Capitulo 5

3348 Words
Yerimen. —¿Así que no buscas una segunda esposa?. —me giro con una sonrisa enorme donde vino como dijo, ya estaba pensando en ir a buscarla. —No, quiero una sola y eres tu no ella ni ninguna. —hace un frio de muerte haciendo que estemos envueltos con solo nuestros ojos a la vista, pero ella con cosas que no son del todo abrigadas, me saco mi poncho de pieles envolviéndola por los hombros—. Un regalo, debes estar bien abrigada. —Es una prenda nueva. —la toca con suavidad. —Y mía y hago lo que quiero, que es regalártela. —Muchas gracias, de verdad gracias. —miro hacia todos lados buscando donde llevarla y que no pase frio, no quería el granero pero es lo único, no hay lugar donde ir. —Ven, vamos al granero. —de la mano la llevo, me toca vigilar a los animales, mas que nada es que no se apague el fuego de la estufa así no pasan frio, necesitamos la carne y los huevos, no podemos permitirnos que se nos muera ningún animal después de todo el trabajo que hemos hecho para duplicarlos y mantenerlos—. Esta calentito. —Uufff si, que lindo. —no hay casi nada de luz, solo la de la estufa y una vela que encendí—. No puedo quedarme mucho, le dije a mi padre que iba a ver a Maca. —Creí que te ibas a quedar toda la noche conmigo. —al oír que no se queda siento como si un cansancio me consumiera el cuerpo. —Si mi padre no volvía lo hacía, Maya me cubre pero no puedo decírselo a él, me echaría de la tienda si no vuelvo, mas una paliza si alguien nos ve y le dice. —Bien. —me quedo mirándola como se saca mi poncho y sus ropas de abrigo—. Anya, no quiero que me tomes como que quiero solo sexo, pero te necesito mujer. —Yo también y lo entiendo porque me siento igual, que solo te quiero para sexo. Me saco la ropa de abrigo desesperado cuando queda solo con el vestido, se me acerca colgándose de mi cuello haciendo que me vaya para atrás, pero jamás dejaría que caiga, le subo el vestido por encima de sus nalgas y ahí la alzo en brazos llevándola donde esta el heno, la siento abriéndole las piernas, sin dejar de besarla acaricio su intimidad para prepararla, aunque ya con los besos se comenzó a mojar, eso me agrada, no tengo idea de nada de la intimidad de las mujeres, no quiero compararla con Quene pero ese día fue mas una lucha que un acto de placer, un acto que debíamos hacer y que debíamos procrear para no volvernos a tocar nunca más; cuando creo que ya es suficiente para que pueda entrar en ella sin lastimarla me voy acomodando en medio de sus piernas mientras con una mano me guío a su interior, con mi otra mano la sostengo de la nuca así nos podemos seguir besando. —Mmmggg. —saco la mano de entre medio de sus piernas pasando el brazo por sus caderas así no se aleja de mi—. Despacio, despacio. —Si, pero no te alejes. —Me alejo porque me duele. —paro de inmediato, bajo dando besos por su cuello así la distraigo un poco del dolor que le produzco—. Prueba a ver si me sigue doliendo. —Si. —vuelvo a ingresar con calma, siento que en cualquier momento comienzo a gritar y reir del gozo que siento con esta mujer maravillosa, esto si que es un maldito sueño cumplido, pero no termina ahí, quiero mas—. ¿Cómo te sientes? ¿Paro? ¿Puedo seguir?. —Sigue, ya no duele tanto. —Bien. —presiono mis nalgas mientras ingreso un poco mas, paro al sentir como su interior se contrae, debe ser algo normal ya que es nueva en esto, bueno, somos nuevos en el sexo y si no me dice nada no sé que pasa—. Te sientes muy bien Anya, me vuelvo loco mujer. —Tu me haces sentir muy bien. —no deja de rodearme por el cuello manteniéndome bien pegado a ella, es como si no me pudiera soltar, me quiere pegado a ella—. Muévete, no me tortures por favor. —No quiero causarte dolor por eso voy despacio dándote tiempo de decir que pare. —Lo sé, pero inténtalo así probamos. —me muevo con cuidado pero cada vez me cuesta mas mantener la calma, alzo sus piernas un poco mas y ahí comienzo a moverme con fuerza—. Oojjj así, así Yerimen no pares. —Ooojjj carajo, no puedes sentirte mejor Anya. —tiro el pecho hacia adelante haciendo que ella se vaya para atrás cargándose en el heno con las manos—. Ojjj oojjj mmggg. —bajo la cabeza apoyándola en su pecho y ahí me vengo, la