El mismo día Estambul Palacio Topkapi Burcu El tiempo se detuvo en los susurros que escaparon de la boca de Daya sobre mi escape. Y en ese instante se agolpó una mezcla de sentimientos en mí, sentí el castigo de ser una sultana, porque entendía que mis deberes eran innegables, eran cadenas que me asfixiaban. Mi padre generoso, me otorgó una elección, pudiendo escoger al hombre que llenara mi corazón, pero cargaba el peso de una alianza pendiente, un matrimonio que forjaría un vínculo. No era tan fácil dar la vuelta mi pueblo, más bien entendí que era una condena amar a alguien prohibido. Si, era una desgracia haberme enamorado del hombre equivocado, pero no puede resistirme a las miradas atrapantes de mi persa, ellas cautivaron mi alma sombría. Era cierto que yo misma me sentencié al