Capitulo 4

3347 Words
Anya. Limpio mi tienda junto con Maya viendo que mi padre no trajo nada de leña porque tampoco esta, esas cosas ya no me duelen, ni siquiera rabia me da, es como que quedo en la nada, es una persona que si esta es como que no este, y cuando no esta es como que no existe, cuando tengo esos sentimientos es como que me pongo en la piel de la que halla sido mi madre porque no la conozco y siempre me pregunto el como a sido su historia, porque si fue como la que nosotras estamos viviendo ella siempre ha querido que la tierra se lo trague a mi padre, o cuando salía a casar nunca vuelva como yo tristemente he sentido deseos que suceda, pero no tengo ningún recuerdo de ella, no sé como es, como se llama, no sé nada, según mi padre Maya es la imagen de ella, pero también sé que mi padre la robó a los blancos, la tenía cautiva hasta que ella pudo escapar, por supuesto que sola, no iba a llevarse a las hijas del violador que la tuvo cautiva, ahí fue cuando en brazos de mi padre al ser muy pequeñas fuimos pasando por muchos pueblos que no nos aceptaban, anduvimos a la deriva por las montañas hasta que vimos a este pueblo que el jefe en ese momento nos aceptó, lo hicimos nuestro hogar, nos debimos ganar el lugar de al menos al final de la fila, pero si nos atacan hay muchos hombres dispuestos a defendernos, no es como estar a la deriva donde no teníamos protección, aunque muchas veces nos maltrataron, nos golpearon y humillaron, fue mucho mejor que estar solos en medio de la nada. —¿Anya?. —me giro viendo a Waira, el maldito infeliz que me hace la vida una miseria—. La maldita perra va a lavar, hazme el favor de llévame esto y lávalo. —camino sin decir nada cuando me tira una prenda a los pies—. ¿Te estoy hablando perra?. —voy hacia la tienda de limpieza a buscar jabón, el jefe trae productos de los blancos que es mejor, nos hace las tareas mas fáciles. —¿Qué pasa acá?. —Ayen, mi salvación tiene nombre y es Ayen. —Le decía que ya que va a lavar ropa lo haga con la mía. —¿Acaso no tienes madre y hermanas?. —se para delante de Waira con mirada dura, son hermanos del jefe en todo su esplendor—. Lo único que voy a decir, es que ya nos va a tocar ir a cazar juntos, y ahí te voy a enseñar lo que es un verdadero hombre para que dejes de estar molestando, te crees la gran cosa por ser mas corpulento que Anya pero yo soy mas grande que tu y te voy a sacar los dientes si sigues molestando. —¿Quién me lo dice? ¿El que defiende a una puta inferior?. —por los dioses, espero que Ayen se controle o no sé que va a pasar—. Pero es una buena idea, voy a pedir a esta perra y le voy a enseñar obediencia. —Deberías hacerlo. —Ayen se gira empujándome así camino, pero se da vuelta dándole un semejante golpe que lo hace caer de espaldas, se sube arriba dándole otro golpe, y yo miro sin hacer nada, porque Ayen es de mucho mas categoría de lejos, si hago algo lo rebajo—. Vuelves a hablar de cualquier mujer de esa forma yo mismo voy a darte un castigo, y no te va a gustar nada. —Ayen ya basta. —se para mirando a Yerimen que siempre habla con calma cualquiera sea la circunstancia, y Waira lo hace con la cabeza gacha, el segundo al mando del pueblo esta parado frente a él y le tiene miedo, mucho miedo por lo que veo—. ¿Qué pasa?. —los tres lo miramos a Waira que no dice nada—. ¿Nadie va a hablar?. —Pasa que estoy cortejando a Anya y tu hermano no lo soporta. —Yerimen lo mira fijo sin decir nada—. Parece que quiere a la perra para él. —¿Tu versión Ayen?, —Corteja a Anya de forma inapropiada, pero le dejé claro que de ahora en mas la trate como corresponde o va a aparecer colgado de las pelotas en un árbol. —Waira lo mira y después a Yerimen. —Ya lo sabes Waira, cuida tus palabras de ahora en mas o yo mismo te cuelgo después de cortarte tu hombría, ya muchas quejas he recibido de las muchachas, una mas ya sabes tu destino, ahora vete. —se va escupiendo en el suelo la sangre que Ayen hizo que le salga, Yerimen me mira con el cesto en mis brazos—. ¿Vas a lavar?. —Era la idea, pero ahora no sé si ir. —Voy