3. Un aperitivo

2017 Words
Tenía claro lo que debía hacer, así que sin más aborde mi auto y conduje a la florería mientras hablaba al restaurante para que adelantarán el pedido, pase por los boletos, un pastel de mousse de chocolate que era el favorita de mi mujer, palomitas y algunos dulces para ver la película que ella quisiera, una caja con una regalo muy especial y después de todo me dirigí hasta el restaurante, donde estaba listo mi pedido y luego a la casa para armarlo todo lo más rápido posible. Coloqué velas aromáticas, las rosas en jarrones, la comida en la cocina, puse los servicios y salí corriendo para recoger a mi mujer en su trabajo. Solo podía imaginar la enorme sonrisa que tendría en el rostro al ver todo lo que había preparado para ella. «Seguramente, ni se lo espera», pensé satisfecho al verla salir por la puerta de su oficina, tan hermosa como siempre, vestida con un hermoso vestido rojo, un poco escotado y que mostraba un poco más allá de las rodillas. Salí de inmediato del auto para rodearla con mis brazos y pegarla a mi cuerpo con desesperación aunque tenía solo horas de no verla, para mí parecía una eternidad. Su cabello olía a Jazmín y sentir sus brazos responder el abrazo era una señal de estar soñando, y es que, es tan perfecta que si tuviera que describir lo que siento por ella, cuando estoy con ella, no podría, es sencillamente el amor de mi vida y me llena el pecho de una satisfacción tremenda el haberla encontrado. Vivo enteramente agradecido por tenerla en mi vida, por verla al despertar tumbada a mi lado, con esas finas pecas en su rostro pálido, por poderla besar antes de dormir y tomar su mano para soñar despierto, para crecer, vivir y morir junto a ella. Vivo en plenitud desde que llego a mi vida. —¿Cómo te fue? ¡Cuéntamelo todo! —dijo en cuanto se despegó ligeramente de mi cuerpo, sonreí con amplitud, la emoción llego de golpe a mi y también un sentimiento extraño por el incidente con Brenda, era claro que se lo diría, no le guardaba secretos, no podría, aunque quisiera, ella me conocía a la perfección. —¡Estupendo! —respondí arrancándole una sonrisa—, la verdad, me fue mejor de lo que creía, muchos de los invitados quieren invertir en el proyecto, acordamos que en estos siguientes días iría con cada uno de ellos a hablar personalmente. —Se despegó de mi para poder subir al auto y platicar más en confianza, de inmediato me apresure a abrir la portezuela, Mert me agradeció el gesto con una sonrisa. Rodeé el auto para abordar, antes de ponerlo en marcha le tomé de la mano, y le miré a los ojos, ella inclinó su cabeza. —Hay algo que no te gusta, ¿Cierto? —asentí con algo de malestar en mi— ¿Quieres contarme? Sabes que puedes decirme lo que sea, amor. —Es solo que ni yo sé por donde empezar, pero supongo que debería comenzar por el principio —Afuera el sol comenzaba a ocultarse y los matices dorados inundaban en el auto y su cabello de una forma hermosa, tomé uno de sus mechones rojos y la miré—. ¿Recuerdas a Brenda Jonson? —La verdad que no. Tú sabes que con trabajos recuerdo lo que hice la semana pasada y mira que con mucho esfuerzo te recuerdo a ti —bromeó, ella tenía la mejor de las memorias, solo estaba haciendo aquello para que yo fuera sincero y objetivo. —Ella fue mi compañera de universidad, de hecho fue una de las mejores ingenieras de la carrera —Mert asintió entendiendo—, pues resulta que yo invité a su papá a la reunión y ella fue en su lugar, se mostró interesada desde el primer momento y gracias a ella y a sus participaciones oportunas, muchos más decidieron invertir con nosotros. En total tengo 6 prospectos de inversionistas de los 8 que asistieron a la reunión, solo falta saber con cuanto dinero colaborarán. —¿Entonces? No entiendo que hay de malo en todo eso, amor. —rebatió Mert con dulzura, no quería que se enojará, sobre todo porque yo no había provocado nada de lo que paso con Brenda, y nunca se había comportado celosa o posesiva conmigo, así que solo lo solté. —Brenda me espero después de la reunión en mi despacho y al principio parecía que trataríamos algo del proyecto, pero la verdad comenzó a hacer preguntas personales, si seguía casado contigo, si teníamos hijos, después me invitó a comer a ir solo con ella e invitarla a la casa a cenar, contigo presente, se abalanzó cerca de mí, muy cerca de hecho —La cara de Mert estaba enrojecida ligeramente, lo que me decía que aquello la había molestado un poco—. Pero fue todo, no paso nada más, te lo aseguro Mert, tienes que creerme. —Te creo, Alán. Confió en ti, siempre lo he hecho y lo haré, sin embargo me preocupa lo que piensas hacer al respecto. —¿A qué te refieres? —Pues que, según entiendo, ella puede ser el principal inversionista ¿no es así? —asentí— Entonces, de alguna forma, te esta condicionando la participación del capital que te ofrece con que salgas con ella, ¿Me equivocó? —negué, tal vez cuando ella lo decía, de esa manera, me parecía un problema pequeño, fácil de resolver, una de esas nimiedades de las que uno se preocupa solo por lo que puede suceder y que tal vez no suceda. —¿Qué crees que tengo que hacer? —pregunté, no por compromiso, si no porque de verdad necesitaba su consejo. —Mmm… Déjame pensarlo… —Se llevó el dedo índice a su boca y comenzó a hacer la mímica de estar pensando, se veía hermosa. Dependiendo de la luz los ojos de Mert se podían llegar a ver de