penetro con estocadas duras que la llego a mover de lugar, me envuelve riendo cosa que me hace reir también. —Fue maravilloso. —tengo que cargarla así no hace toda la fuerza, soy un hombre pesado, eso lo sé de sobra. —Si, muy maravilloso, me dejas sin palabras mujer. —nos enderezo besándola. —Debo irme, mi padre ya me va a llenar de preguntas si es que no fue donde Maca a ver si estaba ahí. —No quiero que te vayas, no me dejes por favor. —Debo hacerlo Yerimen, te lo dije a penas nos vimos. —suspirando salgo de su interior, la ayudo a bajar así se acomoda la ropa—. Bueno, si quieres que nos volvamos a ver lo hacemos. —Por supuesto que quiero volver a verte Anya, jamás me voy a cansar de ti. —Entonces mañana te voy a hacer notar si nos podemos ver, está atento. —Bien, voy a estar pendiente —le pongo mi poncho sobre sus hombros dándole unos besos por toda la cara haciéndola reír—. Vamos, te acompaño, no quiero que camines sola menos de noche. —Bien, pero lejos o van aumentar aun mas los rumores. —Me gustan esos rumores. De lejos la miro como va casi corriendo hacia su tienda, en un principio me da risa pero después nostalgia porque debería estar conmigo, la mayoría de los hombres usan sus días de guardias para dos cosas, descansar como corresponde o para tener intimidad, ya sea con sus esposas o una mujer dispuesta a compartir intimidad, me encantaría compartir eso con Anya, pero ella piensa solo en las represalias que pueden haber, porque es mas que obvio que contra ella van a ir, no conmigo, y eso es lo peor de todo, que son unos cobardes todos. .............. Me paso el día reparando las tiendas junto a los hombres, llevando a los enfermos a la casa parecida a la de los blancos para que se puedan sanar y casa que al fin Mawunko dejó que hagamos para que puedan sanar como corresponde y no morir por no tener un lugar como corresponde; mi cuerpo se siente rendir en cualquier momento, hacer trabajos pesados y estar cargando con personas enfermas sobre la nieve es muy agotador, pero sigo porque no puedo dejar que mas trabajo caiga sobre los hombros de Mawunko, estoy enojado con él pero no quiere decir que no le dé una mano, es el hombre mas valiente que conozco, hombre que respeto con todo mi ser, como jefe es algo que no tiene nombre, por lo que dicen los ancianos no ha habido mejor jefe que mi hermano y eso me pone muy alegre, me siento privilegiado que semejante hombre sea de mi sangre y el que me enseña todo en la vida. Camino con un muchacho en brazos sintiendo que no puedo mas, pero cuando lo miro siento como que es mi hermano Caupolicán, siento que llevo a mi hermano por el cual no se pudo hacer nada, eso me estruja el corazón, tiene una esposa joven y un niño con pocas lunas, este joven debe tener un mejor final que esto, porque ahora estamos preparados para casos de esta semejanza, en esos tiempos no teníamos idea de nada mas de lo que íbamos aprendiendo conforme a la marcha porque aun mi hermano no era del todo aceptado. —Listo mi amigo, —me mira sonriendo—. Haz el esfuerzo, coopera en todo lo que te digan, tu esposa esta muy preocupada, tienes un niño no lo olvides. —Voy a intentar. —No me sirve, —me inclino hablándole a la cara mientras le doy unos golpes en el pecho—. En la caza no se intenta, se logra. —lo último lo repite conmigo donde es algo que siempre decimos para darnos ánimos—. Bien. —Gracias por traerlo Yerimen, yo me hago cargo. —Si, —me alejo dejándole espacio a Maca así hace su trabajo con libertad. —Anya, tráeme flores de manzano. —me giro a penas la nombró. —Si, ¿agua caliente?. —Si por favor. —me voy para atrás así se mueven con tranquilidad, quiero mirarla pero no estorbar. —Aqui esta todo. —Y unas hojas de eucalipto. —me siento al lado del fuego sacándome las botas así me caliento los pies donde los tengo como una piedra del frío. —Toma Yerimen. —me da un té humeante—. Para que no enfermes. —Gracias. —se acomoda al otro lado de la estufa con las manos hacia atrás para calentarlas sin dejar de ver a Maca por si necesita algo. —¿Mucho frio?. —Si, la nieve esta mas alta. —asiente dándome unas miradas fugaces. —Quería ir a lavar ropa pero ni loca meto las manos al agua del rio con este frio. —miro