contigo, Ayen, ve con Mawunko a informarle lo de Waira y dile las quejas de las muchachas. —Bien, —nos apunta con una sonrisa—. Los cubro. —¿Dé?. —miro a Ayen que se rie—. No seas tonto y dime de que nos tienes que cubrir. —No te hagas la tonta mujer. —me empuja del brazo pero le doy una patada que lo hace saltar—. ¡Aajjjj mierda que me duele cuando haces eso!. —Por hacerte el misterioso. —Ustedes también. —se va apurado donde sabe que va a recibir otro golpe si me sigue molestando. —Andando. —Mejor lo dejo para mañana, las cosas no están como para que vaya a lavar, menos que menos juntos después de lo que pasó. —Vamos Anya, no me hagas empujarte. —Hazlo, empújame. —tira la cabeza hacia atrás irritado y yo quedo ahí, no me muevo para nada —Yerimen, tu hermano solicita tu presencia. —asiente no muy seguro. —Ve con Anya al lago así lava la ropa. —No, —el muchacho me mira con cara de asco, todos me miran igual por eso prefiero hacer las cosas sola—. Voy mañana con las demás mujeres, voy a limpiar mi tienda. —Esta bien, mañana vas, sabes que no puedes ir sola a ningún lado. —Lo sé. Y si que lo sé, lo que menos quiero es que pase alguna cosa fea como hubiera pasado si me iba para el lago con Waira detrás, soy la arpía, la sucia, la esclava, pero bien que están desesperados para que esta mujer inferior le abra las piernas, y ya me lo dijo, por las buenas o por las malas va a pasar, y no quiero ninguna de las dos porque lo aborrezco con todo mi ser, nunca había sentido nada mas repugnante que ver a la cara a Waira diciendo esas cosas. ................... Voy al rio por agua para poder bañarme, la lluvia blanca ya llegó una vez mas pero aun no se acumula como para sacar de ahí para bañarme, aún debo ir al río; mi ropa no es la mas apropiada pero al menos tengo con qué cubrirme, gracias a los dioses Maya está muy bien con el embarazo, debes en cuando se pone mis ropas y se envuelve bien para salir, debe hacerlo debes en cuando o el pueblo va a sospechar cualquier cosa, deben verla en algún momento; miro al cielo diciéndome, ayer quería ir a lavar ropa al lago y hoy casi no podía salir de mi tienda, las maravillas de los dioses no tiene nombre. —Ayer estaba desesperado por verte. —saco el jarro del agua llenando mi cuenco. —No se pudo. —Si se podía, fuí hasta el lago y nunca llegaste. —Dije que me quedaba en mi casa mejor, mi padre no está, no puedo salir mucho y los demás saben que estamos solas, no puedo dejar sola a mi hermana. —Me lo hubieras comentado, yo puedo protegerte Anya. —Ayen siempre esta cerca de mi tienda, si grito él me cuida. —debo golpear la superficie que se pone dura por el frio y ahí saco agua. —¿Estás son tus mejores ropas?. —no quiero mirarlo, de cierta forma me avergüenza mi condición de vida. —Si, y me es suficiente. —Puedo darte unos buenos abrigos, solo di que si Anya. —Ya dije que no. —se acerca mas dándome un poco de miedo, soy mayor que él, pero en experiencias de vida él es mayor, ni hablar del físico—. No quiero volver a tener la misma charla una y otra y otra vez. —Hace dos noches fuste mia en este mismo lugar. —cierro los ojos negando porque esas imágenes no abandonan mi cabeza en ningún momento, y su mano acariciando mi espalda baja no me dejan olvidarlo—. Te hice mia, mi mujer, y cada vez que me niegas me duele un poco mas. —No soy para ti Yerimen, —lo miro con mis lágrimas cayendo—. Lo digo por tu propio bien. —Deja que yo me preocupe que me hace bien y que no. —Mira tu hermano, —me pongo de lado quedando casi en medio de sus piernas donde esta en cuclillas—. Está con mi hermana a escondidas, van a tener un hijo del que nadie sabe, todo porque si Mawunko se entera los van a echar de la aldea, o peor, solo a nosotros. —No me molesta, —acuna mi cara con sus enormes manos—. Peleo todas las batallas que se presenten con tal de tenerte a mi lado mujer, no puedo mas, me entierras un puñal cada vez que me dices que no. —Lo siento mucho. —apoyo mi frente en su pecho dolida por sus palabras, porque si, tengo sentimientos, no soy una piedra que no siente nada—. Pero debes