PUEBLO DE ANDALUCÍA
Continuación…
SOFÍA
Los trancazos se pusieron buenos, tan buenos que el Eliseo ya se va, quedó todo ensangrentado de la nariz porque mi hermano ahora sí que le dió su merecido al condenado éste.
— ¡Y no regreses por aquí!
— ¡Me las van a pagar! ¡Yo sé que ustedes están escondiendo a la Estrellita para que no me casé con ella! ¡Pero ésto no se va a quedar así! ¡Mi padre lo sabrá!
Si se fue todo enmuinado, ahora me preocupa que don Arnoldo vaya a hacer algo en nuestra contra, ojalá que no.
— Mira nomás, Changel, cómo te dejó ese hombre — también está todo golpeado
— No me importa con tal de que no regrese — Changel sigue enojado.
ESTRELLA
El viaje ha sido muy cómodo entre las cosas que transporta el señor, sólo espero estar bien atenta para bajarme sin que me descubra por aquí, no vaya a ser que me cobre el viaje y yo sin un sólo peso partido a la mitad, pero en cuanto llegue me pondré a trabajar de lo que sea para empezar a ahorrar y así mantener a mi criatura y que nunca le falte nada.
ELISEO
Ese maldito de Changel se atrevió a golpearme, el imbécil, Estrella y toda su familia me la van a pagar, ya te he de encontrar muchachita y verás que conmigo no se juega, que ni crean que me trague ese cuento de que Estrella no está allí, sé muy bien que la tienen escondida, de seguro ya les contó todas las mentiras que le dije ayer, pero no me importa, vas a ser mía, ¡MÍA!
MARÍA
Changel terminó todo golpeado por correr al Eliseo ese, tan mala espina me da ese muchacho.
— Ándale, mijo, déjate curar esas heridas que se te van a infectar
— No, amá, así déjeme pa'que se me quite lo peleonero
— Ay, mijo, si eso fuera remedio
— Pos no lo será, pero sí sirve como recordatorio
— Aquí está el alcohol, amá — dice la Sofía
— Nada de eso, ándale, ven acá
— Ta bueno, pues, pero despacito porque sí me duele
— Oh, no seas chillón, no que muy calientito para los trancazos — dice la Sofía
— Pos sí, pero si duele, si hasta sangre hubo
— Despacito, pues — le digo.
JUAN
Me alegra mucho saber que mi hija no está con ese rufián de Eliseo, me aterraba la sola idea de que fuera él quien le diera asilo en su casa, menos mal que no es así, a estas horas mi hija ya debe andar por la ciudad, tal vez ya hasta consiguió un trabajo decente y es feliz, gracias ancestros por su ayuda, ya sé que no es de nuestra misma sangre, pero pa’mi es como si lo fuera, María y yo la queremos como a otra hija más desde el primer momentito en que le dimos cobijo.
CIUDAD DE BUENAVENTURA
ISABEL
Sigo sintiendo ese pesar en el pecho, trato de disimularlo para no preocupar más a Lili, pero estoy aterrada con la idea de que a mi Esmeralda le puede ocurrir algo malo, tengo miedo.
— Isabel, otra vez estás como ausente
— Perdóname, Xavier, es que tengo una especie de mal presentimiento que no me puedo quitar
— No pienses en eso, vamos a la paletería con Lili, le prometí un helado luego de hacer todas sus tareas
— Está bien
— Si tienes un poco de paciencia, mañana vendrá el nuevo detective que contraté, el otro no me daba confianza, tanto tiempo buscando y nada de resultados, para mí que sólo quería nuestro dinero
— Cabe la posibilidad, espero que ese nuevo sí tenga noticias pronto
— Ya verás que sí.
MUY CERCA DE BUENAVENTURA
ESTRELLITA
Desde aquí puedo ver la ciudad, ya estamos muy cerca, pero aún no me conviene bajar, pues tendría que caminar como una hora más y prefiero ahorrar las energías para buscar trabajo y un lugar donde dormir, ¡Sí que es enorme! ¡No puedo creer todo lo veo! Edificios, casas y muchas cosas más, pero muy pocos árboles y no se ven flores desde aquí, al contrario, el cielo se ve un poco diferente, no es tan azul como en el pueblo, ojalá que desde allí también pueda ver las estrellas, con ellas brillando, no me da tanto miedo la oscuridad y ahora estoy sola, bueno, con mi hijo en mi panza.
YA EN LA CIUDAD
Tras un rato de camino, el chofer va entrando a la ciudad, ¿Eso es un semáforo? Los había visto en los libros de Changel, pero nunca había conocido uno de verdad, ¡Sí le cambian los colores! Creo que el verde es para cruzar y el rojo para detenerse, es impresionante cuánta gente hay alrededor.
