eso era algo que todos le estaban demostrando, eran perfectas. Un rato después, el médico se fue, pero no sin antes decirle que tenía que estar en reposo, ya que los ataques de ansiedad no eran buenos para el bebé y se le podría complicar todo. También le dijo que cuando se encontrase mejor, fuera a la consulta para poder examinarla mejor. Sobre las tres de la madrugada, ya estaban en la cama algo más tranquilos. No podía dormir y María Elena hasta que ella no se durmiera, no lo haría él, iba a estar pendiente de María Elena todo el tiempo. Ella reposaba la cabeza en su pecho mientras que Marco Antonio acariciaba su cabello con cariño, intentando así que estuviera lo más relajada posible y conseguir que se durmiera, pero era algo completamente imposible cuando su cabeza no paraba de darle vueltas a todo lo que estaba pasando. Aún no se podía creer que Jannet y Juan se conocieran. —¿Qué dijo la policía?. Preguntó de pronto. —De momento van a colocar un rastreador a tu teléfono móvil por si recibes alguna llamada y me dijeron que irían a casa de Jannet. La denuncié por amenazas y les enseñé la foto que tenía mi hermana de ella con Juan. Suspiró. —¿Cómo es posible que ellos dos se conozcan? Es que no lo entiendo, de verdad. —No lo sé amor, yo solo sé que hay que estar con los ojos bien abiertos. Han dejado a algunos policías alrededor de la casa por si vuelven a venir. Abrió los ojos con notoria preocupación y él acarició su mejilla negando. Estuvieron hablando un rato más hasta que Marco Antonio se quedó dormido, estaba rendido. Ella no podía pegar un ojo, así que se levantó y fue a la habitación para ver a los niños, necesitaba saber que estaban bien. Entró en la habitación y ahí estaban, los tres dormidos como angelitos. Respiró hondo y sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas. Entonces una idea cruzó su mente, algo que no pensó que pudiese salir mal y que, si lo pensaba fríamente, tenía que ser buena idea. Fue hasta la habitación y cogió su teléfono móvil para después volver a salir e ir al salón. Marcó el número de Rolando era el único que podía ayudarla. Diga. contestó con voz dormida. —Rolando soy María Elena. El abrió los ojos de golpe y se incorporó en la cama preocupado. ella nunca lo llamaría y si lo hacía a esa hora, no debía ser buenas noticias. —Maria ¿Pasó algo con Frank? se le notaba la preocupación en la voz, ella nunca pensó escucharlo así. —No, bueno. necesito que me ayudes para que no pase. —¿Dequé se trata?. Estuvo hablando con él casi una hora y quedó en que iría por la mañana con su hermano Hernán incluso le dio las gracias por contarle el problema. tras eso, se fue a su habitación y miró la hora, el reloj marcaban las cinco de la mañana y todavía no había pegado un ojo, se acostó al lado de Marco Antonio, se le veía tan tranquilo así, dormido, relajado. María Elena sintió como su corazón se aceleraba. ¿Cómo era posible que lo amara tanto, mucho más que hace tres años?. Miró su vientre y pasó las manos por él, reprimiendo las lágrimas que no dejaban de hacer de las suyas. —No voy a dejar que nada pase, te protegeré bebé. Murmuró. estuvo un rato así, acariciando su vientre, hasta que le venció el sueño y se quedó dormida.
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