entender que lo hago por tu bien y que eso sobrepasa lo que me produces. —Es que tu también lo quieres, lo siento y te veo. —me da un beso en los labios con suavidad—. Veo que me deseas, no soy estúpido Anya, no estaría detrás tuyo si no viera que realmente me deseas. —Es que lo hago, si Yerimen lo hago, pero no puedo. —me paro con el cuenco con agua, lo cargo en mi cadera negando—. Debo irme. ***** Yerimen. Lágrimas corren por mi cara porque me duele mucho cuando me rechaza de esa forma tan fea, dice que me desea pero que no puede, ¿no puede qué? ¿hay algo que se lo impide y no me esta diciendo?. Pensando en eso vuelvo a las tiendas a ver quién necesita de mi ayuda, ahí la veo, haciendo el intento de picar leña, aunque sale mi hermano Ayen de la tienda Anya en la que pasa el mayor tiempo posible con ellas para hacer las cosas pesadas, en este caso la debe estar retando por hacer esas cosas sin pedir ayuda, negando por lo porfiada que es voy hacia ellos. —Yo sigo Ayen, ve adentro, tu mujer te debe precisar. —Yo puedo hacerlo, —mira detrás mío negando—. Hay muchos mirando. —Todo el pueblo sabe que deseo que Anya sea mi esposa, van a saber que sigo insistiendo, —Ayen la mira riendo mientras me tiende el hacha—. ¿Todo esto es lo único que tienes?. —es muy poca leña, no tienen como para pasar la noche para nada. —Es lo que me toca. —Bien. —Ayen se va a seguir con las demás tiendas a acomodar las estructuras que con el peso de la nieve corre riesgo, más que nada lo hace para que cuando Mawunko pregunté por él la gente diga que estaba trabajando y no en las tienda de dos mujeres solas, ahí miro la tienda de ella que necesita una revisión también. —Voy entrando lo que vas picando. —la verdad que es buena trabajando, pero no me gusta, debería estar dentro dejando que le proporcione las cosas necesarias—. El último, muchas gracias, si no hubieras sido por tu ayuda o la de Ayen aun estaría con el primer tronco intentando romperlo. —Cada vez que necesites hacer estos trabajos me llamas. —entra con lo último y yo me pongo a acomodar bien su tienda sacando la nieve, Ayen ya estuvo trabajando pero no terminó. —No hace falta, me siento mal que estes trabajando en mi tienda. —doy la vuelta para arreglarla por detrás con ella que me sigue—. Por favor Yerimen, no tengo nada con que pagarte. —Si tienes. —hago punta de pies ajustando la lona por arriba, estaba que se caía, el padre no hace nada por su propio hogar, todo el peso cae sobre Anya, antes era compartido con Maya pero ya quedó sola, una mujer embarazada no debe hacer nada de fuerza, mi hermano hace el doble para poder darle una buena vida hasta que se ponga los pantalones y hable con Mawunko de que tiene una relación con Maya—. Un beso es una gran paga para mi. —Bueno, precio justo. —me enderezo cuando se me acerca, no creí para nada que lo iba a aceptar, haciendo punta de pies y agarrando mi cara me besa metiendo su lengua en mi boca, desesperado la envuelvo yendo para atrás casi tirando todo pero no me importa, solo me importa lo que pasa en nuestras bocas y donde tocan mis manos—. ¿Me dejas venir en la noche?. —Si te ven venir van a pensar que soy una ramera, y lo que menos quiero es ese titulo, suficiente con marginada del pueblo. —me da besos que no me dejan pensar con claridad. —Pero quiero verte, quiero poder besarte y tocarte como lo desee sin miedo a que aparezca alguien a interrumpirnos. —¿Cuándo haces guardia?. —Mañana en la noche. —Nos vemos ahí, en el granero. —Bien. —la vuelvo a besar con todas mis ganas y ahí ya me voy, llego a mi tienda donde debo picar leña y sacar la nieve. —Yerimen, —alzo la vista viendo a mi suegro—. Venía a verte por unos rumores que me llegaron. —Diga que andan hablando la gente que no tiene nada que hacer. —me cargo en el hacha secándome la transpiración y mas que enojado de que venga a amenazarme. —Dicen que tu y Anya tienen un romance. —no dejo de verlo a los ojos diciéndole que siga hablando—. Sé que por tu puesto y cargo tienes permitido tener mas esposas, pero si tomas a Anya vas a rebajar a mi hija