el suelo sonriendo porque me dice que me quería ver. —Pero puedes calentar agua. —Maca habla dando a entender que nos escuchan. —Si, estaba pensando en eso, pero ir al granero así no me paso de frío y no molesto a nadie, si total hasta que llegue un vigilante tiene que ponerse oscuro. —Entonces ve, ya terminé también. —Bien, voy yendo o no termino mas. —sale sin mas nada que decir, Maca se para sonriendo mirando a los muchachos. —Todo listo, son los signos del comienzo de un resfrío, pero los hombres son mucho mas exagerados de lejos. —Sentía que me moría Maca. —Lo sé, llegaste blanco, pero quédate, espera un poco a recuperar las fuerzas porque así como estas no vas a poder llegar a tu tienda. —¿Maca ya terminaste?. —Yomu entra todo envuelto, cuando abre las cubiertas que tiene se ve a su pequeña hija colgada en su pecho super abrigada, me da risa verlo así, semejante hombre con su cría—. ¿Qué te ríes estúpido? —¡Yomu!. —me muerdo los labios porque queda en silencio por el llamado de atención de Maca. —También me voy, tengo cosas que hacer. -—salgo casi corriendo de la patada que me iba a dar Yomu por burlarme de como reacciona con Maca, aunque es entendible, es el amor de su vida, obvio que la trata de esa manera, yo me doy cuenta que con Anya soy diferente, como que la voz se me suaviza y las reacciones también. ***** Anya. Envuelvo los brazos desesperada por su cuello buscando poder descargar algo de lo que siento, mas bien de lo que me hace sentir, es una locura de lo bien que se siente todo esto, me hace sentir una mujer deseada y la cual necesita o se muere, me aprieta, me mantiene firme en un abrazo demoledor sin dejar de moverse en mi interior como un poseído, no me importa para nada que el heno me raspe la piel de mis nalgas, no me importa que los muslos me duelan ni que los animales nos miren, ni siquiera me importa si nos encuentran, solo que este fuego que hay dentro mío se apague aunque sea un poco, pero no, cada vez se enciende mas. En las noches cuando me voy a dormir no dejo de pensar en Yerimen y sus besos, sus caricias, es como una flor alucinógena, nunca las probé pero si vi sus efectos, y me siento como esas personas que están poseídas por algo más allá de lo que mis ojos ven y que en ese lugar en donde están son felices. —Viene alguien. —escuchamos como fuerzan la entrada del granero que con la nieve se ha trabado un poco. —Escóndete. —subiéndose el pantalón se esconde dándome risa, pero debo correr al agua a hacer como que friego, ahora que se me pasó el frenesí si me preocupa que nos encuentren. —Anya, ya debes irte, me toca turno. —Si, ya me voy. —me mira de arriba abajo poniéndome incómoda, es un hombre casado y bastante grande, casi como mi padre. —¿Te puedo hacer una pregunta Anya?. —Digame. —¿No piensas casarte nunca?. —junto la ropa viendo de reojo que Yerimen se prepara para salir de donde esta a reclamarme como hace cada vez que un hombre se me acerca, me molestaría que me los espante si vinieran con buenas intenciones, todos vienen con cochinadas en la mente—. Eres una mujer de carne en tus huesos tal como a mí me gusta, si nadie te toma voy a pedirte, sé que tu padre me entregaría tu mano. —No creo que lo haga, —escurro la ropa así no la llevo tan mojada ya que me pensaría mucho—. Conoce muy bien a los hombres de su calaña y ya los ha rechazado a todos. —Puedo asegurar que a cambio de un poco de alcohol acepta, si total, somos de la misma clase, nos entendemos muy bien. —Entonces pídame, de ahí a que le abra las piernas fácil es otro tema. —¿Te rehusarías a mi?. —lo dice como si fuera algo que no puedo permitírmelo. —Me entierro un puñal en el corazón antes de dejar que me toque. —cargo el cesto con la ropa lista, algunas prendas estilando pero me quiero ir antes de que esto pase a mayores—. ¿Nada mas pregunta? Así ya me voy retirando. —Si, tengo algo mas que decir. —cuando da un paso hacia mi doy uno hacia atrás, sabia que iba a intentar eso, todo a la fuerza manchando mi imagen y sin remedio a negarme a que me pida y salvar mi reputación, todos intentan lo mismo—. Los años se te pasan, las ofertas no son para siempre, piénsalo. —No va a pensarlo. —cierro los ojos cuando sale de