Más todo era falso, papá no es así, nunca será cariñoso conmigo y eso me duele mucho. —Qué gusto me da verte, papá —comentó mamá con una sonrisa fingida que no dejaba señales de que papá la golpeaba o que había hecho lo mismo conmigo. Sus ojos reflejaban una tristeza oculta y su voz tenía un tono forzado. —Tus tías te mandaron saludos y tenían curiosidad por conocer a Max —pronunció mi abuelo, quien volteó a verme mientras yo agaché la cabeza avergonzado. Su mirada era de comprensión, como si supiera lo que ocurría detrás de las apariencias. —Lo sé, pero ya sabes que mi esposo ha estado muy ocupado y mi deber es estar a su lado —respondió mamá, pero sus palabras carecían de convicción. —Está bien, después de visitar a tus tías, fui a Londres por negocios y me encontré con alguie