11. Hambre y frío

1566 Words
ESTRELLA Pensé que la ciudad era diferente, en el pueblo toda la gente es caritativa y te ofrecen un techo donde dormir cuando te ven vagando por las calles, pero aquí no, a nadie le importa la desgracia ajena, es triste, ahora no tengo donde pasar la noche y hace frío. Sigo caminando en medio de la noche, al menos aquí no hay tanta oscuridad por las luces que hay en las calles, pero aún así, no deja de ser inseguro. Caminando llegó hasta una casa en construcción, me asomo para ver si hay alguien allí, pero está vacía, creo que es un buen lugar para dormir aquí hoy, aunque con este frío y el hambre que me cargó no creo que lo logre. He llorado durante no sé cuánto tiempo en mi desesperación. — Este lugar no está mal, mientras no llueva estaremos bien. ¿Cómo voy a sacar adelante a mi hijo así? No quiero que te falte nada, criatura, perdóname por fallarte el día de hoy, verás que mañana encontraré trabajo, no importa lo que tenga que hacer, ésto no se repetirá. En medio de mi llanto me quedé dormida de pronto, me despertó el frío del amanecer y ya veo el sol a punto de salir, no es que se desde aquí se pueda apreciar, pero los colores del cielo me lo dicen. Antes de que alguien me vea, salgo de aquí y comienzo a caminar de nuevo con los pocos pesos que junté ayer, me encomiendo a Dios para encontrar algo hoy. El día casi termina otra vez y nada, la gente no quiere darme trabajo que porque no tengo estudios ni papeles, ¿Para qué los quieren? Si se trabaja con las manos no con esas cosas, ¿Y ahora qué voy a hacer? No podré sobrevivir mucho tiempo de esta manera, mi bebé necesita que me alimente bien. He regresado a la tapia donde pasé la noche ayer, tendremos que repetir, criatura, pero será temporal, verás que pronto Dios se apiada de nosotros. Mi papá decía que era mejor pedirle a los ancestros la ayuda para que intercedan por uno ante el supremo, pero no sé, yo nunca me sentí en confianza para hacerlo, quizá por eso se olvidaron de mí, a veces me pregunto si Dios me escucha o si de plano soy como una hormiguita para él, de esas que todos ignoramos al caminar. Nuevamente me desperté con el frío, pero tengo una idea para comer hoy, haré como todos los de las calles, eso que hacen malabares o lavan carros en las esquinas, no creo que haya problema si me uno a ellos, deben ser muy amigables, la gente que ha sufrido siempre es buena, pero debo pensar cuál será mi acto o cómo conseguir lo que usan para lavar, a ver, quizá si salto en un pie mientras aviento y cacho una pelota, lo ensayo por un momento, luego alguien se acerca a mí. — Ni lo intentes, esa esquina ya tiene dueño — es uno de los que lavan carros — ¿Dueño? Pensé que las calles eran libres — replico — Pos pensaste mal, no es como que quieras unirte y ya, todos somos amigos, no, tienes que buscar tu propia esquina — ¿Hay muchas esquinas por aquí, verdad? — Sí, pero en toda esta zona ya está ocupado — ¿Entonces, qué puedo hacer? Hace dos días que no como nada y tengo mucha hambre, así no llegaré a otra esquina — Pues andas toda mugrosa de verdad, quizá la gente se apiade de tí y te regale unas monedas sólo con pedirlas — ¿Pedir limosnas? — Sí, no es malo, sólo tienes que quitarte la vergüenza al principio, yo así empecé — Si tú lo dices, ¿Y a qué te refieres con “andas toda mugrosa de verdad”? — Bueno, no te ofendas, pero es verdad — Ustedes andan igual — Sí, pero lo de nosotros no es de verdad, es como un disfraz — Yo pensé que eran como yo — No, lo siento. No entendí mucho de lo quiso decir, pero bueno, seguí su consejo y comencé a pedir limosnas, pero sólo hasta que encuentre algún trabajo, aunque dudo mucho que así mugrosa me lo den. El aroma de los tacos llega hasta aquí, es una deliciosa torta, no sé por cuánto tiempo más podré aguantar el hambre. Algunas personas ya me dieron unas monedas, pero no es suficiente todavía y siento que me empieza a faltar el aire, quizá ya esté sintiéndome débil por la falta de comida y las mal dormidas. Un auto bien bonito me abre la ventana cuando se acerca a mí, ojalá sea una buena persona que me dé lo suficiente