—Solo pediste mi verdad desde que nos casamos.—ella había comenzado a hablar.—Para empezar, hice mal en aceptar casarme contigo, creí que en un año podrías enamorarte de mi,—aquello fue por lo único que ella aceptó casarse conmigo, eso ya lo sospeché hace mucho tiempo.— pero no tomé en cuenta que tu ya amabas a alguien más y que yo solo era tu esposa de reemplazo; si quería hacerte un favor, debí casarme contigo y divorciarnos a la semana o algo así, no poner condiciones tan tontas que hicieron que mi vida se vaya a los extremos y hasta corriera peligro en más de una ocasión. Pero no me lo tomo a mal, era muy tonta, ¿qué se podía esperar de mi?—apretó la tela de su vestido entre sus dedos y luego volvió a concentrarse, pegando su espalda al respaldo de la silla.—Cuando llegamos de la luna