Tres años han pasado y con esto, Rossy, la única hija de la familia Felicce ha cumplido sus 13 años de edad, siendo casi una señorita, no dejaba de vestir con sus lindos vestidos adecuados para su edad, por supuesto, y sus elegantes moños, ¿Por qué? Bueno, digamos que aun, todos sus hermanos siguen en casa, y ella debe mantener su papel de niña mimada, como ha tenido el desagrado de escuchar por parte de algunos de sus hermanos, cuando, ellos pensaban, ella no estaba ahí, pero, en fin. El plan de Rossy continuaría hasta que llegara el momento adecuado, sigue sin confiar en su hermano mayor, Alessandro, hay algo en él que simplemente no le gusta, no desde que lo conoció en su fiesta de diez años, era tan arrogante, mandón y gruñón. Nada comparado con Luciano e incluso con Francesco, quienes se han mostrado bastantes compresivos con ella, de todos modos, este día, era especial.
Frederick, jefe de la mafia italiana y cabeza de la casa Felicce, desde que tomo su lugar correspondiente, hace tantos años atrás, se encargó de mostrarle a sus hijos, como funcionaba el trabajo de jefe, claro, a algunos les toco ver esto mientras se encontraban en Italia, y a una parte muy pequeña, como en el caso de Luciano, fue a una de las tantas reuniones que organizaban las cuatro casas aliadas con la mafia. Todos los socios de Frederick conocieron a la descendencia Felicce, actualmente, Johann Kahler, jefe de la mafia alemana, Benjamín Abbey, jefe de la mafia británica y Dimitri Novicokv de la mafia rusa, han llevado a sus hijos a unas cuantas reuniones, todo con tal de que los niños, vean y se relacionen con lo que será parte de su vida, una vez sean adultos, estos podrán saber actuar en su momento, pero claro, los temas a tocar no eran cosas violentas como se creería, más bien, negocios en común, protección, seguridad, etc., cosas que aun infante no le importaría en lo absoluto, aun así, usaban esto para saber cómo actuar. Y hoy, Rossy estará presente, es por esto que se arregló tanto como pudo en el comienzo de la mañana, desde que Frederick le había dicho que la llevaría a conocer a sus socios, indirectamente también le hizo saber que, en un futuro, ellos serían los socios de Rossy y no de Alessandro. Si, todo estaría siendo calculado y planeado de manera fría para el momento correcto.
—Rossy, ¿Esta lista ya? —Frederick esta al otro lado de la puerta, como todo un caballero, debe esperar a que su hija le dé el permiso de pasar, de lo contrario, no habría fuerza humana que lo hiciera pasar, a menos que se trate de un asunto de vida o muerte. Del otro lado de la puerta se encuentra Rossy, siendo alistada por su madre, quien se encarga de darle los últimos detalles.
—¿Estas reuniones son tan importantes, mamá? —Pregunta Rossy mientras se mira al gran espejo de su tocador, aparentemente, estas cosas solían hacerse con regularidad, entonces suponía que sus hermanos también fueron en su momento, pero ahora, y por lo que sabe, hay más niños, no tan jóvenes, pero, de su edad, más o menos.
—Si, mi niña, debes comportarte tan elegante como siempre, muchas madres estarían orgullosas de tenerte como su precioso retoño, como yo lo estoy. Tu padre cuidara de ti en todo momento, y no te alejes mucho de él, ¿De acuerdo? —Rossy asiente, ahora mismo, la curiosidad la invade por completo, se pregunta, ¿Dónde tendrá lugar la reunión de los jefes? ¿Algún día Alessandro también tendrá que dirigir una de esas reuniones? No lo sabe, pero es lo más lógico, recordemos que, Rossy no sabe que, para el futuro, quien tomara el lugar de su padre es el único a quien se le tenga verdadera confianza. El futuro jefe, debe hacerse responsable de todo lo que ocurra, de vivir en armonía junto con sus allegados y socios, cosa que Alessandro no parece demostrar, Frederick ha perdido toda confianza en su hijo mayor, dejaría a Francesco en su lugar, sin embargo, este no tiene interés alguno en ser el jefe, este se conforma con ser la mano derecha del futuro líder.
