capitulo 1
Yerimen.
Salgo de mi tienda mas temprano que los demás, Quene me tiene hastiado, tanto que me llega a producir nauseas de solo verla y oírla y ya no lo soporto mas, de solo oír su nombre me pongo violento, quiero romper algo y gritar hasta que todo desaparezca y olvidarla de una vez por todas.
Voy hacía los corrales pensando en las tareas que debo hacer durante el día para mantenerme ocupado cuando la veo caminar hacia el granero con un tarro cargado en su cadera, la sigo en silencio, ni cuenta se da de mi presencia y lo prefiero así o escapa de mi y no sé porque si siempre intento ser respetuoso con ella, sin decir que me esfuerzo para ir con calma así no se aleja, pero aún así lo hace, despavorida se va corriendo de donde sea que me vea o si me acerco lastimando mi corazón con sus rechazos, justo tenía algo que hacer o algo que dejó a medias, o alguien la llama o le dijo que vaya a verlos, todas esas escusas que dice es solo porque se quiere alejar una vez más de mi dejando mi alma a los pies del dolor que me genera.
Me agacho por detrás del granero caminando lento mirando como ordeña a una vaca con toda su calma, saca bastante para dejar para el uso de toda la aldea y ahí junta para ella, me muerdo los labios al verla con sus piernas abiertas con la falda subida mostrando sus hermosos muslos claros, su pelo larguisimo y trenzado para que la deje trabajar correctamente, su cuerpo voluptuoso me saca de mis casillas, es un manjar para mi, manjar que creo que nunca voy a probar porque ella no quiere saber nada conmigo, esos pechos grandes que veo detrás de la ropa me hacen agua la boca porque me los imagino dentro de mi boca, el movimiento de sus caderas al caminar hace que me sienta quemar, mi pene se abulta, el corazón parece que se me sale, y transpiro como en el verano haciendo un trabajo bajo el sol abrazador, pero todo eso es por verla menearse por toda la aldea sin descaro, sin saber que cada paso que da es un puñal en mi corazón porque no es mía, no es mi mujer.
—Sal de ahí Yerimen. —abro gigantes los ojos al darme cuenta que me esta mirando—. ¿Qué haces mirando a escondidas?.
—Eejj. —me paro llendo hacía ella avergonzado de que me descubrió una vez mas, siempre me descubre, no importa cuantas personas hallan, siempre sabe que estoy espiándola—. ¿Cómo estas Anya?.
—Bien. —trago duro sin saber que hacer para que me hable no que me responda de esa manera, sigue sentada con sus piernas abiertas sin saber que eso me pone loco.
—¿Necesitas ayuda?. —apunto lo que hacia mientras me rasco el cuello—. De lo que sea si necesitas ayuda me tienes aquí, hago lo que sea, soy tuyo en lo que desees.
—Ya terminé, gracias de todas formas. —cuando se para me siento hervir al verla parada y que me mira fijo a los ojos—. Ahí ya hay leche lista, puedes llevarle a tu mujer embarazada que le va a hacer bien para que tu hijo crezca sano.
—Ya tengo, y ella puede venir a buscar sin problema.
—Que mal esposo que eres. —riendo va a la puerta de la tienda así escapa una vez mas de mi.
—Solo con ella soy así.
—¿Tienes otra esposa y no lo sé? Porque si dices solo con ella suena a que tienes otra esposa, ¿Cuándo lo anunciaste?.
—Yo... —abro los brazos negando mientras le tapo la pasada—. Yo... —me toco el pecho con mis manos temblando—. Si me lo permitieras te pediría Anya.
—¿Otra vez con lo mismo Yerimen?.
—¿Qué tengo de malo?. —me acerco temeroso—. Dimelo por favor, no entiendo porque no me aceptas, si hay algo de mi que no te agrade lo cambio.
—No tienes nada de malo, solo que eres joven, muy joven de hecho... Pero nada mas.
—¿Nada mas?. —no me creo nada de lo que dice—. ¿Por qué no me aceptas? dime la verdad no mientas, hay algo mas que hace que no me aceptes como tu esposo.
—Yerimen. —se acerca un poco mirándonos a los ojos como hace siempre, es la única mujer después de Yankiray en toda la aldea que solo me mira a los ojos, las otras incluyendo a Quene me recorren entero como buscando algo—. ¿Cuántos años tienes? ¿Diecisiete estaciones?.
—Si. —aprieto la mandibula por eso, no me gusta que crea que por mi edad soy un chicuelo que no sabe lo que quiere o siente.
—Yo voy a cumplir mis veinticuatro estaciones y aunque no estoy casada ni nunca lo estuve sé que lo tuyo es un deseo carnal que con el tiempo se te va a ir. —debo mirarla hacia abajo donde se acerca mas y le saco fácil una cabeza de altura—. Y soy mas que nada un capricho para ti, porque no soy tonta Yerimen... Sé las cosas que hablan los jovenes a mis espaldas y sé también que tu interés intenso ha comenzado como un juego.
—Yo no hablo nada y no eres un juego... Soy un hombre con mis pantalones bien puestos como para hablar de una mujer, no lo hago ni voy a hacerlo.
—Lo sé.
—Menos que menos hablaría de la mujer que me tiene loco.
—No estas entendiendo y tengo cosas que hacer, es mejor que siga o Yankiray va a enojarse conmigo por perder el tiempo.
—Anya, puedo darte todo mujer. —sale de la tienda y yo atrás siguiéndole el ritmo loco ya que hace muchas cosas en el día—. Dame la chance al menos, sabes que puedes anularlo, pero déjame demostrarte que soy un verdadero hombre.
—No Yerimen, dejalo estar, ya basta. —se va corriendo y yo quedo ahí parado mirándola irse sintiendo que el suelo bajo mis pies se abre.
—¡Mierda!. —me giro viendo a Quene reir desde el corral.
—Deberias dejarla en paz Yerimen, no te quiere, la pobre no sabe que hacer para que la dejes en paz. —paso por al lado de ella sin decir nada—. A parte deberías parar, me estas dejando mal delante de todo el pueblo por estar detrás de alguien como ella.
—No hace falta dejarte mal ya que tu solita lo haces y bastante bien que te sale.
—¿Todo porque no te cocino o estoy como una estúpida viendo que necesitas?.
—Si. —riendo la miro de pies a cabeza—. Básicamente lo que hace una esposa ¿o estoy mal?.
—Pues conmigo estas equivocado.
—Desde el principio supe que estoy equivocado contigo, no hace falta que me lo digas Quene.
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1— Tentación.
2— Inesperado.
3— Inocencia.
4— Lecciones.
5— Aprendiendo.
6— Confiando.
7— Miradas.
8— Mi Rebelde.
9— Indomable.
10— Antu. *
11— Arreglado.
12— El Indio.
13— Mestizo.
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