Cuando Rossy cumplió los 10 años, su cabello color rojo llegaba hasta la mitad de su espalda, también, tenía que vestir lindos vestidos de colores pasteles, moños en su cabeza que la hacían ver muy adorable, tierna y linda. Para sus hermanos, su pequeña hermana era una tierna infante que, desgraciadamente tuvo la suerte de nacer en un lugar peligroso, y no precisamente dentro de la casa Felicce, sino, que, los enemigos de la mafia italiana eran bastantes, y ellos, no dudarían en tomar como rehén a una tierna niñita de 10 años, la cual, no sabía defenderse para nada.
Al menos, hasta donde ellos sabían y tenían conocimiento.
La realidad es que, desde aquella conversación de años atrás, donde Rossy tenía siete años, hizo mucho alboroto para ella, pidió a su padre que le enseñaran la defensa personal, todas y cada una de ellas, quería aprenderlas para utilizarlas. Frederick encantando dio la orden de que se cumplieran los deseo de su hija, ni siquiera tuvo que decirlo dos veces, cuando Rossy se encontraba todos los días luego de sus clases entrenando en las ardes marciales, dentro de la casa Felicce, las chicas que se encontraban ahí debían tener básicos conocimientos del mundo, pero, Rossy, era la hija del jefe, así que, su educación era sumamente estricta en todos los sentidos, contando con largas jornadas de; idiomas, geografía, matemáticas, cocina, artes, música, gimnasia, etiqueta, protocolo, modales dentro y fuera de la mesa, danza, bailes sofisticados y también artesanía, tiro al blanco, kit de primeros auxilios, incluidos claro, la sutura de grandes y pequeñas heridas en la piel, entre otros más, que, sin duda, le servirían para el futuro.
En la fiesta de cumpleaños de Rossy, había muchos adultos, unos cuantos niños para que ella pudiera jugar, después de todo, ahora su hermano Luciano ya no podría jugar con ella, se había convertido en un joven adulto con muchas responsabilidades. De todos modos, esto no impedía que pasaran algo de tiempo juntos y, lamentablemente, Rossy debe ocultar sus habilidades delante de su hermano mayor, no porque no confié en él, sino que, por pedido de su propio padre, no sabe que tanto la influencia de Alessandro afecte en sus hermanos menores, algo es seguro, debe mantenerlos a todos en la ignorancia absoluta, hasta que llegue el momento adecuado, claro. Y mientras el cumpleaños de la más joven de los Felicce se desarrollaba con facilidad, dentro de la casa italiana, específicamente en la oficina del jefe, Frederick habla con su segundo hijo y mano derecha en el oscuro mundo de la mafia, Francesco, este es el vivo retrato del jefe de la mafia italiana, ojos oscuros como su madre fallecida, cabellos negros que caen elegantemente peinados hacia atrás, alto, piel bronceada y siempre vistiendo un elegante traje que deja en claro que él, no estaba ahí para jugar. Sus otros hermanos llegarían antes de que se acabar la fiesta de cumpleaños de su querida hermanita Rossy, los demás no sabían que Francesco fue el primero en venir, tampoco se enteraron de que su padre y jefe lo mando a llamar.
Ambos hombres están sentados, Frederick en su sillón, mirando a su segundo hijo con atención, este se mantiene apacible en su lugar, con una expresión estoica y seria, como siempre. Desde que recibió la llamada de su padre, no lo dudo dos veces para aparecer en la casa portadora de sus raises, pese a que la misma se encontraba en Italia, está en construcción también tiene parte de todo lo que es importante para él y sus hermanos, el segundo de los Felicce se mantiene sereno, nunca estuvo en su vida ser alguien ruidoso, casi siempre es alguien que jamás llama la atención y esto siempre fue conveniente, desde las sombras se maneja mejor, siempre siendo leal hacia su jefe y padre.
—Querido hijo, ha pasado un tiempo desde la última vez que nos vimos, dime, ¿Cómo va el negocio de la familia? ¿todo está saliendo según lo planeado? —Frederick es el primero en hacer las preguntas, mientras, sus ojos se desvían hacia las fotos que hay en su escritorio, son las fotos de sus hijos al crecer con el paso de los años, claro, su escritorio tenía el espacio suficiente para tener todas estas fotos, porque, para los Felicce, la familia es lo más importante, y después, esta todo lo demás. —Dame buenas noticias, hijo. —Pide Frederick con una media sonrisa en su rostro.
Francesco mira aun con seriedad a su padre.
—Padre, los asuntos del negocio van en buenas manos, mis hermanos están haciendo diligentemente su trabajo como se supone deberían estarlo haciendo, crecemos en clientes día con día, y nuestros aliados suman en partes de nuestras ganancias. —Hasta ahora, Frederick sigue escuchando con atención las palabras de su hijo. —Pero, en los últimos años, alrededor de los últimos 10 para ser exactos, ha habido un gran derroche de dinero, ¿Debo suponer que no te cohíbes en los derroches para nuestra hermana? —La sonrisa que tenía Frederick hace unos segundos se borra ante las palabras de su hijo.
¿Gastos? ¿Derroches de grandes cantidades de dinero? ¿Cómo es posible todo aquello si se supone que el dinero generado de los intereses y pagos de sus clientes deberían darle como resultado una guardada y basta fortuna?
—Francesco, se claro conmigo aquí y ahora. ¿De dónde salen todos estos gastos? Lo único que he hecho en estos últimos diez años ha sido ahorrar para el futuro de tu hermana. Explícame que ocurre, ¿Qué ha estado haciendo Alessandro en estos años? —Francesco mira con incredulidad a su padre, le preocupaba desde hace un tiempo ver como el dinero parecía irse demasiado rápido para su gusto y sus cálculos nunca daban el resultado correcto, al menos una cantidad igualitaria.
—Alessandro es quien se encarga de hacer el dinero, de traer y hacer el trabajo que piden nuestros clientes, me dijo que has estado enviando las cuentas de manera igualitaria, quizás uno que otro derroche, pero, pensé que todo esto ya lo sabias, padre. —Frederick aprieta sus manos hasta volverlas puños.
—¿Quieres decir que Alessandro me ha estado robando a mis espaldas? ¿Después de todo lo que he tenido que hacer, así es como él me paga? —Frederick se levanta de su asiento, Francesco, sigue con su misma expresión de seriedad, suponía que ocurría un problema, pero, jamás espero que fuera así de grande.
—Padre, compensare las pérdidas de los últimos diez años con mi propio dinero, me encargare de hablar seriamente con Alessandro. —Responde Francesco en su lugar, haciendo que su padre suspire con fuerza, este niega con la cabeza, suponía que su hijo mayor daría problemas en algún momento de la vida, después de todo, este siempre demostró ser el más dominante de todos sus hijos, pero ¿Robarle de manera tan descarada? ¿Realmente estaba haciendo lo correcto al dejar a cargo a su primogénito como jefe de la casa Felicce y mafia italiana? Se temía lo peor y lo único que podía ver llegar Frederick era la perdición de su maravillosa familia.
Cosa que él jamás permitiría.