La misma noche
Estambul
En las calles
Yildiz
Nunca imaginé que llegaría el día en el que traicionaría a mi propia sangre, mucho menos a mi amado pueblo. Desde mi infancia, fui educado para servir sin cuestionar los deseos y mandatos de mi padre. Mi existencia se definía por las batallas, pasaba incontables horas inmerso en discusiones estratégicas para alcanzar victorias que enaltecerían mi alma y le darían un propósito a mi vida. Ser un guerrero no era un sacrificio, sino un privilegio del que me enorgullecía profundamente. Sin embargo, sin buscarlo, mi destino tomó un giro inesperado y mi corazón me traicionó, encerrándome en las ataduras del amor. Sí, no puedo olvidarme de Daya, menos forzarme a seguir las órdenes de Karim, no voy a casarme con una mujer que no amo, no importa lo q
