Klim. Fuimos a la carretera principal, cogí un taxi y pedí que nos llevara al centro. - Veo, que te hace difícil hablar, por eso me vas a responder solamente diciendo sí o no, - sugirió cuando esquivé su pregunta de nuevo. Asentí con la cabeza y cerré los ojos, pasando mis labios por su cabello sedoso. - ¿Te pasó algo? - Sí. - ¿Algo muy malo? - Sí. - ¿Puedo ayudarle con algo? - Sí. - ¿Cómo? - Ya me estás ayudando, princesa, solo por estar aquí. - ¿No me dirás lo que realmente sucedió? - No, - Victoria respiró hondo, envolvió sus brazos alrededor de mi cintura, acariciando mi pecho con su calor. Luego fuimos en completo silencio, escuchando solo la respiración medida del otro. Le pedí al taxista que se detuviera cerca de la cafetería, donde, en mi opinión, servían un excelent