para comer hoy. — Una limosnita, por favor — le pido El joven que va en el auto me da un billete, ¡Un billete! A lo cual agradezco con el corazón. IGNACIO Como mi mamá Isabel me enseñó, siempre trato de ayudar a esta pobre gente, es muy triste verlos en esta situación, si pudiera darles trabajo a todos sería una gran bendición. Esa joven, por ejemplo, parece que no ha comido en días y su ropa está sucia de verdad no como suelen disfrazarse los lava carros sólo para que les den más dinero, pero uno no sabe sus verdaderas necesidades, por eso le he dado un billete a esa jovencita que me sonríe con gratitud. — Muchas gracias, joven, que Dios se lo pague. Creo que la ví derramar un par de lágrimas. — Mi amor, tu siempre tan bondadoso, pero no puedes ayudarlos a todos — Lo sé, Mar, pero créeme que si pudiera lo haría sin pensarlo. — Lo sé, Isabel y tú ven en todos los vagabundos a la niña perdida, ¿Cómo dijiste que se llamaba? — Esmeralda, se llama — Es admirable cómo aún conservan la esperanza de encontrarla viva, luego de conocer las circunstancias en las que se perdió, ¿No han pensando que…? — ¿Que podría estar muerta? Sí, muchas veces, pero su cuerpo no se encontró luego del suceso — ¿Y si los criminales la tienes? Ya sabes, los matones esos, he escuchado que se llevan a los niños para… — Mi amor, ¿Por qué no hablamos de otra cosa? Mejor, cuéntame, ¿Estás lista para tu exposición de hoy? Soy muy paciente y entiendo la perspectiva de Marbella, pero a veces es tan imprudente que prefiero no hablar del tema con ella, no me hace bien su conversación al respecto. ESTRELLA La novia del joven debe ser la más afortunada del mundo con alguien tan bueno como él, ojalá que Dios les recompense a ambos por su gran corazón. Con el billete me pude comprar esos taquitos que tanto me han estado torturando hoy, el resto del dinero lo guardaré para más tarde, quisiera ayudar a mis compañeros que luchan como yo contra el hambre, pero parece que les va muy bien, además, en ningún momento se han acercado a mí para ayudarme, así que yo tampoco lo haré, yo debo pensar en el bebé que cargo en mi vientre. Cómo ya comí, ya tengo fuerzas para seguir buscando trabajo, ojalá que alguna señora quiera llevarme a trabajar en su casa. — Señora, lindo día, ¿No necesita una empleada? Sé cocinar y limpiar hasta que rechine de limpio la casa — No, gracias, no necesito una mugrosa como tú. Sé que ando mugrosa, pero no debería tratarme así, yo sólo quiero trabajar honradamente. Luego de recibir varios desprecios de las señoras a las que les pedí trabajo, el día terminó de nuevo, y aquí estamos en la tapia para descansar, ya se me hizo costumbre dormir aquí, sólo espero que nadie venga a corrernos. Cierro mis ojos y recuerdo las palabras de las señoras. — No necesito una mugrosa como tú — ¿Una chamaca embarazada en mi casa? ¡Ni loca! — De seguro hasta piojos tienes, no, no — No gracias, con muchachitas como tú mi matrimonio correría peligro, capaz que te hacen otro hijo bajo mi techo y de mi mismo marido… La gente es muy hirientes, pero no ven la necesidad que uno tiene por comer y dormir bajo un techo, cómo me gustaría que la vida me sonriera y me encontrará a una buena señora que sí quiera contratarme y que no le importe que esté esperando un hijo. Entre sollozos comienzo a quedarme dormida, pero de pronto unas pequeñas gotas de agua caen del cielo directo a mi rostro, resbalando por mis mejillas y logró sentirlas. — Ah, caray, pero si ya no estaba chillando. Miro hacia arriba y me doy cuenta de la tormenta que se me viene encima y yo aquí, sin un techo sobre mí para protegerme. Rápido me levanto de dónde estoy y comienzo a correr buscando refugio, pero no hay nada, cuando veo que ya estoy empapada, comienzo a caminar despacio, ¿Ya para qué intento cubrirme? El frío me hace temblar y no hay nada que yo pueda hacer por mí misma, por lo que vuelvo a llorar, no me importa si alguien me ve llorando, pues con la lluvia no podrán distinguir si son gotas de agua o las lágrimas que brotan desde lo más profundo de mi ser.
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