—Luciano, nadie ha pedido tu opinión. Puedes guardar silencio. —El menor de los Felicce no dice nada, en cambio, Frederick niega con la cabeza ante esto, se supone que el jefe debe dar el respeto a todos sus hombres, a cambio, él recibiría lo mismo, cosechas todo lo que siembras, ese era el karma. —No puedes evitar el destino de nuestra hermana, en algún momento, alguno de nuestros socios ofrecerá cuidarla, el mundo es más despiadado con las mujeres, y lo deberías saber. —Sigue Alessandro.
—¿Y si eso es no es lo que ella quiere? Lo mínimo que podríamos hacer es escuchar sus deseos. —Responde Luciano, sus hermanos consideran esto, es cierto que algún día Rossy sería una mujer, ellos habían decidido seguir con el negocio familiar, pero ¿Rossy querría hacerlo? Para cuatro de los hermanos, incluyendo a Alessandro, piensan en que, no es bueno mimarla y darle todo lo que ella desee, los otros, dicen que Luciano tiene mucha razón.
—Deberíamos esperar el futuro y no decidir, aún. —La voz de Francesco llama la atención de todos en la mesa, a su lado, hay una pequeña niña, quien posee una belleza digna de las mujeres de la casa Felicce, Massimo, Orlando, Piero y Luciano saben que esa es Rossy, pero, Franco y Giovanni, junto con Alessandro no la habían visto desde que era una pequeña recién nacida. —Ahora si estamos todos reunidos, creo que, deben conocer a alguien. —Rossy mira a los demás extraños, que, ahora conoce como sus hermanos. Franco, el tercero no le da importancia a la infanta, mientras que Giovanni, queda encantando con su presencia.
—Mucho gusto, mi nombre es Rossy Felicce. —La pequeña se presenta ante sus hermanos, quienes saluda, en el caso de Giovanni, y otros hacen un asentimiento con la cabeza, como Franco. —Papá. —Rossy va a los brazos de su padre, a su lado, ve Alessandro, quien se cree lo que le han dicho sus hermanos, solo era una niña mimada y nada más. Francesco se sienta al otro lado de su padre.
—Rossy, creo que esa no es la manera correcta de ir hacia padre. —Alessandro es el primero en hablar, contrario a esto, Rossy hace una mueca. —Ya eres casi una señorita, deberías comportarte como tal. —Esto no le gusta, ¿Una señorita? Si apenas tenía diez años, ¿Cómo podría ser ella una señorita ya?
—Siempre he sido hija de mi papi, no cambiare, nunca. —La respuesta de la niña hace que los hermanos suelten risas, menos Alessandro. —Papá, él no me gusta, no es como Francesco, a él si lo quiero. —Alessandro hace una mueca ahora, ante las palabras de su hermanita, piensa de inmediato que esa mocosa, necesita una educación apropiada de su madre, y hablando de la señora de la casa Felicce, ¿Dónde está? Bueno, alguien debe ser la anfitriona de la fiesta de su hija, ella iría dentro de unos momentos para asegurarse que su hija estaba bien.
—Acabas de conocerlo, creo que es muy pronto para decir que quieres a Francesco. —El mencionado no dice nada, tiene una expresión seria, como siempre. —Me debes respeto, mocosa, será mejor que te comportes. —Rossy le saca la lengua, logrando que su hermano mayor apriete los puños.
—Aun así, lo quiero mucho más que a ti, hermano molesto. —Rossy responde ante esto, la pelea es sin duda graciosa, ver como él, Alessandro Felicce, perdía la paciencia ante su hermanita, la cual volvía lo conocía finalmente, decía cosas que, para él, no tenían sentido alguno. Porque claro, ninguno de los hijos de Frederick se atrevió a hacer algo como esto, no cuando cumplieron la misma edad que Rossy, en donde tenían que empezar con un estricto entrenamiento para el futuro.
—Calma, calma ya, Alessandro. Solo es una niña, y tú eres un hombre joven, que, algún día será el jefe de la casa Felicce. Es algo inmaduro de tu parte perder la paciencia por una niña. —Frederick decide intervenir, aunque se divierte con la escena que ven sus ojos ahora mismo.
La fiesta de cumpleaños número diez de Rossy, pasa sin mayor escándalo, finalmente, puede ver a todos sus hermanos reunidos en el mismo lugar, Rossy se da cuenta de que, algunos de sus hermanos le caen mejor que otros, los que no parecen tolerarla como Alessandro, Franco, Massimo y Piero, se han mostrado indiferentes con ella, ni siquiera han pasado tantas palabras como se supone, deberían, o al menos mostrar la mínima de interés en ella y felicitarla, sin embargo, Francesco, Giovanni, Orlando y Luciano, son todo lo contrario, han sacado conversación con la niña desde un principio, preguntándole que cosas le gustaban, incluso le han traído regalos por su cumpleaños, sobre todas las cosas, cuando Alessandro ha mencionado nuevamente el tema de que al crecer, Rossy necesitaría un buen esposo, ellos han puesto mala expresión. Rossy en cuestión, no ha dicho nada, se hará la tonta delante de su hermano mayor, si desea que las cosas salgan como ella quiere, tiene que mostrar una cara que no es la verdadera. Es consciente de las cosas, pero, no tanto, su familia es poderosa, y aunque no conoce el mundo de la mafia, tarde o temprano formaría parte de él.
La idea de que alguien quiera dirigir su vida, la hacía enojarse en demasía. No podía quedarse de brazos cruzados ante esto. Llegaría finalmente el día en el que Rossy fuera una mujer adulta y entonces, tomaría las riendas de su destino por completo.
Para cuando llega la noche, Viena, entre en la habitación de su hija, quien sonríe al ver a su madre, Viena toma lugar en la cama de Rossy, abrazándola y dándole todo el cariño que, en el día de hoy, aun no le había dado.
—¿Te divertiste hoy, mi niña? —Pregunta Viena, acariciando los rojos cabellos de su hija, Rossy, se deja mirar por su madre, amaba cuando ella hacia esto, también cuando su padre tenía tiempo de mimarla lo hacía, bastante. —Supe que finalmente estuviste reunida con todos tus hermanos. —Rossy asiente con la cabeza.
—Me divertí mucho, pero, no creo que le agrade mucho a Alessandro. —Viena suspira, el hijo mayor de su esposo tenía un fuerte temperamento. —Después de eso, me gustó mucho estar con todos ellos. —Rossy sonríe hacia su madre, quien besa su mejilla. Ella omite decir la parte en la que su hermano mayor menciono aquello del matrimonio, no pareciera que fuera algo solo para molestarla, hasta donde pensaba ella.
—Alessandro es un poco difícil, pero, estoy segura de que también te quiere, al igual que los demás. —Le dice. —Pero ahora, será mejor que descanses tanto como puedas, mi niña, mañana podrás estar más tiempo con ellos, y deberás abrir todos tus regalos. —Comenta la mujer.
—De acuerdo mamá, buenas noches, te quiero. —Rossy se acomoda en su cama, y Viena deja otro beso en la mejilla de su hija, es momento de dormir, el futuro esperaría más por la llegada de la reina, que, por ahora era una princesa en crecimiento. Viena suspira al salir de la habitación de su hija, estaba aliviada de saber que al menos, sus hermanos parecían quererla, aunque, no dejaba de pensar en las palabras de Rossy con respecto al comportamiento de Alessandro, quizás, solo estaba exagerando y nada más.