—Yo no soy de los que huyen, Siena —siseo cerca de sus labios, tirando con más fuerza de su cabello—. Yo no soy tan cobarde como tú, leoncita… —Entonces deja a un lado el juego y dame lo que quiero de una buena vez. —¿Y qué es lo que exactamente quieres tú? —Comer hasta quedar satisfecha… —susurra, para luego sacar su lengua y lamer mi labio con descaro—. Lo que significa que quiero que me la metas, papi… —¿Exactamente por donde, Siena? No me tientes… —gruño. —Exactamente por donde quieras. Claro, si puedes… «¿Acaso me está retando? Yo le enseñaré a ella que tanto puedo meterle mi verga» Suelto su cabello y ataco sus labios comiéndomela con los míos, devorándola con mis besos, probándola con desespero. Abandono sus labios y voy a su cuello, lo muerdo, lo beso, lo pruebo también. Sos