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El amor mi fortuna

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Estrella es una joven pueblerina, sencilla, humilde y un tanto ignorante que se enfrentará a los disturbios de la ciudad luego de enfrentarse al desprecio de su familia a causa de un suceso inesperado y doloroso. En la búsqueda de su felicidad encontrará su destino y el amor, su fortuna...

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1. Pre-escrito
Hace algunos años, quince para ser exactos, en el seno de una familia amorosa y feliz nació una adorable bebita con los ojos color verdes como el dije del medallón que su madre le colocó al nacer. Al poco tiempo, un repentino viaje marcó el destino de la pequeña, pues se dice que todo está escrito previamente, incluso, desde antes de nacer, según las creencias de las familias místicas que aún sobreviven. MARABENA 2010 “La delincuencia organizada en su máximo esplendor” solía leerse en todos los periódicos de la ciudad y la gente vivía con temor constante, al grado de que los habitantes del pueblo no podían ni salir a trabajar tranquilamente, en cuanto se escuchaba el primer balazo todos huían y la vida ya no era factible allí, por lo que muchos se vieron obligados a abandonar su lugar de nacimiento en un intento por preservar la vida de sus seres queridos. JUAN PABLO Sin más ni menos tenemos que irnos de aquí, cómo voy a extrañar está casita que era de mis padres, pero ni modo, los bienes son pa’ remediar los males y hoy lo más importante es la seguridad de mi familia. — ¡Anda, mujer! Que se hace tarde y no quiero que nos agarre la noche — Ya vamos, Juan — Ponles un suéter a los niños y vámonos — Es que siento un chorro de nostalgia, pues, ¿Que no ves que está ha sido mi casa por tantos años — Pos ni tantos, mujer, ándale, ya no chilles, ya verás que a dónde vamos tendremos otra casa igual de bonita que está — Si no lloro por la casa, Juan, lloro por todos los recuerdos que déjanos aquí — No, mujer, no los recuerdos no sé quedan aquí, esos nos los llevamos en la cabezota y en el corazón. — Ta güeno, pues, camínenle, niños, que ya es hora de irnos — Súbanse a la troca y vámonos. MARIA DE LA LUZ El viaje ha estado largo y cansado, ya los niños se durmieron, se ven tan chulos así, pues claro, así no dan nadita de lata, hasta parecen angelitos. — Gracias, Juan — ¿Y ‘hora por qué, vieja? — Pos por pensar primero en nuestra seguridad, ya ves que ya no se podía vivir a gusto en Marabena — Pos sí, pos es que en cualquier momento llegaban y nos mataban y pos ¿pa’qué quieres? Pero ya verás que a dónde vamos todo será mejor, hasta otro trabajo voy a tener — Sólo espero que la nueva casita también tenga harto patio pa’ tener a mis animalitos, ya ves que acá tenía a mis gallinas y mis puerquitos — Pos con el tiempo verás que los volveremos a tener, mira mujer, vamos a descansar tantito aquí junto al río, despierta a los niños pa’que estiren un rato más piernas y que aprovechen a ir al baño — Voy a sacar las tortas que preparé pa’ comer en el camino y de una vez nos las recetamos, ¿Cómo ves? — Ándale, qué buena idea porque ya tengo harta hambre. Descansando luego de haber comido tan deliciosas tortas, mientras los niños juegan en el río. — Oye Juan, ¿Y pa’cá no vienen los matones de Marabena? — No creo, mujer, a este lugar viene mucha gente de vacaciones, mira, luego lueguito se ve que no son de por aquí — Es que tengo harto miedo que así como allá, esos malandros no dejen vivir — Espero que no porque ya estamos un poco lejos, además ya hubiéramos escuchado los balazos — Pos eso sí, pero de todos modos, ¿no sería buena idea seguir nuestro camino, mejor? — Pos sí, no nos vaya a agarrar la noche, ya traite a los niños — ¡Changel! ¡Sofía! Vámonos — ¡Mamá, papá! ¿Escucharon eso? — Comienzan a escucharse gritos y balazos, es tiempo de irnos, subimos a la troca y la gente comienza a correr despavorida, el caos se hace presente y nos es imposible marcharnos en ese preciso momento, pues como cosas del destino, la troca no funciona. — Bajen rápido, hay que escondernos por allá — nos dice Juan y lo seguimos. Ocultos entre la maleza logramos pasar desapercibidos, hay heridos y mucha gente aún sigue corriendo. — Mira Juan, allí hay una niña — Déjala, sus padres de seguro la están buscando Desobedezco a Juan y voy por