que es alta en su categoría y sin ninguna queja de ningún tipo. —¿Y cuál es la pregunta que quiere hacerme?. —Quiero saber si los rumores son ciertos. —¿Y si lo son cuál es el problema?. —con el correr del tiempo aprendí a no dar explicaciones de nada a nadie, menos a alguien que no esta a mi altura—. Mire Mollo, yo lo respeto y para mi hermano usted es un hombre valioso pero para mi no es mas el que padre de mi primer esposa, y si tomo mas esposas es solo problema mío, de nadie mas. —Tu esposa principal es mi hija. —Pasó a ser mía cuando aceptamos unirnos, usted mismo me lo dijo, pasaba a ser mía y mi responsabilidad, por ende se lo digo directo en la cara que no se meta donde no lo llaman, y si tomo a Anya o a otra es mi problema y solo mi problema, nadie incluyéndolo tiene derecho a opinar nada. —aprieta los dientes con fuerza donde no se esperaba que le responda de esa forma, seguro pretendía que le dé explicaciones—. Para mas dudas vaya con mi hermano que él si escucha estupideces. —No es para que me hables de esa manera Yerimen, es solo una pregunta de un padre preocupado. —Mientras a su hija no le falte comida no debería preocuparse, y bien comida que esta. —se va directo donde Mawunko, pero no me importa, es mi vida y ya mucho dejé que se meta en donde no le importa, entro leña viendo a Quene en su lecho recostada—. ¿Descansado?. —No te importa. Meto mas leña en la estufa, me cambio de ropa y salgo a buscar algo de comer que no lo he hecho en todo el día y lo necesito, por obvias razones debo ir a la cocina general a buscar algo, me siento al lado de mis compañeros a esperar que las jóvenes nos sirvan mientras charlamos de la caza y de las cosas que debemos hacer ahora que la nieve viene con mas fuerza, paso a estar a cargo de todo lo que Mawunko no hace, hasta hace unos amaneceres atrás Ayen me daba una mano pero desde que mi hermano me casó con Quene las cosas están tensas, no hace nada mas que hacer lo mismo que los demás hombres, no se mete en nada en señal de repudio al mandato de mi hermano con respecto a las diferencias que hace con casi todo el pueblo, Ayen está seguro que no lo va a dejar estar con Maya y a mi no me permitió estar con la mujer que amo todo porque dice que es inferior, por el simple hecho de que son extranjeros desde hace muchas estaciones, viven con nosotros, ya son de nuestro pueblo, y no las quiere por el padre porque le recuerda a nuestro padre por eso mismo no las quiere, cargando los pecados a ellas que no tienen nada que ver. —Yerimen. —Si. —le recibo el plato de comida a Zatil—. Gracias, —miro a mi amigo Theo que es con el que estoy hablando—. Yo decía que deberíamos... —me hace señas de que mire para atrás, lo hago viendo a Zatil parada—. ¿Pasa algo?. —Me enteré que estas buscando una segunda esposa. —eso me cae como un balde de agua helada donde todas me miran con esperanza, no hablo de que me desean, sino mi puesto. —¿Qué dijiste?. —Si, se está rumorando eso y quería saber si podemos tener una cita. —¿Quién dice ese rumor?. —la puerta se abre entrando Anya con un cuenco a buscar comida, Zatil se mueve tapándome la vista. —Simplemente eso se está rumorando, si es verdad me gustaría que me tengas en cuenta. —¿En cuenta de qué? Perdón, no te estaba prestando atención. —De ser tu segunda esposa. —me voy para atrás porque no puedo creer lo rumores que inventan y como se mueven de veloz. —Bueno, emmm, gracias por... —intento ser serio ya que ella lo toma muy en serio la propuesta y el rumor—. Gracias por ofrecerte pero no estoy en busca de otra esposa, —Bueno, si buscas una sabes que me puedes decir. —Si, me quedó claro y disculpa. —cuando se va veo a Anya hablar con unas chicas sin darme nada de atención como debe ser porque ella no quiere que nos vean para nada. —Estan todas en busca de un hombre. —Solo es mi puesto, si no lo tuviera ninguna me miraría. —como mirándola de reojo. —Ya deja de mirarla que la incómodas y las otras creen que las miras a ellas. —Si, es que me distrae. —Lo sé. . .
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