Era la primera vez que sentía mi pene tan duro en todo este tiempo, y ahora…ella me dejaba en este estado. Sin duda, esa mujer sí que sabía cómo torturarme. Los días fueron pasando sin nada de emoción, ya Elena se había dado un poco por vencida y la culpa venía a mí, por recurrir a Valeria para intentar complacerme, por dejarme llevar por estos deseos, pero…aunque al inicio se sentía bien, luego me quedaba con mucho remordimiento por mi acción y en parte agradecía que Valeria me rechazara. Solo en parte. Luego era mi cuerpo el que sufría. Cuando llegó el jueves, yo tuve miedo de que fuera viernes. Recuerdo que luego del almuerzo cancelé aquella reunión y fui a su pasillo, me asomé a su oficina pero ella no estaba allí. Entré. Tomé asiento en su silla y vi cómo lo veía ella todo