Anya. Voy a la cocina así ayudo con la comida general, debo hacerlo o no como, es la regla, llevo mi cuenco en donde entran nuestras porciones justas para los tres, mía, de Maya y de mi padre, camino con una sonrisa de no tengo idea, no sé porque pero me levanté con una energía tremenda, no estoy cansada ni enojada que es como me despierto casi a diario por no poder cumplir con lo que se espera de una mujer, a mi edad ya debería estar cargando al menos cuatro críos y no tengo ni prometido, pero eso no importa, me importa más ganar el alimento y tener leña suficiente para no morir de frío; mientras hago un esfuerzo terrible por caminar sobre la lluvia blanca voy mirando toda la aldea, el silencio que hay, el contraste de los toldos con lo blanco, es hermoso y a la vez tenebroso, muchos hom