donde estaba, sabia que no debía salir pero de igual forma lo hizo—. Andando Anya. —Si. —camino furiosa con él detrás. —Anya espera. —No, no debías decir nada Yerimen, ahora todos lo van a saber. —No me importa. —Hicimos un trato, era no decir nada. —me frena del brazo haciendo que lo mire. —Pero ahora podemos aclarar todo, puede ser una gran oportunidad Anya, tomémosla. —¿Quedando como tu amante con la cual se ven en el granero?. —No me importa lo que digan. —se me pega bien demostrando lo grande que es aun para su edad, aunque no logra intimidarme—. Sabes muy bien que me importa un carajo lo que digan, quiero tenerte como sea, lo que digan es problema de ellos. —Pues a mi si me importa como voy a quedar frente a todos, y te dije que eras solo un crio, ahí esta la respuesta. Mientras cuelgo las prendas arriba de mi estufa para que se sequen lloro en silencio porque no quería que pase nada de esto, todos van a enterarse ahora y lo odio, no quiero que me traten como ramera, cuando se producen esos rumores las mujeres en cuestión son hostigadas por los hombres y ya ninguno las toma en serio, sin decir que las mujeres las tratan con desprecio haciendo que todo sea mas difícil y acorralando a dicha mujer a la deshonra y exclusión, eso llevaría a que cualquier posibilidad de casarme y tener hijos se vaya a la basura por un simple rumor de mierda que todos siguen en vez de cortarlo, nadie se toma el tiempo de averiguar que fue lo que pasó, es como que lo dice un hombre despechado vale mas que la defensa de una mujer desesperada que con llantos pide que le crean, lo he visto y les he creído a cada una de ellas, sé como son, y aunque mi padre es un borracho bueno para nada sale en nuestra defensa siempre, me ha cuidado de esas acusaciones porque han intentado crearlas, pero pone la cara diciendo que sus hijas son decentes y que nos cuida cosa que es verdad, controla mis salidas, como le dije a Yerimen la otra noche, si no volvía me salía a buscar a donde sea hasta encontrarme, dicho caso, fue así como nos enteramos que Maya estaba con Ayen, porque los encontró y dijo que tomen una decisión urgente cosa que no han hecho. Voy a la tienda de Maca a comer que me invitó, le dije que no iba a hacer nada así como cuando viene a verme que se sienta sin mover un solo dedo diciendo que es una invitada, no quiero llegar a cocinar ni limpiar, a lo sumo cuidar de la niña, pero no a hacer cosas que ella debería hacer, ya debe estar adaptada a su nueva vida de esposa, es lo que nos toca y debemos cumplir, dicho esposo productivo no debe llegar a hacer las cosas, para eso esta la esposa que se queda resguardada, eso se lo dijo mi padre a Maya, creo que eso es lo que la frena de anunciar su unión, el no hacer las cosas que debe, cómo en mi tienda hago casi todo yo, no sé debe ver limpiando ni cocinando. —Permiso. —entro sonriendo, lo primero que hago cada vez es recorrer con la mirada la tienda, siempre esta impecable. —Deja de mirar de esa manera Anya, me pones incómoda. —Perdón, es costumbre. —me siento frente a la niña que esta en una pequeña cama cerca del fuego mas que calentita—. Pero que cosa mas hermosa que eres. —la saco dándole unos besos—. La tia es babosa. —Lo sé, me la dejas quejosa después de que la vez. —arrodillada va cocinando, no sé qué es pero huele delicioso. —Es que me enamora esta muchacha. —No tanto como Yerimen. —No digas eso, si alguien escucha se nos arma. —la aprieto con cuidado sonriendo feliz de que mi amiga no tenga un destino parecido al mío, básicamente tiene lo que tanto desee aunque no la envidio. —Pero si es verdad, algún día debes admitir que todo eso que haces de rechazarlo es una fachada y que en realidad estas enamorada de Yerimen. —Cada vez que te veo Anya... —tiro la cabeza hacia atrás cuando entra Yomu mas que divertido—. Oigo que hablas de mi amigo. —No hablaba de él, tu mujer insiste en algo que nada que ver. —Pues comienzo a pensar igual que tu amiga, porque ya es mucho. —Cambiemos de tema y les digo la verdad, con Yerimen no pasa nada, es solo un crio con delirios de grande que no sabe parar, nada mas. —Si tu lo dices. —dicen los dos riendo. . .
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