Había sido una noche fantástica y aunque no quería despertar, necesitaba ver su rostro, decirle muchas cosas, hablarle sobre lo que siento y agradecerle por recibirme, sobre todo una disculpa por querer echarla de la casa. Tenía que tener una charla sensata con Valeria, una conversación en la que no nos salga el genio a ninguno de los dos. Sonreí, solo de pensar en ver su rostro en esta increíble mañana del sábado. Me estiré con cuidado de no golpearla con mis brazos, pues ella estaba muy cerca de mí, pegada a mi cuerpo. Parecía seguir dormida, comencé a darle besos para que se despertara. Había que aprovechar esta mañana de una manera parecida a lo de anoche, pasar este fin de semanas juntos y ver qué cosas salían, no quería pensar en Elena u otra cosa, ya el lunes vería qué es lo qu