la niña, es una pequeña que apenas camina, cuando regreso, Juan me mira. — No podía dejarla allí, la pueden matar — Qué bueno que la trajiste, está rechula la criatura — Hay que esperar un rato a ver si sus padres aparecen, deben estar desesperados — O muertos — dice Changel — No digas eso, mijo, la niña no se puede quedar sola, ¡Imagínate! — Pos yo no veo a nadie buscándola — Hay que esperar, a lo mejor tienen miedo todavía — Pos sí, vamos a esperar pues, al cabo ya se acabó el alboroto. El tiempo de espera fue impreciso y ya no había nadie alrededor, nadie buscaba a la pequeña y don Juan no tuvo corazón para abandonarla a su suerte. JUAN PABLO He visto el futuro de la niña de ojos de color y es tranquilo, pero su familia no aparece por ningún lado y yo no la puedo dejar aquí sola, ¿Qué debería hacer? Pido una señal a mis ancestros y ellos responden. — ¡Anda, María! Debemos irnos que la lluvia ha comenzado y si el río se desborda nunca llegaremos al pueblo. En el trayecto, María encontró en el cuello de la niña un hermoso collar con un dije en forma de estrella de color esmeralda. — Es una joya fina, Juan, su familia debe tener mucho dinero — Pos sí, ¿Pero dónde están? No sabemos nada de ellos ni siquiera los vimos para buscarlos — Sus ojitos son del color de esa piedra — Rechulos, sí se los ví — ¿Cómo te llamas, pequeña? — Está muy chiquita, no creo que sepa decir su nombre — Pos no, ¿Verdad? Pero, entonces, ¿Cómo debemos llamarla? — Etela — dice la pequeña señalando su dije — ¿Estrella? ¿Así te llamas? — Ella no dice nada más, así que asumimos que ese es su nombre. Luego de muchas horas más de viaje, Andalucía los espera. JUAN PABLO Al fin llegamos, a la vista está un pequeño cuartito de adobe. — Anda mujer, aquí está nuestra nueva casa, es muy pequeña, pues es lo que alcancé a construir para venirnos rápido — Es perfecta, Juan, no te preocupes, ya te ayudaré a levantarle más cuartos. ANDALUCÍA 2016 El tiempo pasó y de los padres de Estrella jamás se supo nada, pero eso no importó, pues ella creció con amor y valores con Changel y Sofía, quienes siempre la vieron como a una hermana. CHANGEL Mis papás han trabajado toda su vida para darnos una mejor vida, por eso tengo que esforzarme mucho por ayudarles, quiero seguir estudiando y trabajando aquí en la abarrotera, sé con mi esfuerzo saldremos adelante. He comprado unos libros para mis hermanas, ¡les encantarán! — Mamá, te traje un poco de mandado — Ay, mijo, muchas gracias — Sofía y Estrella, les traje algo — ¿Qué es? ¿Qué es? — Unos colores y unos libros para colorear — Changel, qué bueno eres — Podrán usarlos luego de la clase del día. En este pequeño pueblo la educación es todo un privilegio y sólo las personas con dinero y en su mayoría hombres, tienen acceso a ella, desafortunadamente, mi familia no tiene dinero para pagar la educación de mis hermanitas, así yo mismo les enseño todo lo que sé. — Hoy aprenderemos las divisiones… Ambas son muy inteligentes y les gusta estudiar, por eso me empeño tanto en ayudarlas, no quiero que sean ignorantes como las chicas del pueblo, pues quiero que tengan un futuro mejor, que ningún hombre quiera verles la cara de tontas porque eso sí me enojaría mucho, yo creo que ellas sí pueden tener un futuro mejor. — Mijo, siempre tan preocupado por tus hermanas, anda ya vente a comer, debes estar muy cansado — me dice mi mamá, ella prepara unas comidas deliciosas, así que corro a lavarme las manos, cuando llega a la mesa, mi papá también ya está listo para comer — Mijo, mañana hay que resurtir la abarrotera — Si, apá, yo me encargo de todo, tú lleva a mi mamá a su chequeo médico — Ese es mijo, y ustedes mis niñas, se quedan aquí, ¿Eh? No le vayan abrir a nadie, ¿De acuerdo? — Sí, papi — ellas son muy pequeñas aún, tienen 7 y 8 años, pero son trabajadoras y muy listas. CIUDAD BUENAVENTURA ISABEL Han pasado seis años desde que perdí a mi pequeña hija, mi Esmeralda, en esas malditas vacaciones donde mi vida se volvió un desastre. — Detective, por favor, dígame qué ya tiene noticias de mi hija — Lo siento, señora, pero no tengo nada aún — ¡No es posible que en tanto tiempo no se sepa nada! — Calma, Isabel, el detective no tiene la culpa de que no se sepa nada — Lo sé, la culpa la tengo yo por haber abandonado a mi hija en ese lugar...

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