distintas tonalidades, no lo hubiera creído si alguien me lo contará, pero después de todos estos años a su lado, puedo constatar que con la luz, se le pueden llegar a ver verdes, azules o miel y en este momento, sus ojos estaban tomando tonalidades cobrizas, pero se veían un poco dubitativos. —¿Helado de chocolate y café americano? —reparé, después de que ella no dijera nada. —Eso es un hecho —giró para verme con una sonrisa que me tranquilizó, así que puse el auto en marcha mientras ella continuaba hablando conmigo—, solo que estoy pensando de qué manera podrías sacarle provecho a esta situación de Brenda, entiendo que es un trato que quieres, que has perseguido por mucho tiempo y es por eso que te ayudaré a conseguirlo. —No lo pienses mucho hoy, cielo. Será mejor que me prestes atención o me voy a poner celoso. —solté una risita por lo bajo mientras conducía el Corvette por la autopista. —Yo soy la que debería estar celosa aquí, no tú. —rebatió. Tenía razón, así que la deje subir el volumen para dejar escuchar las notas del rock de Chuck Berry con Johnny B Gode. En cuestión de minutos estábamos llegando a casa, aún la notaba algo pensativa por lo que no la interrumpí, existían pocas cosas que nos hacían pelear e interceptar sus pensamientos era una de ellas, se ponía realmente furiosa y prefería no dormir en el sillón después de haber preparado una noche como la de hoy, para los dos. Le abrí la puerta del coche para que bajará y ella descubriera por sí misma, la dejé abrir la puerta de la casa con el pretexto de bajar algo del maletero y después me coloqué detrás de ella para levantarla en mis brazos y entrar con ella a nuestro sencillo hogar. Pesé a que los dos trabajábamos y no teníamos hijos, habíamos destinado una gran parte de nuestros sueldos a ahorrar para que pudiera poner la consultoría y así poder aspirar a un mejor estilo de vida. Teníamos un montón de sueños y planes juntos, tanto ella como yo nos esforzábamos todos los días para acercarnos más a ellos y conseguirlos. Es por eso que me esforzaba tanto en recompensarle el amor que me profesaba de distintas maneras, procuraba llenarla de detalles, de caricias y besos, nos decíamos la verdad por más dura que fuera, yo había jurado que la protegería y la amaría con locura el resto de mi vida y no pensaba faltar a ese juramento por nada. La cara de Mert era un poema completo, sus ojos estaban conmovidos por el gesto y yo amaba su cara cuando ella estaba feliz así que valía por completo la pena. Sus manos rodearon mi cuello y acerco sus labios a los míos, yo cerré la puerta detrás de nosotros con el talón para quedar en la intimidad de nuestra casa, solos, sin que nada ni nadie más importará. —Déjame calentar tu cena. —apunté después de un suspiró que solté en cuanto nuestro beso se detuvo para dejarnos respirar. La bajé para que descubriera todo lo que preparé, las rosas, las velas, las palomitas, los dulces. Ella me ayudo a prender las velas y se acercó a la mesa que estaba puesta con total pulcritud, esperando a que ella se sentará. Se dedicó a esperarme, me veía hacer malabares en la cocina mientras calentaba la comida, tenía una sonrisa sincera entre sus labios y su rostro estaba iluminado, sabía, por la forma en la que me veía, que ella me amaba. —Está listo —señalé cargando los platos en dirección a la mesa para que ambos pudiéramos cenar—. Espero que te gusté, si no es así, tendré que golpear al chef la siguiente vez que vaya. —Seguro me encantará. Coloqué frente a ella el Salmón que había ordenado, junto con la guarnición y la ensalada que no podía faltar, ya que Mert las amaba. Coloqué delante de ella unos pequeños platos que me habían dado como entrada para los dos, consistía en una costra de queso con camarones y por como olía, podría jurar que aquello era una delicia. —Comamos entonces, que se enfría. —apunté. La pelirroja tomó los cubiertos y con maestría tomó la mitad del diminuto plato para llevárselo a la boca. —Voy por agua, esto está un poco picante, ¿Tú quieres? —Mert se limpiaba la boca con la servilleta. —¡No, no, no!, espera, traje una botella de vino tinto para festejar. —Me levanté de la mesa y caminé hacía el refrigerador en donde había dejado una botella enfriándose, tomé unas copas de la alacena y regresé a la mesa. —¿En qué momento preparaste esto? —sonrió— ¡Todo está increíble! —Eso no es todo, amor. Hay otras sorpresas más —Le guiñe un ojo de forma coqueta, al mismo tiempo que derramaba vino sobre mis pantalones. Ella soltó una carcajada—. Parece que tendré que desvestirme antes de tiempo. —Te ayudo. —propuso, y de inmediato se levantó de su lugar y con una servilleta me ayudo a quitar algo del vino que había manchado mi pantalón— No creo que está mancha vaya a salir fácil. A mi no me importaba, ya ni si quiera tenía hambre, el simple roce de sus manos bastaba para ponerme a mil, y que los escalofríos nacieran en mi cuerpo, tomé su mano y la acerqué a mi boca para depositar un camino de besos desde el dorso de su mano hasta su hombro, siguiendo por encima de la tela de su vestido hasta anidar en su cuello.     —¿Y… q-qué paso con la c-cena? —balbuceó en un susurró mi esposa con la respiración agitada, sus ojos estaban cerrados y se dejaba llevar por el roce de mis dedos sobre su cuerpo. —Creo que por ahora —maticé—, quiero un aperitivo…   
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