—Ya voy, papá. —Rossy se levanta de su asiento y junto con su madre ambas salen de la habitación de la niña, quien abre la puerta y se acerca a su padre para abrazarlo, desde que Rossy era una pequeña recién nacida, ha tenido un lazo irrompible con su padre, quien le ha dado todo lo que ha querido, pero también, le ha enseñado a ser humildad. —¿Ya no vamos? ¿La reunión será muy longeva? —Frederick no puede evitar sonreír hacia las preguntas de su hija, este niega con la cabeza.
—Tranquila, conocerás a mis socios y a sus hijos, podrán entenderse de inmediato ya que, tienen tu edad. —Rossy asiente, no ha crecido rodeada de niños y niñas de su edad, más de adultos que otra cosa, no se le culpa por actuar como tal, cuando sus hermanos no están, claro. —Viena, mi amor, estaremos a salvo, conozco esa mirada. —La señora de la casa Felicce suspira, es cierto que está preocupada, pero, jamás ha pasado nada malo en el tiempo que su esposo había asistido a esas reuniones, también, su miedo de que su casa sea atacada en la noche incremento hace tres años atrás, cuando la señora de la casa Kahler murió a manos de uno de los enemigos de su esposo, ella tiene miedo de que esto también ocurra y que su Rossy no vea la luz del mañana.
—Se que cuidaras de nuestra hija con tu vida, los estaré esperando. —Viena deja un suave beso en los labios de su esposo, suspira, esta tan enamorada como el primer día, Frederick era y es todo un caballero, siempre poniendo adelante los sentimientos de su esposa que los suyos, y en los momentos más difíciles de su vida, quien estuvo ahí para ella siempre fue él, es por esto que, no duda en apoyarlo, o darle una sugerencia. Muy pocas veces el matrimonio Felicce ha estado en desacuerdo, para bien o para mal, siempre han logrado llegar a una conclusión en sus problemas de manera lógica.
—Nos vemos más tarde, mi amor. —Frederick finalmente toma de la mano a su querida Rossy, así, padre e hija salen hacia aquella reunión tan importante, como todas a las que ha ido el jefe de la mafia italiana, hasta el momento siempre son tranquilas, la idea de llevar a los futuros lideres fue sugerida por Benjamín Abby, quien ahora ya tenía dos hijos, otro en camino, su esposa estaba determinada a darle tantos hijos como fueran posible. No era secreto para nadie lo que la señora de la casa Abbey estaba tratando de hacer. —¿Estas nerviosa, Rossy? —Pregunta Frederick hacia su hija, para este momento, ya se habían subido al auto de la residencia, Rossy balancea sus piernas un poco, se está volviendo alta, esto siendo parte de su herencia, incluso Viena es bastante alta, sus hermanos por igual.
—Creo que podré manejarlo, mientras nadie se meta conmigo. —Frederick ríe por el comentario de su hija. —No sabía que los socios tuvieran hijos, no los he visto nunca. —Dice ella, es cierto que cada quien tenía cosas que hacer, todos tenían sus clases, modales, deportes etc. Ellos tampoco conocían a Rossy, pero, esta primera vez puede ser bastante agradable o, todo lo contrario.
—Te pediré un favor, ¿Crees poder cumplirlo? —Pregunta Frederick hacia su hija, era la primera cosa en la vida que le estaba pidiendo, y siendo el jefe, él no acostumbraba a hacer esto, jamás.
—Por supuesto padre, lo que sea. —Responde Rossy sin dudarlo, ella amaba a su padre y su padre la amaba a ella, entonces, no era nada de malo si cumplía un deseo suyo, después de todo, Frederick siempre lo había hecho con ella. Era algo que, sin duda, él sabía que su hija podría manejar una y mil veces.