—El hijo de uno de mis socios en específico, ha estado sufriendo por la pérdida de su madre. Se llama Axel, podrás reconocerlo de inmediato porque él, es un niño muy callado. —Le explica con cuidado, Rossy parpadea, y siente lastima de inmediato, ese pobre muchacho ha perdido a su madre a una edad muy temprana, ella jamás podría imaginar el dolor que debe sentir él. —Se que no te corresponde, pero, él no suele hacer amigos, demostró que no le agradaba el hijo de Abbey, o los hijos de Novicokv, confió en que, él no podrá resistirse a ser tu amigo, me gustaría verlo un poco más animado, no por nada, en algún momento Axel será el jefe de la casa Kahler. —Con esto, Frederick ya no dice más, dejara que su hija tome la decisión final, Rossy sigue siendo una niña, siente compasión y empatía por muchas cosas, entonces haría su mejor esfuerzo.
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En el momento que Frederick llega con Rossy hacia la tan esperada reunión con sus socios, lo primero que puede ver Rossy es una elegante mansión decorada completamente de pulcro blanco, algunos detalles en dorado, hay jardines enormes y por supuesto, mucha fauna y flora en el lugar, esto la hace sentir en una especie de cuento de hadas, un palacio para ser exactos, y le gusta. El viaje ha sido bastante largo, los reciben entre amables palabras y bebidas refrescantes por el agotador viaje. Los Felicce son anunciados, en la sala de reuniones donde se encuentran tres hombres adultos, junto con cuatro niños, dos de ellos son gemelos, y los otros dos no son siquiera parecidos en lo absoluto. Y los más jóvenes, se mantienen cerca de sus padres, a menos que estos den la orden de que, pueden ir hacia cualquier lugar de la sala de reuniones.
Johann Kahler se encuentra ahí con su único hijo Axel, ambos comportan un rasgo distintivo, ojos azules, piel blanca y cabello rubio, aunque, Johann empezaba a potar uno que otro pelo blanco. El más joven de los Kahler tiene una expresión estoica, seria, no parece haber vida en sus ojos y no se le culpa, perdió a su madre. También en la misma sala están Benjamín Abbey, junto con su hijo Fausto, el primogénito de Abbey es un chico de cabellos oscuros, ojos por igual, piel blanca por igual, finalmente, Dimitri Novicokv junto a sus gemelos Gregorio y Gregori, bastante creatividad a decir verdad, los tres hombres mayores se encuentran dialogando en sillones en círculos, donde en la mañana de hoy, se debatiera el que hacer con las resientes alianzas formadas en la zona oeste del país, nada pintaba bien, ya que, de ser amigos o enemigos, ellos tendrían que tomar cartas en el asunto, con tal de proteger a los suyos. Sin embargo, la atención cae en los recién llegados, pueden distinguir fácilmente a Frederick, pero, la niña que sostiene su mano es un poco desconocida, no para los hombres, sino que para los jóvenes niños que ahí se encuentran. Hay silencio hasta que ellos se acercan para saludar, Frederick se ve orgulloso de esto, su hija es hermosa y deja sin habla a cualquiera.
—Felicce, ya era hora de que aparecieras, estábamos a punto de empezar la reunión. —Esto sale del jefe de la casa Abbey, siempre vistiendo un impecable traje, tan típico de su patria, y como tal, debe darle honor a la misma, de lo contrario, esto no le gustaría a la reina, creadora de la mafia de la corona.
—Como siempre, eres el primero en hablar, Abbey. La paciencia no es algo característico de ti. —Dimitri Novicokv, jefe de la mafia rusa parece divertido ante esto, pero, no negara que su socio tiene razón, las demoras no eran algo habitual en Frederick. —Toma asiento, Felicce, y no le hagas caso a Abbey, antes de ti, fue el último en llegar. —Le recuerda, Benjamín solo hace una mueca, no le afectan los comentarios como estos y jamás lo haría.
—Creo que, deberías presentarnos al adorable infante que llevas de tu mano. —Johann, jefe de la mafia alemana es quien dice esto, y todos miran a Rossy, ¿Cómo no hacerlo? Tiene unos preciosos ojos verdes al igual que las esmeraldas, cabello tan rojo como la sangre junto a un precioso vestido del color de sus ojos, acompañado de un lazo en su cabeza.
—Llegar aquí fue más largo que de costumbre, pero, comprenderán mi retraso por estar acompañado a esta dulzura, mi princesa, debe arreglarse y no importa cuánto tarde. —Los hombres pueden comprender esto. —Ella es mi hija, la única niña de la familia, Rossy. —Les presenta. —Hija, ellos son mis socios y fieles amigos, Johann Kahler, Benjamín Abbey y Dimitri Novicokv, algún día, ellos también serán tus socios. —La niña asiente a sus palabras, aunque no logra entender el significado oculto de estas.
—Es un placer conocerlos. —Saluda la niña, su voz es suave, dulce, como se esperaba. —Desearía estar presentes en más reuniones, junto a mi padre, sé que la sabiduría abundara en los temas que toquen ahora mismo. —Los hombres quedan encantados con las palabras de la infanta, ciertamente, no conocen a nadie más —aparte de sus propios hijos— que hablen de una manera tan impecable.
—Felicce, ¿Seguro de que esta niña es tu hija? Parece sacada del mejor los institutos de Inglaterra. —Abbey no puede evitar elogiarla, tiene clase, modales y un impecable gusto de la moda. —Como desearía que el hijo que espera mi esposa fuera niña, así podría mimarla como una princesa. —El jefe de la mafia británica, anhela esto, bastante, está contento de tener dos futuros herederos de su imperio, pero, ahora que sabía que uno de sus socios tenía una hija, él también lo deseaba.
—¿Qué cosas dices? Por supuesto que lo es, solo hay que mirarla, es la viva imagen de la señora Felicce. —Señala esto Novicokv. —Por cierto, supe que la señora Abbey espera un hijo, ¿Cómo esta ella? —Pregunta el jefe de la mafia rusa, si, cualquiera pensaría que estas reuniones tratarían temas aterradores e importantes, pero también, quería enterarse de lo que sucedía en las familias aliadas.
—Charlotte se encuentra bien, pese a que el doctor le dijo que, luego del nacimiento de Thomas debería esperar un tiempo de 4 años como mínimo, pero, mi esposa es bastante determinada. —Relata Abbey. —¿Y ustedes caballeros, tendrán más descendencia? —Pregunta con bastante interés en su mirada.
—Por mi parte, he terminado de tener hijos, ya tuve dos de inmediato, y planear tener más hijos cuando seguro el premio será doble, suena agotador. —Responde Dimitri, ya paso mucho desde que sus gemelos eran unos recién nacidos con fuertes y sanos pulmones, la sola idea lo hacía sentir cansado de inmediato. —¿Cómo has podido lidiar con tantos infantes, Felicce? Nueve hijos no es nada un grupo pequeño. —Frederick sonríe, es cierto que, con su primera esposa, ambos decidieron tener una gran familia.