Creo que se detiene ante un semáforo y es mi momento de bajar, gracias señor chófer, no sabes lo mucho que has hecho por mí sin saberlo, tal vez algún día pueda pagarte el favor.
Ahora que estoy abajo, el chofer me mira, ¿Se habrá dado cuenta de que baje de su camioneta? Espero que no porque qué vergüenza.
Su semáforo cambió al color verde, menos mal, por poquito pensé que vendría a cobrarme el pasaje.
Empiezo a caminar por la banqueta, veo que hay muchos puestos por aquí, espero que en alguno me den trabajo y con un poco de suerte hasta un techo.
— Buenas tardes, doña — me dirijo al primer puesto
— Buenas tardes, ¿Qué busca? Tengo verdura fresca y muy barata
— Gracias, pero ando buscando trabajo, recién llegué del pueblo
— Uy, no mija, ahorita el horno no está para boyos
— Gracias, de todos modos, seguiré buscando
— Ándale, que Dios te ayude…
Todos los puestos son tan humildes como el de la doña, así que no creo que me contraten, pero bueno, nada pierdo con preguntar.
Ya he recorrido varias cuadras preguntando y nada, en ningún lugar me pudieron dar trabajo, ijole, y con el hambre que tengo, ¡Qué mala suerte! Pero ni modo, a seguirle.
ISABEL
El helado ha estado delicioso y ahora estamos en la plaza junto a la iglesia donde acostumbramos venir a misa, ella está paseándose con sus patines, se ha encontrado una amiga y no perdieron tiempo, adoro ver a Lili tan feliz, Xavier no le quita la vista de encima, ¿A poco crees que nuestra hija buscará novio tan pronto? Padre celoso, tenía que ser.
— Xavier, si no te molesta, quisiera saludar al padre
— Ve, Isabel, yo me quedo cuidando a Lili, salúdalo por mí
— Por supuesto…
ESTRELLA
Sigo recorriendo las calles con la esperanza de encontrar algo, ni siquiera sé dónde estoy y sé que pronto se hará de noche, debo encontrar donde pasar la noche.
ISABEL
Siempre me siento mejor luego de ver al padre, tiene unas palabras tan reconfortantes que le dan un poco de paz a mi alma tan llena de incertidumbre.
Veo a Lili y no puedo evitar imaginar cómo sería si Esmeralda estuviera aquí con nosotros, en este nome ya tendría sus quince años, seguramente discutiría con ella como cualquier otra madre con su adolescente, Xavier andaría tras ella cuidándola de los muchachos y de las minifaldas al igual que Ignacio, y Lili la adoraría, aunque quizá también pelearían por todo como lo hacen todas las hermanas en estas edades, pero aún así sería la más feliz, quizá no sería tan conflictiva y andaría aquí con nosotros paseando en patines con Lili o conversando con su padre sobre las cosas de la vida sentados en esa banca, me pregunto ¿Cuál será su helado favorito?
ESTRELLA
Qué delicioso se ve ese helado de fresa que trae ese niño, con lo que me encanta ese sabor y con el hambre que traigo, ¡No lo mires, no lo mires o se le caerá! Volteo la mirada para otra parte para evitar un mal momento al pequeño, lo que daría por una comida completa en este preciso momento.
— ¡Señora! ¿Me deja ayudarle con las bolsas? Ándele, por favor, es que no he comido y necesito un trabajo urgente
— Ándale pues, muchacha, pero nada de robarme porque allí están los policías muy cerca
— No te tendrá ningún problema, se lo prometo
— Mi carro está en esa esquina
— Muy bien, señora, y si sabe de algún trabajo se lo agradecería mucho, ya que recién llegué de mi pueblo
— Ahorita no puedo recordar ninguno, pero se ve que tienes ganas de trabajar, verás que pronto encuentras uno.
Luego de ayudarle a guardar sus cosas, la señora muy amablemente, me da unas monedas.
— ¡Muchas gracias, señora, que Dios la bendiga!
— Ve con cuidado, muchacha.
Lamentablemente, ya está por ocultarse el sol y debo encontrar donde pasar la noche, aunque muero de hambre no creo que me pueda comprar algo con estos pesos, los guardaré para desayunar algo mañana.
ISABEL
De regreso a casa siempre nos detenemos en alguna esquina para regalar unas monedas a los niños que limpiar vidrios, es muy triste la situación y me conmueve mucho pensar que mi hija pudiera ser una de esas almas desafortunadas.